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Coronas contra solemnes y ofendiditos

El presentador de ‘Ilustres ignorantes’ defiende el humor, aun el políticamente incorrecto, y critica a los que difaman en redes

Juan Cruz
Javier Coronas, el jueves en un bar de Madrid.
Javier Coronas, el jueves en un bar de Madrid.R. G.

En Qué noche la de aquel día los Beatles arrojaban por el váter a un inglés que representaba la solemnidad frente a los melenudos. Javier Coronas, barcelonés y zaragozano, de 50 años, representa aquí esa tendencia a deshacerse riendo de los solemnes y de los ofendiditos. Su programa de bandera es Ilustres ignorantes (Movistar+), donde él se ríe más que nadie, “por temor o por vergüenza”. Desde que era pequeñito le gustaba hacer el tonto y ahora lo hace apoyado en la cabeza surrealista de Javier Cansado (“nuestro tótem del humor”) y de Pepe Colubi, “que contribuye al regalo de reír”.

Él vive por Madrid Río. En Sabores Patagónicos, el bar del barrio, saben cómo quiere el café. No tiene ni representante ni redes ni e-mail. Viste en la tele como en la calle. Ese pelo enmarañado es el que revuelve también cuando habla en el sótano ilustrado de este bar tan argentino. A sus invitados les hace regalos baratos, que compra en los chinos. A sí mismo no se haría regalos. “Para mí, Ilustres ignorantes es un regalo. Cansado es un máster del humor. Si hay alguien al que no le gusta Faemino y Cansado es que es un gilipollas. Javier es generoso, humilde. ¡No tiene un pero!”.

Se ríe de todo. “Todo merece la risa. Es una manera de superar miedos y tabúes. Hay que tener mucho cuidado porque hay ya demasiadas cosas de las que a la gente no le gusta que te rías… Mira lo que ha pasado ahora con el juicio a Willy Toledo. Aberrante. Ahora las redes lo amplifican todo. Antes veías o escuchabas un chiste y la gente diría en su casa: ‘Vaya gilipollas este’, pero ahora se van al juzgado a hacer juicios al instante”. Ofendiditos y pesados. Los que van por la calle tirando cosas al suelo, “eso me da vergüenza… Y los que dan de comer a los animales en el zoo, o los que me paran y me dicen ‘dale recuerdos a tu padre’. ¡¿Para qué quieren que mi padre tenga más recuerdos?!”.

Él y sus compinches se ríen, como los Beatles en aquella película, hasta de su sombra. ¿Y a quién arrojaría Coronas por semejante sumidero? “A Yoko Ono. ¿No dicen que es la culpable de todo? Tampoco soy de decir qué hay que arrojar por el váter. Seguramente tiraría muchísimas cosas que tú no podrías publicar en el periódico y a mí me llevarían a juicio. Tiraría, quizá, la intolerancia y también a la gente que habla en el vagón silencio del AVE”. Este envaramiento que atraviesa la sociedad. “Huele a rancio, a perro mojado, a polilla. La risa es una lente que deforma la realidad. No se puede hacer reír a todo el mundo. Mi madre se ríe más con Los Morancos que con mi programa. Y yo me río más con mi madre. ¡Mi madre es un bancal del humor!”.

¿Bancal? “Es lo que le dice un agricultor a una calabaza en Amanece que no es poco. ‘Calabaza, tú que podrías haber nacido en el bancal de un rico, fuiste a nacer en mi bancal…”.

—Como dice Sazatornil en esa película, ¿usted es más de Faulkner?

—Soy muy de Cuerda. Me dedico a hacer el imbécil gracias a Faemino y Cansado y a Amanece que no es poco. Son mis biblias y mis muletas desde que empecé a hacer el imbécil. Cuerda ha sido un maestro.

El maestro que tiraba de la cadena y arrojaba por el váter la solemnidad de la patria.

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