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El poderoso misterio de Bill Brandt, maestro del cuarto oscuro

La Fundación Mapfre inaugura en Barcelona su centro dedicado a la imagen con la primera exposición en España del fotógrafo influido por el psicoanálisis y el surrealismo

José Ángel Montañés
'El río Cuckmere', de Bill Brandt, 1963.
'El río Cuckmere', de Bill Brandt, 1963.Bill Brandt

Hermann Wilhelm Brandt (Hamburgo, 1904-Londres,1983) nació en Alemania en el seno de una rica familia de origen ruso. Pero tras haber vivido en Viena y París, e instalarse en Londres en 1934, trató de borrar sus orígenes, por su animadversión a todo lo que fuera alemán tras el ascenso del nazismo, anglicanizando su nombre a Bill y borrando sus primeros 30 años de vida. Tanto es así que en su biografía aparece como británico nacido en Londres y pasaría por ser, por su aspecto aristocrático, asiduo espectador de Ascot, las carreras de caballos que tanto le gustaba fotografiar. Así que Brandt está considerado como uno de los “fotógrafos británicos” más influyentes del siglo XX. Esta ocultación y el misterio en torno a sus orígenes también acabó calando en sus fotografías.

“Sus imágenes parecen encontrarse en el límite, causan atracción y rechazo de la vez”, explica Ramón Esparza, comisario de la muestra con la que se inaugura el KBr, el nuevo espacio que la Fundación Mapfre abre en Barcelona dedicado a la fotografía. El nuevo centro se abre además con una segunda exposición dedicada a Paul Strand a partir de los fondos de la propia entidad.

En la excepcional exposición de Brandt pueden verse 186 fotografías reveladas por él mismo a lo largo de cinco décadas. Las imágenes engloban desde el reportaje social, hasta el retrato, pasando por el desnudo y el paisaje. Y en casi todas, sean del género que sean, hay una fuerte carga poética, un halo de extrañeza y de misterio. “Bill Brandt fue un hombre que amaba los secretos y los necesitaba”, arrancaba Pau Delany en 2004 en la biografía que realizó del artista. La exposición muestra también publicaciones, algunas de sus cámaras y documentación, como la entrevista que ofreció en 1983, poco antes de morir a la BBC británica.

El valor de estas copias vintage es máximo si tenemos en cuenta que Brandt escribió en uno de sus libros, Camera in London, de 1948: “Considero esencial que el fotógrafo haga sus propias copias y ampliaciones. El efecto final de la imagen depende en gran medida de esas operaciones, y solo el fotógrafo sabe lo que pretende”.

'Estación de metro de Elephant and Castle', 1940.
'Estación de metro de Elephant and Castle', 1940.Bill Brandt

La exposición arranca con sus primeros trabajos en Viena y París, donde trabajó (gracias al poeta Ezra Pound) como asistente del fotógrafo y artista Man Ray. Aquello fue el detonante que le llevó a relacionarse con el ambiente surrealista, una corriente que impregnó a partir de entonces, y para siempre, su obra. La otra vertiente que marcó su trabajo fue el incipiente fotoperiodismo que evolucionaba en manos de jóvenes emigrantes como André Kertész.

También le influyó Brassaï al que Brandt siguió con su A Night in London, un trabajo que parecía continuar Paris la Nuit, que el francés había sacado seis años antes, y que le descubrió el mundo del arte y las fotografías de Eugène Atget y las películas surrealistas. Según Brandt, esa corriente “era lo que mejor nutría la invención fotográfica”.

Emocionado con estas posibilidades, Brandt se estableció en Londres en 1931. Se convirtió en el gran documentalista y poeta de la vida cultural y social. Trabajó para revistas como Weekly Illustrated, Lilliput y Picture Post y produjo libros de referencia: The English at Home (1936), A Night in London (1938), Camera in London (1948), Literary Britain (1951). En ellos plasmó lo que, por entonces, más le preocupaba: los contrastes sociales, las brillantes superficies de una ciudad rica e imperial, comparadas con el humilde East End. Excelentes son sus juegos de contrastes que hacía juntando imágenes de esos dos mundos contrapuestos comparando la higiene, la diversión y la comida de unos y de otros.

