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Una pintora destruye 300 plagios de sus obras valorados en un millón de euros tras 10 años de lucha por sus derechos

Rosa Torres continuó el proceso contra una clínica de estética que compró las piezas en República Domicana a pesar de que el caso fue archivado en tres ocasiones

La artista valenciana Rosa Torres destruye algunas de las 300 obras de arte que le plagiaron, este miércoles en el Centre del Carme.Vídeo: Mònica Torres | EP
Ferran Bono

Unos amigos y familiares la pusieron sobre aviso. Sospechaban que las obras que habían visto colgadas en varias clínicas de estética de una misma cadena eran copias descaradas de sus reconocibles paisajes de tonos vivos y líneas sintéticas, casi abstractas. De eso hace más de 10 años. Rosa Torres inició entonces un larguísimo litigio en defensa de su arte que pone de manifiesto “la escasa sensibilidad” de la justicia española en la defensa de la propiedad intelectual de los creadores, en palabras de su abogado, Àlex Devís.

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Hasta tres veces fue archivada la causa, en una ocasión sin practicar ninguna diligencia, y otras tantas veces recurrió la reputada creadora, que no cesó en su lucha por el reconocimiento de su mayor patrimonio como creadora, su estilo inconfundible. Finalmente, este año una sentencia le dio la razón y este miércoles, la tenaz pintora valenciana ha destruido las copias que le han generado un grave perjuicio económico y de prestigio. De ser auténticas, el valor del conjunto ascendería a más de un millón de euros, según la prueba pericial.

Ha sido una performance de reparación y denuncia: Rosa Torres en el centro de la sala gótica del espacio cultural Centre del Carme de Valencia, rasgando, cortando y pintando los lienzos tirados por el suelo o apoyados en la pared, mientras la rodeaban artistas, amigos (como el que ha llegado a ser un veterano policía de la brigada de patrimonio) y periodistas. Un acto de justicia, si bien la sentencia no condena al propietario de las clínicas. Este aseguró que desconocía la condición de plagios cuando las adquirió en el país latinoamericano, afirmación que el juez no pudo refutar, por lo que prevaleció la presunción de inocencia.

El fallo, no obstante, afirma sin ningún género de dudas que se trata de falsificaciones supuestamente atribuidas a un artista llamado Agustín Jiménez, ha insistido el otro gran protagonista de esta historia, Àlex Devís. El abogado de Torres y asesor de la asociación que le ha dado apoyo, la AVVAC (Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló) ha llevado el proceso hasta llegar a este final agridulce, aunque más feliz que desdichado. Un juzgado llegó a emitir una orden a Interpol para localizar al plagiador pero nunca se supo nada más ni del pintor ni de la Interpol.

Parca en palabras pero enérgica en sus movimientos, la artista ha detallado que estos plagios “han introducido cambios en las formas y colores” que “destruyen la configuración estética de la obra”, lo que produce un “efecto de mal gusto contrario a las propuestas estéticas muy meditadas y medidas” de sus cuadros. Ha valorado la “lucha de diez años” y ha apuntado que “es bien posible que todavía queden algunas copias en domicilios particulares”.

Por vía telemática, el abogado ha resumido algunas de las trabas judiciales: un juez trató el caso como “falsedad documental” y no como un delito contra la propiedad intelectual; tampoco “se acordó la entrada y registro en las clínicas, ni el decomisado de las obras” y pasaron "cuatro años sin que se realizara ni una sola diligencia”. Durante ese tiempo “se estaba perdiendo la posibilidad de recuperar pruebas muy importantes” que hubieran llevado a un “mejor resultado”. Devís ha detallado una serie de “despropósitos” durante el proceso y ha explicado que se pudieron recuperar las obras porque los nuevos propietarios de la cadena, al conocer el caso, las descolgaron y las pusieron a disposición judicial y de la propia artista.

El antiguo propietario de la cadena adquirió las obras, pero no se le ha condenado porque la sentencia considera “posible” que “el acusado comprara los cuadros porque le gustaban sin saber ni sospechar que consistían un plagio de Rosa Torres”, debido a que se trata de “una pintora cotizada y de prestigio, pero cuya obra es conocida en círculos profesionales”. Rosa Torres tiene obra en las colecciones de museos como el IVAM y el Reina Sofía, entre otros. Creció como creadora en la Valencia de finales de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, en compañía de artistas como el Equipo Crónica (Rafa Solbes y Manolo Valdés) o Jordi Teixidor. Las influencias de la abstracción geométrica, el pop art y el impresionismo son patentes en sus composiciones que han ido evolucionando hacia una síntesis extrema de formas y colores.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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