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La televisión sabía demasiado

La justicia estadounidense mira con recelo el creciente manejo de datos de las grandes plataformas de ‘streaming’ y alerta en privado de sus peligros

El jefe de antimonopolio del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el pasado octubre
El jefe de antimonopolio del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el pasado octubreChip Somodevilla (Getty Images)

Pocas cosas retratan a una persona como la televisión que consume. No hay muchas prácticas globales que junten a tanta gente durante tanto tiempo: 6.000 millones de personas pasan dos horas y media al día ante la pantalla (los 300 millones más ricos, el doble). A la vez, nada arma retratos mejor que Internet, sobre todo si tiene garantizada la atención y el uso constante del cliente, como exige la ingeniería de los datos. Y así, desde que una mayoría no desdeñable de televisores opera con conexión a Internet, la industria del big data ha encontrado en la televisión una mina impagable. Los nuevos gigantes del sector lo son por su forma de explotar el rastro que cada espectador va dejando tras de sí, con cada cambio de programa, con cada reproducción de algo ya visto, con cada pausa, con cada rebobinado. Ya lo decía Jeff Bewkes, el ex consejero delegado del conglomerado mediático Time Warner, en abril de 2018: Amazon, Netflix, YouTube y Facebook “saben más que nuestros clientes que nosotros”.

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Las grandes plataformas de streaming tienen el potencial de saber tanto de cada usuario que su poderío empieza a irritar a algunos miembros del Departamento de Justicia estadounidense. En una serie de opiniones —personales y aisladas— publicadas en los últimos meses, algunas caras visibles de la institución han alertado que, en Estados Unidos, la industria navega hacia un nuevo horizonte, más cerca de los excesos de redes sociales como Facebook y Twitter que de los tradicionales audímetros y cálculos de audiencias. En un discurso pronunciado en Harvard el pasado 8 de noviembre y recientemente citado por The Hollywood Reporter, Makan Delrahim, jefe de antimonopolio del Departamento de Justicia, alertó de los abusos que pueden salir de esta nueva situación, y describió el papel de su equipo: “Antimonopolio debe afrontar el hecho de que, en la economía digital, los datos se cruzan con otros a lo largo y ancho de Internet, y muchas veces van más allá de la mera mejora de un producto, y llegan a condicionar directamente las decisiones de un consumidor”. Y añadió: “Antimonopolio debe estimar si se ha multiplicado, y cuánto, la magnitud de los datos recolectados [por las plataformas]; también qué tipo de informaciones se reúnen y qué consecuencias tiene que una empresa cruce los datos de uso de una aplicación con los datos personales del usuario”.

Una intervención podría tener muchos aspectos. Google cerró el año pasado un trato para adquirir Fitbit, la casa de relojes inteligentes famosos por el detallado monitoramiento que realizan de la actividad de sus portadores, por 2.100 millones de dólares. Según Reuters, el Departamento de Justicia se plantea detenerlo por el miedo a que Google acabe con demasiada información sobre el cliente estadounidense. En el caso de la televisión, impedir fusiones sería variar lo normal en la industria. A la vez, aislar a las empresas y evitar el cruce de datos entre ellas podría crear tendencias monopolísticas aun más problemáticas. “Netflix hace todo lo que tiene en su mano para impedir que sus datos sean vistos por terceras personas. Los encripta para que las compañías telefónicas y los navegadores de Internet no puedan acceder a ellos, y no comparte sus resultados ni siquiera con los estudios que producen el material que se ve en la plataforma, y que naturalmente quieren información sobre sus propias series”, alertó el pasado otoño en una carta al Departamento Adam Candelub, profesor de Derecho de la Michigan State University.

Todo esto es más indicativo del clima que se empieza a respirar en algunos círculos ante la televisión online que de ninguna intervención inminente. También hay no pocos detractores de la idea de que el Estado se meta en una industria tan joven. En el artículo Does Antitrust Have a Role to Play in Regulating Big Data?, publicado en la Universidad de Cambridge en 2017, el profesor de la Universidad de Florida D. Daniel Skol razona: “Una intervención sobre las fuerzas del mercado pone en peligro al cliente, especialmente en mercados que se mueven tan rápido, y los remedios propuestos, como limitar la recolecta de datos, u obligar a los grandes a compartirlo con sus rivales, tienen más papeletas para dañar la libre competencia y la innovación, y de hecho abren dudas de privacidad”.

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