El río de Amália Rodrígues conduce al futuro del fado
La artista portuguesa Lina se alía con el productor Raül Refree en un innovador tributo a la leyenda de la canción
Hay viajes que están llamados a llegar a buen puerto. Raül Refree bien lo sabe. De la mano de la representante portuguesa Carmo Cruz, llegó a Lisboa hace más de un año y medio con la idea de “empaparse” de fado y se topó con Carolina Rodrigues, conocida como Lina. Surgió el flechazo. “Estaba en la Casa del Fado de Lisboa y me impresionó mucho oírla cantar”, comenta él. “Al día siguiente ya estábamos juntos en el estudio para probar". La prueba, en la que ella cantaba y él iba improvisando con el piano, fue tan positiva que mañana ambos publican Lina_Raül Refree, un disco de fado que, según sus creadores, es en sí mismo un “viaje” hacia la experimentación en el género musical portugués más internacional.
Esta travesía en forma de álbum nació con un hilo de unión entre sus dos protagonistas: la música de Amália Rodrigues, emperatriz del fado y una de sus grandes exploradoras. También una artista que marcó la vida de Lina: “Cuando Amália Rodrigues se murió, yo era adolescente y me encerré en mi habitación a escuchar sus canciones. Había una, Abandono, que me recordaba mucho a mi abuelo, que también falleció. Un día la canté por el recuerdo de mi abuelo y la gente me pidió cantar más fado y ya empecé mi incursión”. En sus inicios como intérprete, Lina no se dedicó al fado. Con 15 años se trasladó a Oporto para realizar estudios de canto en el conservatorio. En principio parecía destinada a la ópera, pero en el mundo de la lírica no encajaba. Hizo teatro musical hasta que un día conoció a Mario Pacheco, uno de los guitarristas que acompañaban a Amália Rodrigues, y se convirtió en su mentor. Con él se puso a cantar en Casa del Fado de Lisboa y publicó dos discos porque para ella el fado “era la verdad”. Y, entonces, apareció Raül Refree. “Raül es el agua del río y yo soy el barco. Me lleva a sentir emociones más fuertes al cantar”, dice.
Ambos charlan en un hotel del centro de Madrid. Desde que se dio a conocer en la escena alternativa barcelonesa a principios del siglo XXI, Refree se ha convertido en un referente en la producción española gracias a sus trabajos con Sílvia Pérez Cruz, Rosalía, Christina Rosenvinge o La Mala Rodríguez. Después de su incursión renovadora con el flamenco a través de Rosalía o El Niño de Elche, se marcó el reto del fado. “Me interesa el poder emocional de las músicas tradicionales. En la tradición hay un material muy sensible que te permite darle muchas lecturas, pero la emoción sigue ahí. Incluso haciendo lo mínimo te permite llegar a la emoción. Pasa con el fado, pero también con el flamenco, los fandangos o las muñeiras. Si ha sobrevivido es porque es muy potente”, explica.
Lina_Raül Refree palpita fado, pero con el sello personal del productor catalán, quien descartó trabajar con guitarra y voz porque “no funcionaba”. “Me senté al piano y todo eclosionó”, confiesa. Esa eclosión dio paso a una grabación donde predominan los espacios grandes, otorgando una atmósfera muy profunda a este periplo sonoro. “En este disco el silencio tiene un peso notable”, asegura Refree. “Estos silencios me llevan a cantar como a capella, sin ritmo", dice Lina, quien se refiere al fado “casi virgen” tratado por ambos. Y el productor agrega: “Para mí hay una línea que une Granada de Sílvia Pérez Cruz, Los Ángeles de Rosalía y este disco. Los veo como una trilogía”.
Ni a él ni a Lina les preocupa la reacción de los puristas. Sostienen que para que un género sobreviva se necesita experimentar. “Estaba abierta a lo que Raül necesitaba hacer con el fado. Él me podía dar algo que yo buscaba: romper las estructuras tradicionales y sentirme más libre. Quería sentir más las cosas desde la libertad”, explica ella. “He construido mi vida artística a partir de no encorsetarme y de romper conmigo mismo. Me aburro muy rápido de mí”, dice el productor, quien comenta aún así que las primeras reacciones en Portugal están siendo positivas. Ambos también recuerdan que la propia Amália Rodrigues no se preocupaba de los ortodoxos y quebró tradiciones. “Lo importante es despertar emociones”, asegura Lina. “Es a lo que aspira este viaje musical”, sentencia Refree.
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