Martirio: “Son tiempos de libertad con ira”
Maribel Quiñones, la voz tras la peineta y las gafas, empezó a los 25 años cantando con Jarcha y celebra más de 40 años en escena con un concierto con Chano Domínguez en Madrid
Docenas de carteles con la emblemática imagen del moño, las gafas de sol y la peineta que Martirio acuñara en los ochenta han estado semanas ondeando en las farolas de la Gran Vía madrileña en anuncio de su próximo concierto junto al pianista Chano Domínguez. Un acto que ha estado literalmente en el aire por los caprichos de la pandemia y que finalmente se celebrará la noche del domingo con todo el papel vendido. Unos días antes, Martirio nos cita al raso en una cafetería con estufas junto a su casa en la plaza del Niño Jesús, uno de esos barrios en los que Madrid parece un pueblo, solo que con El Retiro de fondo. El ministro Illa acaba de anunciar los rigores normativos de esta Navidad de la pandemia, así es que la primera pregunta se hace sola.
¿Cómo afronta esta Navidad?
Veo una Navidad para dentro. Creo que el corazón va a estar muy palpitante y sensible. Con la gente con más nostalgia y necesitando más cariño que nunca.
¿Es creyente?
Tengo un sincretismo de creencias que me he hecho yo misma. Digo ‘Dios mío’, rezo. Pero no soy practicante, hay cosas con las que no estoy de acuerdo.
¿Se ha cabreado alguna vez con Dios?
Me he cabreado con algunas formas que ha tenido la Iglesia de llevar las cosas. La intolerancia, la censura a según qué colectivos. Pero con Dios, nunca. De los reveses de la vida no le echo la culpa a nadie. Cuando vienen, hay que afrontarlos. Las cosas que te pasan son las que más te hacen aprender, y todo pasa por algo.
Muy optimista la veo.
Verás, soy muy sensible, y tengo bajones, pero soy fundamentalmente optimista. Creo muchísimo en la fuerza de voluntad y en el amor en general, en los afectos, en el arte. No ya en mi arte, sino en lo que a mí me produce el arte.
¿Qué le produce?
Alegría, esperanza, un relámpago instantáneo de felicidad que luego trae una estela de reflexión y de poner las cosas en su sitio. Me enriquece muchísimo. Y me consuela. El arte y el amor son los grandes agarraderos que se pueden tener en una situación como esta.
¿Cuánto cuesta erizar el vello ajeno cantando?
Eso es un flash que tiene que ver con tu conexión con la verdad. Cuando eres capaz de llegar con tu alma al alma de los demás, porque estás en estado de gracia, sucede. Te transporta a otra dimensión, y a los demás también.
¿Eso se busca o se encuentra?
Eso se persigue, pero es esquivo, como el duende. No hay billete para eso. Has de estar preparado, limpio, conectado, eso sí. Porque está por encima del interés, del ego, del éxito. Pero cuando pasa, te transforma. Es lo que llevo buscando toda mi vida. Todos estos años han estado presididos por el afán y la voluntad de encontrar mi felicidad en el arte, que es lo que puedo hacer por la gente.
¿Y la ha encontrado?
Sí. He encontrado que sirvo para algo, que tiene sentido mi vida.
¿Por eso sigue?
Sí, y porque necesito trabajar para comer. Cuando se da eso es más grande que yo. Cuando Martirio está en postura, me sobrepasa. Martirio es mi mejor yo.
Hay que tener mucho aplomo para llevar 40 años cantando con gafas y peineta.
Ese aplomo lo tiene Martirio, no Maribel. Maribel necesita al personaje. Es dificilísimo encontrar una imagen tan definitoria, y Martirio lo ha logrado.
Empezó con Jarcha, cantando Libertad sin ira. Ahora, vamos sobrados.
Creo que hoy hay libertad con una ira enorme que nos está afectando a todos, incongruente, antisocial, justo en el momento en el que, por encima de toda discrepancia, debería haber un diálogo y una tranquilidad y pensar en la gente y en sacar al país de esto.
¿Se devalúan las palabras a fuerza de usarlas en vano?
Sí, si se usan fuera de contexto. Con las palabras se labra el aire. Las palabras son la clave de todo y tienen música dentro. Cada vez que escojo canciones que no son mías, tienen que decir las cosas justas. Si no, no las canto.
Muchos se han pasado el confinamiento en chándal, como su heroína de los 80 que iba así, “arreglá pero informal”, a comprar al súper.
