El “milagro de Cimabue” se queda en casa
Francia prohíbe el traslado del 'Cristo burlado', el cuadro del pintor primitivo hallado por casualidad en la casa de una anciana y subastado por 24 millones de euros
Basta de sorpresas. Y de viajes. Cristo burlado, el pequeño cuadro del pintor primitivo Cenni di Pepo, llamado Cimabue (1272-1302), hallado por casualidad este año en la casa de una anciana que creía que era una obra sin valor alguno y que acabó siendo subastado por 24 millones de euros, no saldrá de Francia. El Ministerio de Cultura ha anunciado la congelación del traslado inminente de la extraordinaria —por su origen y por su hallazgo— pintura y la intención del Estado francés de adquirirla para su colección pública y exponerla, probablemente, en el museo del Louvre.
“Tras el dictamen de la Comisión de consulta de los tesoros nacionales, el ministro de Cultura ha firmado la orden rechazando el certificado de exportación en diciembre para este raro panel”, anunció el Ministerio de Cultura la noche del lunes. Al mismo tiempo, se le ha conferido la condición de “tesoro nacional” por un periodo de 30 meses, tiempo durante el cual el Estado buscará los “fondos necesarios para su adquisición en beneficio de las colecciones nacionales públicas”, con el objetivo final, indicó el ministerio, de que Cristo burlado “pueda reunirse con la Maestà”, la obra del mismo maestro primitivo italiano que se expone en el Louvre.
“Gracias al tiempo concedido por esta medida, se podrán movilizar todos los esfuerzos para que esta obra excepcional pueda enriquecer las colecciones nacionales”, celebró el ministro de Cultura, Franck Riester. Según la agencia France Presse, si al final de este plazo no se logran reunir los fondos necesarios para realizar una oferta “que tenga en cuenta los precios del mercado internacional”, según estipula la ley sobre el patrimonio, se han previsto “posibilidades de conciliación” para lograr que la obra permanezca en cualquier caso en Francia.
Con esta decisión, se frena el traslado del denominado “milagro de Cimabue”, que salió a subasta el pasado octubre con un precio inicial de entre 4 y 6 millones de euros y acabó siendo adquirido por 24 millones, convirtiéndose en la pintura primitiva más cara del mundo vendida en subasta pública. Los compradores fueron, según reveló la prensa francesa, la pareja de coleccionistas chilenos Álvaro Saieh Bendeck y Ana Guzmán Ahnfelt, instalados en Estados Unidos y especializados en el arte del Renacimiento italiano. La pareja expone actualmente su colección Alana, compuesta de 75 obras de arte de los principales maestros italianos de los siglos XIII al XVII, por primera vez en París, en el museo Jacquemart-André. Se trata, según el propio museo, de “una de las colecciones privadas de arte del Renacimiento italiano más preciosas y secretas del mundo”.
Cristo burlado, por el que pujaron museos como el Metropolitan de Nueva York, es un pequeño cuadro pintado alrededor de 1280 sobre madera de álamo de 25,8 por 20,3 centímetros. Formaba parte de una serie de paneles en los que el artista prerrenacentista plasmó escenas de la pasión de Cristo. La pintura “comparte particularidades” con otros paneles conocidos de Cimabue, La flagelación de Cristo (Nueva York, Colección Frick) y La Virgen y el niño, que está en la National Gallery de Londres.
Nada de esto sabía la nonagenaria que lo tuvo durante años colgado entre la cocina y el salón de su casa en la localidad francesa de Compiègne, al norte de París, convencida de que era una pintura, probablemente un icono ruso, sin gran valor y cuya procedencia desconocía. Su enorme error fue descubierto cuando la anciana decidió trasladarse a una residencia de la tercera edad y los familiares consultaron a una casa de subastas para tasar los enseres de la casa y ponerlos a la venta. En total, el valor de los objetos de la anciana no superó los 6.000 euros y varios muebles acabaron en el vertedero. Ese podría haber sido también el destino del Cristo burlado de no ser porque a la tasadora le llamó la atención y consultó a expertos, que acabaron certificando el inmenso valor de la obra. La propietaria original no llegará a saber nunca que el cuadro ante el que pasó durante años sin concederle mayor atención podría acabar siendo visitado por millones de curiosos en uno de los principales museos de Francia en el futuro. Según AFP, la mujer falleció poco después de la venta.
Babelia
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