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Arturito Pomar: el ‘Gambito de dama’ a la española

El éxito de la serie de Netflix brinda una segunda oportunidad al libro ‘El peón’, centrado en la partida entre el campeón y Bobby Fischer

Ferran Bono
Arturo Pomar, con 14 años, en un torneo de ajedrez en Londres.
Arturo Pomar, con 14 años, en un torneo de ajedrez en Londres.

La vida de los libros, a veces, cuenta con una inesperada segunda oportunidad. El peón, de Paco Cerdà, salió a la venta el pasado mes de febrero, justo antes de que el estado de alarma por la pandemia cerrara las librerías y confinara a la gente en sus casas. El libro, editado por Pepitas de Calabaza, apenas tuvo opciones de venderse y promocionarse a pesar de recibir buenas críticas. Nueve meses después, Netflix estrena Gambito de dama y las cosas cambian. La miniserie se convierte rápidamente en un auténtico fenómeno internacional, con más de 62 millones de espectadores, y dispara el interés por el ajedrez en el mundo, como tal vez no había sucedido desde el enfrentamiento entre Anatoli Kárpov y Gari Kaspárov, que se prolongó de 1984 a 1995.

Arturo Pomar, junto al general Franco, en 1946.
Arturo Pomar, junto al general Franco, en 1946.Agencia Efe

Al calor de este nuevo fervor por el viejo tablero de 64 escaques blancos y negros, El peón vuelve a las librerías. Esta obra de no ficción se articula a partir de la intensa partida de ajedrez en febrero de 1962 entre el que había sido niño prodigio español, Arturito Pomar, que ya contaba con 30 años, y el también superdotado estadounidense Bobby Fischer, un duelo asfixiante que duró 77 movimientos, tantos como capítulos tiene el libro. “¿Quién iba a decir que un tema supuestamente minoritario como el ajedrez se iba a poner tan de moda? Ha ido todo en cascada. La serie ha hecho que se dispare la venta de tableros y la curiosidad por el ajedrez, que las librerías pidan a la distribuidora más ejemplares y que algunos medios de comunicación se interesen por el libro y por tratar la figura de los niños prodigio. En España tenemos a Arturito Pomar, que fue un superdotado como la protagonista de Gambito de dama, aunque él no era de ficción. Fue un gambito del franquismo, un peón del régimen que lo sacrificó tras explotarlo cuando era niño, dejándolo a un lado a pesar de su gran talento”, explica el periodista y escritor Paco Cerdá, de 35 años.

El talento de Pomar (Palma,1931-Barcelona, 2016) no le bastó para disputar el título del campeonato mundial de ajedrez, su más que probable destino, según predecían los soviéticos, los grandes dominadores del juego. Llegó a ser gran maestro y ganó siete veces el título nacional, pero nunca llegó a estudiar ni a formarse con expertos ni a contar con analistas como cualquier otro gran jugador del mundo. El franquismo lo erigió como un héroe del No-Do, los noticiarios que se proyectaban antes de las películas, como un emblema de la inteligencia superior española personalizada en un diminutivo, Arturito Pomar. Era la España aislada y pobre de la posguerra. El régimen lo aupó para después olvidarse de él, abandonándolo a su suerte conforme iba creciendo.

Paco Cerdà, autor de 'El peón', en Valencia, con un tablero de ajedrez.
Paco Cerdà, autor de 'El peón', en Valencia, con un tablero de ajedrez.Mònica Torres, EL PAÍS

De modo que Pomar, que se ganaba la vida como cartero en Ciempozuelos, se plantó solo en Estocolmo en 1962, para disputar un importante campeonato internacional, cargado con su prodigiosa intuición. Obtuvo un buen resultado y brindó una de las mejores partidas del mismo contra Bobby Fischer, que protagonizaría una década más tarde uno de los duelos estelares de la Guerra Fría contra el soviético Boris Spassky. “Ambos fueron peones también de sus países, EE UU y la URSS”, comenta Cerdà en alusión a uno de los dos nexos entre los personajes del libro: su condición instrumental, sacrificial, peones de la historia que hacen historia. El otro es el año: 1962.

