Jean Prouvè, diseño social contra las élites
CaixaForum reivindica con una gran retrospectiva la obra del industrial que contribuyó a la sociedad de posguerra con sus casas prefabricadas y muebles funcionales
Jean Prouvé diseñó casas prefabricadas, edificios con aluminio, produjo en serie muebles sencillos, elegantes, resistentes y funcionales. Concibió su trabajo para el mayor número de personas posible. Alejado del elitismo, creyó que la sociedad del siglo XX que había superado dos guerras mundiales podía beneficiarse de la industrialización de la construcción. Una idea que le convirtió en una figura clave del diseño de aquella época para expertos, estudiantes y amantes de la construcción, la arquitectura y el mobiliario, pero no para una mayoría para la que sigue siendo un desconocido. CaixaForum Madrid en colaboración con el Centro Pompidou de París reivindica la figura de Prouvé en una gran retrospectiva que recuerda que a partir de materiales en apariencia endebles ensamblados en estructuras multiplicables se puede hacer historia.
No tenía el título de arquitecto, tampoco de diseñador. Prouvé (París, 1901 - Nancy, 1984) empezó como herrero, con la forja, después se pasó a la construcción y finalmente a la industria. Se hacía llamar industrial porque pretendía trasladar su fascinación por la aviación y el automóvil a la construcción. “Obsérvese que los objetos más industrializados, ya funcionen sobre ruedas, vuelen o sean estáticos, son los más innovadores y en desarrollo constante, tanto en calidad como en precio”, se lee en la exposición. “La única industria que no funciona es la de la construcción”.
Sus materiales fueron el metal, la madera, las estructuras tubulares, la chapa plegada que le permitieron cumplir con su objetivo: que sus piezas fueran útiles y duraderas. “Un planteamiento que no le impidió trabajar con grandes arquitectos como Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens”, recuerda Marjorie Occelli, la comisaria de la muestra El universo de Jean Prouvé. Arquitectura / Industria / Mobiliario.
Las 235 piezas —de las que 146 son originales—, entre maquetas, planos, fotografías, dibujos, mobiliario, documentos y facsímiles, de la exposición recorren el trabajo de Prouvé y desvelan, además, que en cada una de sus líneas había una intención ideológica. Europa se derrumbaba en mitad de la II Guerra Mundial y Prouvé decidió colaborar con la Resistencia, asumir la alcaldía de Nancy (1944) y no dejar de idear edificios útiles en un contexto bélico. Con Le Corbusier construyó pabellones (con dormitorios, comedores, enfermería) con un sistema que combinaba pórticos centrales y elementos modulables para las fachadas.
De aquellos diseños salieron piezas que después se adaptarían a sus viviendas prefabricadas. “Mis casas son muy sencillas porque creo que la industrialización solo es posible con un reducido número de componentes”, dijo Prouvé. “Cuando en una casa hay 5.000 tuercas y tornillos, hay que apretar las 5.000 tuercas y tornillos”. Por eso, como se muestra en la exposición, abogó por tratar de convencer a una mayoría de que este tipo de alojamiento era una alternativa. Para conseguirlo, en 1946 se hizo con la fábrica de Maxéville, adaptada a la fabricación en serie. Allí produjo las piezas de sus construcciones que después se montaban en la misma obra. Con este método construyó la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951), tres de sus obras más conocidas que se ensamblaban a partir de paneles curvos sobre soportes metálicos.
Cada una de estas construcciones las ideaba con el mobiliario. “Siempre decía que construir un mueble o una casa era lo mismo”, recuerda Olivier Cinqualbre, el otro comisario de la exposición. Sus sillas y mesas se concibieron también para escuelas, universidades y para “todos los lugares donde se hace vida”, explica el experto. Cuando le faltaban los materiales, como sucedió con el acero en la II Guerra Mundial, buscaba la manera de seguir trabajando y recurrió a la madera para hacer sillas. “Después introdujo algunos elementos de aluminio en esta silla, elementos desmontables, de forma que pudiera ser transportada, abatida, de forma económica”, dice Cinqualbre.
La mayor parte de estas piezas forman parte de los fondos del Centro Pompidou gracias a las donaciones que hicieron los hijos del industrial que permitieron que otras instituciones públicas, particulares y antiguos colaboradores de Prouvé entregaran al museo francés las obras que conservaban. El trabajo del creador está a buen recaudo en una institución cuyo diseño contribuyó a decidir. Prouvé fue miembro del jurado que otorgó la construcción de la sede del Pompidou a los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers.
“En este momento parece que la explosión de las utopías negativas presenta el mundo como en un callejón sin salida. La crisis sanitaria acentúa esta tendencia a la reclusión. Estamos como perdiendo la idea de vida colectiva. Cuando se acabe la pandemia tenemos que ver una puerta abierta. Prouvé la vería porque creyó en la capacidad de la arquitectura y el diseño para cambiar la vida de las personas”, concluye Isabel Salgado, directora del área de exposiciones de CaixaForum.
El universo de Jean Prouvé. Arquitectura / Industria / Mobiliario. Del 4 de marzo al 13 de junio en CaixaForum Madrid.
Babelia
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