Tuvo que llegar la Segunda Guerra Mundial y el Blitz para que Brandt realizara dos de sus series más conocidas, encargo del ministerio del Interior británico. Una, está centrada en los londinenses que se refugiaban en los túneles del metro durante los bombardeos nocturnos, mientras la otra muestra la ciudad en superficie fantasmal, desierta y sin luces para evitar las bombas.

La guerra hace tabla rasa de la diferencia de clase, algo en lo que Brandt se había enfocado hasta ese momento. Todo aquello quedó relegado y se centró en retratar los efectos de la guerra en la población civil. Esas imágenes coincidían con las ilustraciones realizadas por Henry Moore (reunidas en la obra Shelter-Sketch-Book) y que fueron reproducidas juntas en varias publicaciones.

'Sirvienta y sirvienta segunda preparadas para servir la cena', 1936.
'Sirvienta y sirvienta segunda preparadas para servir la cena', 1936.Bill Brandt

La exposición dedica uno de sus apartados a los más de 400 retratos que realizó, muchos de ellos publicados en revistas como Picture Post y Harper’s Bazaar, a partir de 1943. Son unos retratos en los que Brandt busca el subconsciente de las personas, como escribió: “Un retrato no debe ser solo una imagen, sino un oráculo que uno interroga […] El fotógrafo tiene que esperar hasta que en la expresión del retratado ocurra algo intermedio entre el sueño y la acción”.

Ante su objetivo posaron, sobre todo, artistas y escritores, pero también políticos y hombres de negocios, siempre rodeados de objetos y escenarios que los definían. En los últimos años se centró en los ojos de artistas, como los de Henry Moore, Georges Braque y Antoni Tàpies, retratos que en la exposición se pueden ver juntos creando una escena impactante.

Y del retrato la muestra pasa al paisaje, completando así los géneros artísticos tradicionales. En las fotos de exterior predominan las “atmósferas”, con las que Brandt buscaba una respuesta emocional. “No quiere solo representar un lugar, sino captar su espíritu”, decía. Lo consigue con series como Halifax, de 1937, o en Río Cuckmere, de 1963, donde los paisajes denotan una gran carga poética y estética.

'Desnudo, Baie de Anges', Francia, 1959. / BILL BRANDT
'Desnudo, Baie de Anges', Francia, 1959. / BILL BRANDT

Pero no tanto como sus desnudos. Con una cámara Kodak de gran angular, la misma que usaba la policía para captar los escenarios del crimen, consigue que los espacios que rodean los primeros planos de partes del cuerpo femenino se conviertan en lugares oníricos llenos de misterio en los que piernas, brazos, rodillas, espaldas o glúteos crean formas abstractas. Un trabajo que no todos sus contemporáneos entendieron, pero que acabó publicado en Perspectiva de Desnudos (1961).

Brandt se podía pasar horas en el laboratorio trabajando la copia final. Manejaba el cuarto oscuro a la perfección porque en su periodo de formación aprendió toda una gama de técnicas artesanales: del aumento a la ampliación, el uso de pinceles, raspadores y otros útiles. Sus retoques acercaban sus fotografías al concepto freudiano de lo siniestro, lo unheimlich. Esparza lo muestra en la exposición comparando las imágenes originales con las copias finales, en las que se pueden ver las pinceladas de la aguada negra que ensombrecen paisajes y crean cielos tormentosos y escenas de interior.

La muestra, que forma parte de la selección oficial de PhotoESPAÑA 2020, viajará luego a la Kunstfoyer Versicherungskammer Kulturstiftung de Múnich, a la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE en Madrid y en el FOAM de Ámsterdam.


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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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