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Albert Serra: “Al festival de Cannes le debo todo”

El director catalán habla de su relación con el certamen francés y elige parte de la programación del fin de semana del canal TCM

Si el coronavirus no lo hubiera impedido, ahora estaríamos asistiendo a una nueva edición, la número 73, del festival de Cannes, el certamen cinematográfico más importante del mundo. Y uno de los cineastas que probablemente pasearía por el bulevar de La Croisette durante estos días sería Albert Serra, el director catalán que, con películas como Honor de cavalleria, La muerte de Luis XIV o Liberté, por la que ganó el año pasado el Premio Especial del Jurado de la sección Un Certain Regard (Una cierta mirada), se ha convertido en uno de los habituales de esta cita.

“A Cannes, le debo todo”, admite sin género de dudas Albert Serra. “Es mi festival preferido porque tiene la mayor difusión en el mundo y porque hay la vibración, la tensión y la expectación más grande. Es donde hay más público y más cinéfilos. Hay cine de autor mezclado con el cine americano. Todo tiene cabida. Y mostrando siempre, a pesar de los tiempos, que son difíciles, el debido respeto al cine de autor. A veces, como fue mi caso, incluso se encumbra a un cineasta”.

Albert Serra no estará en Cannes, pero sí en TCM. Desde hoy hasta el domingo 17 de mayo, los espectadores del canal podrán conocer más y mejor a este director nacido en la localidad gerundense de Banyoles en 1975. Además, Albert Serra ha seleccionado algunas películas de la programación de noche durante este fin de semana, títulos como La balada de Cable Hogue, de Sam Peckimpah; El sueño eterno, de Howard Hawks, o Frenesí, de Alfred Hitchcock.

Albert Serra estudió Filología Hispánica, Teoría de la Literatura e Historia del Arte. “Nunca se me ocurrió que pudiera acabar haciendo cine. Si lo hice, fue para divertirme”, confiesa abiertamente. Aunque ya antes había realizado algunos trabajos, se dio a conocer nacional e internacionalmente cuando su película Honor de cavalleria fue seleccionada por el Festival de Cannes en 2006. “Esta película, junto con otras, supuso una revolución del digital”, recuerda. “El digital podía servir para cualquier cosa, incluso para hacer una adaptación muy personal de El Quijote en catalán. Y que esto, visto en el contexto del cine mundial y del cine contemporáneo podía ser, no una locura ni una tontería, sino, al contrario, algo que estaba a la vanguardia”.

El cine de Albert Serra es rotundamente rompedor. “Mi cine se inspira en la actitud transgresora de los cineastas de los sesenta que, a su vez, revisitaron las vanguardias”, explica. Además, el realizador catalán no rueda de forma tradicional. “No me he puesto ni una vez en mi vida detrás de la cámara y no pienso hacerlo. No miro nunca el monitor, de hecho, no lo tengo. Siempre utilizo varias cámaras. Ningún actor, excepto Jean-Pierre Léaud en La muerte de Luis XIV, ha leído el guion de uno de mis filmes".

A Albert Serra tampoco le interesa demasiado la respuesta del público. “Una vez que la película está hecha, ¿qué me importa lo que piense la gente? No tiene ningún sentido. No la voy a modificar. Hago la película como considero que es mejor. Cómo la gente la va a ver y cómo la va a apreciar es algo que no puedo controlar. Ni me interesa ni me importa”. Los premios tampoco le quitan el sueño. “Siempre es agradable ganar premios porque es útil para las producciones futuras, pero es algo que me es indiferente”.

Lo que tiene muy claro Albert Serra es que si sus películas son tan sorprendentes, es porque la cámara capta algo que el ojo humano no ve. “La capacidad incisiva del ojo sirve para muchas cosas, pero no tiene paciencia ni concentración para otras. Y nosotros estamos supeditados a lo que la cámara ve y solo a través de ella, además, podemos descubrirlo”. Así es el cine de Albert Serra: sorprendente, transgresor, casi herético, y así va a seguir siéndolo.

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