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Crítica | Un momento en el tiempo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El algoritmo de ‘Euphoria’

La fórmula empieza a ser cansina: los claroscuros de la estética de Instagram y una 'playlist' sacada del algoritmo de un adolescente estadounidense

Elsa Fernández-Santos
Kelvin Harrison junior, en 'Un momento en el tiempo'.
Kelvin Harrison junior, en 'Un momento en el tiempo'.

La fórmula empieza a ser cansina: los claroscuros de la estética de Instagram, más una playlist sacada del algoritmo de un adolescente estadounidense y, para justificar tanta intensidad estética, una drama familiar morboso donde no faltan ni las drogas, ni el aborto, ni la cárcel. Un momento en el tiempo es una película sin media finura que podría ser un spin off de la popular serie Euphoria (la presencia de Alexa Demie hace aún más evidente la comparación), pero con más pretensiones y mucho peor. El chico protagonista, interpretado por Kelvin Harrison Jr., es un adolescente afroamericano que triunfa en el deporte y el amor. En su habitación cuelgan decenas de medallas y premios y un póster de La vida de Pablo, ese grandísimo disco en el que un megalómano Kanye West se mide con Picasso.

UN MOMENTO EN EL TIEMPO

Dirección: Trey Edward Shults.

Intérpretes: Kelvin Harrison Jr, Sterling K. Brown, Taylor Russell, Alexa Demie, Lucas Hedges.

Género: drama. Estados Unidos, 2019.

Duración: 135 minutos.

Detalles tan sutiles como el del bote de Oxicontina que el chico guarda en su escritorio y que usa para aplacar los dolores de una lesión y la enorme presión al que le somete su padre, obsesionado con el éxito de su hijo. El adictivo opiáceo, recetado como analgésico hasta generar una tragedia de salud pública en Estados Unidos, ha convertido un simple botecillo naranja en todo un símbolo de este tiempo y también en un lugar común para dar paso a cualquier escalada dramática. Trey Edward Shults, que por supuesto no aprovecha el potencial crítico que encierra esta letal pastilla creada por la industria farmacéutica, mueve su cámara en permanentes y veloces círculos para dar forma de ingobernable torbellino al drama familiar que describe. Un movimiento circular también narrativo que se cierra con la historia de la hermana pequeña del infortunado deportista. Es este personaje el mejor y menos previsible, el único que le da cierto sentido final a este agotador corro de la patata cargado de ramplona sordidez juvenil.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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