Los zapatos del otro
La línea de la película es honrada, pero carece de interés más allá de la incomprensión de la serie de decisiones jurídicas que se fueron dando
Monroeville, Alabama. El lugar que inspiró a Harper Lee para escribir la novela Matar a un ruiseñor. El lugar donde se ambienta la película Cuestión de justicia, drama judicial basado en hechos reales. Y no precisamente en los años de la segregación racial, cuando se desarrollaba el relato de Lee que dio lugar a la maravillosa película homónima de Robert Mulligan, sino en los años noventa, en los que no demasiadas cosas habían cambiado para los afroamericanos. Si añadimos la presencia de un noble abogado dispuesto a luchar por la defensa de los más desfavorecidos, y una falsa acusación que puede llevar a un inocente a la pena de muerte, tendríamos los últimos paralelismos. El resto, salvo la presencia del racismo, apenas tiene que ver, sobre todo en cuanto a la calidad de la narración, el retrato de ambientes y el dibujo de los personajes.
CUESTIÓN DE JUSTICIA
Dirección: Destin Cretton.
Intérpretes: Michael B. Jordan, Jamie Foxx, Brie Larson, Tim Blake Nelson.
Género: judicial. EE UU, 2019.
Duración: 136 minutos.
Terminada la película, da la impresión de que funciona como homenaje al ser humano que sufrió el desafuero de ser acusado con pruebas falsas del crimen de una joven, y a la institución que luchó por su libertad. Y habrá quien lo prefiera así. Pero nunca hay un conflicto. El convencimiento de su inocencia es meridiano. Los personajes no tienen aristas. El retrato del ambiente sureño se asienta en unas cuantas situaciones diabólicas de racistas blancos contra negros indefensos por parte de las fuerzas del orden y de la justicia, que indudablemente se producen, pero que resulta superficial. La vida puede ser así de gruesa, pero al cine le sienta fatal. La línea de la película es honrada, pero carece de interés más allá de la incomprensión de la serie de decisiones jurídicas que se fueron dando, a pesar de la evidente falsedad de las pruebas.
Michael B. Jordan y Jamie Foxx, excelentes intérpretes, sostienen un tanto lo que, en esencia, es un añejo telefilme que apenas se preocupa por mostrar interioridades y parece empeñado en ceñirse a los hechos. La ética y el civismo de Matar a un ruiseñor dejan huella para siempre y su relato es implacable con el racismo. Aquí nadie duda de nada, solo hay decisiones sin matices. “No conoces realmente a una persona hasta que te calzas sus zapatos”, decía Atticus Finch en Matar a un ruiseñor. En Cuestión de justicia nadie se ha calzado los zapatos de nadie. Aunque hubiera sido para comprobar lo sucios que estaban y lo malolientes que eran.
Babelia
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