Eso se lo oyó Ana, la mujer de Kiko Veneno, a una señora en el súper y lo metimos en la canción. Aquello era del pueblo y volvió al pueblo. A mí nunca me verás en chándal, tampoco en casa. El confinamiento ha trastornado a una gente más que a otra. Y eso tiene que ver con saber o no estar solo.
¿Usted sabe estarlo?
Sí. Soy a la que más le gusta una reunión y una fiesta, pero necesito la soledad para vivir. No me aburro nunca. Me faltan horas.
¿No será esta pandemia el “muro de metacrilato” que no nos deja olernos ni manosearnos del que hablaba Kiko Veneno?
Algo de eso hay. Este virus es muy antisocial. Nos impide juntarnos, abrazarnos, besarnos. Parece pensado para separarnos. Parece hecho queriendo, porque la fuerza de la gente unida nunca será vencida, y sin embargo no podemos juntarnos. Qué cosa, ¿no? Y qué bien le viene a los grandes poderes que se vayan los más débiles, para así no tener que cuidarlos. Es un virus clasista y separador de humanidades.
Hablaba antes de los afectos. ¿Ha renunciado al amor-amor?
Mira, yo he amado muchísimo. El amor ha sido siempre mi fuente de inspiración para todo: el amor, el desamor, el enamoramiento. Mi historia amorosa es bastante nutrida. Me han querido mucho. Pero ha llegado un momento en que, si no me suma, prefiero estar sola. Si cada uno tiene distintos caminos, si tiene celos profesionales, si hay diferencias vitales, si yo estoy más triste que alegre, si no le gusta el flamenco...
Menudo filtro. Así no sé yo...
Me parece, sobre todo, que lo más fundamental es tener una pasión en la vida, que alguien tenga una vida independiente de la tuya y después juntarse. Si no llega eso, prefiero estar sola.
¿Vivir sin pasión no es vida?
No creo que sin pasión, sea el trabajo, una afición, los demás, algo, se pueda vivir una vida plena. Se puede tener una vida de burócrata triste. Porque también hay burócratas alegres y apasionados.
Confiese un placer culpable.
Verás tú, yo lo que no me perdono es acostarme sin haber hecho algo, lo que sea. Entonces, me doy con la porra de pinchos. Ante la queja, acción. Ante la depresión, acción. Antes de quejarme, me pregunto si he hecho todo lo que podía. Tengo una sensación de autoexigencia brutal
¿Conoce bien la depresión?
Mucho. Alguna vez he ido a terapia y me ha servido. Pero yo me la he quitado con la acción, con el arte. Cuando he tenido un desamor fuerte, o un problema de salud, cuando salí como Martirio y fue tal montaña rusa que hasta yo me di cuenta de que estaba perdida y me quedé sola en Madrid sin saber qué hacer...
¿El famoso peaje del éxito?
Sí, se paga. Y tienes que tener la cabeza muy bien amueblada. Yo la tengo, pude salir de eso y elegir mi camino, aunque no fuera comercial. El camino que me enriquecía y que me hacía feliz. Y en ese camino sigo.
¿Cuánto duele el desamor?
Yo creo que solo te parten el corazón una vez. El resto son mordiscos, grandes o pequeños. Pero esa cosa de caérsete la ilusión, la esperanza. Eso de la comunión de las almas, en la que yo creo desde que me acuerdo. Cuando te rompen eso es muy difícil levantarse y volverte a enamorar y volvértelo a creer.
¿Pero se puede?
Sí, se puede, pero hace falta pasar el duelo, reconstruirse y, una vez reconstruido, intentar volver a encontrar a alguien para crecer. Si no, todo son anclas, y se vuelve a repetir la historia. No puedes ir a medio tú a buscar a alguien que te llene la mitad. Tienes que estar pleno para poder dar y recibir pleno. Y, entre pleno y pleno, dar el golpe.
LA ANTENA DE MARIBEL
Maribel Quiñones, Martirio para el siglo XX y el XXI, inventó su propia marca personal antes de que se llevara el 'personal branding'. La peineta, las gafas de sol y el moño la acompañan en el escenario desde que irrumpiera en la 'modernidad' musical con las 'Sevillanas del bloque', donde cantaba el mítico "con el chándal y los tacones, 'arreglá' pero informal", que tan bien retrataba a cierta sociedad de la época. Antes, había cantado el 'Libertad sin ira' con Jarcha. Desde entonces, ha transitado su propio camino alternando y fusionando copla, jazz, boleros, y el flamenco de donde bebe desde cría. En 2019, le fue concedida la Medalla de Oro de las Bellas Artes a toda su carrera, pero dilaciones varias han hecho que aún no haya habido entrega oficial de la misma. Está deseandito prendérsela.
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