Con esos mimbres, el autor y editor de La Caja Books teje una estructura de casi una treintena de microhistorias bien documentadas que discurren en ambos lados del tablero, el español y el estadounidense, sin perder nunca la referencia de la extraordinaria partida de ajedrez que, por cierto, acabó en tablas. Por las páginas del libro desfilan peones como Francis Gary Powers, espía norteamericano atrapado por la URSS; James Meredith, universitario negro que rompió la segregación en el campus de Misisipi, o Rudolf Anderson, única víctima real de la crisis de los misiles de Cuba. Por la parte española, se relata el trágico final del preso comunista Julián Grimau, fusilado por el franquismo, las vicisitudes del antiguo falangista Dionisio Ridruejo para llegar al contubernio de Múnich contra el franquismo o la melancolía enquistada de Diego Martínez Barrio, en el exilio como presidente interino de la Segunda República.

“No olvidemos que todo peón es una dama en potencia y esa creencia salvífica suele ser su perdición. También me gusta ese dicho italiano de que todas las piezas acaban en la misma caja”, comenta el valenciano Cerdà. El también autor del elogiado Los últimos. Voces de la Laponia española y defensor de la crónica periodística con voluntad literaria se muestra encantado de este resurgimiento del interés por el ajedrez. El peón ha sido elegido entre los 50 mejores libros publicados este año en España, según la selección de Babelia, de EL PAÍS.

Un interés que ya se disparó durante los confinamientos del coronavirus, como explica Leontxo García, periodista especializado en ajedrez. “Ya en la pandemia se ha multiplicado el número de jugadores y de partidas por Internet. Y muchos niños han contagiado a sus padres. Los vendedores de tableros y piezas también me han comentado que han tenido que hacer pedidos extras”, señala. No obstante, el también colaborador de EL PAÍS apunta “que el ajedrez no es tan minoritario como se cree y está introducido en muchos planes educativos, además de ser uno de los grandes fenómenos en Internet”. “Pero es verdad que no salía en las primeras páginas por razones extradeportivas como en aquellos tres grandes duelos del último tercio del siglo XX, los de Fischer contra Spassky, o el disidente soviético Korchnói contra el héroe de la URSS Kárpov y finalmente, el de este contra el genio de Azerbaiyán, Kaspárov, símbolo el espíritu renovador de Gorbachov. Y ahora con la serie Gambito de dama, ese interés por el ajedrez se ha disparado”, añade.

“Ahora hay muchos más niños prodigio en el ajedrez que antes”

Javier Ochoa de Echagüen, presidente de la Federación Española de Ajedrez, recuerda que el caso del niño prodigio Arturo Pomar “trascendió internacionalmente” principalmente porque entonces no había tantos casos. “Ahora hay muchos más niños prodigio, más grandes maestros con 13 años, porque la inteligencia se canaliza hacia el ajedrez. Además, hay una enorme base de datos en Internet muy accesible para entrenar, no como en la época de Pomar, que era autodidacta”, añade.

El también maestro internacional de ajedrez destaca que Internet ha supuesto la gran revolución del ajedrez. “Es de los pocos deportes que se puede practicar online con la facilidad de encontrar adversarios de tu nivel, lo que aumenta la diversión. Sobre todo triunfan las partidas rápidas, de cinco a 10 minutos. Durante el confinamiento se ha notado mucho”, apunta. También reconoce que Gambito de dama, que considera inspirada en parte en la vida de Fischer, ha contribuido a dar un impulso mundial al ajedrez, pero ni el éxito de la miniserie ni su fuerza en Internet tiene un correlato en el aumento de nuevos federados en España, al menos de manera inmediata. Ahora hay en torno a 30.000.

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Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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