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El niño prodigio de la Rusia profunda

A sus 28 años, Kantemir Balagov, director de ‘Una gran mujer’, ha ganado premios en Cannes con sus dos películas

Kantemir Balagov y Viktoria Miroshnichenko, en el rodaje de ‘Una gran mujer’. En el vídeo, tráiler de la película.
Gregorio Belinchón

La república rusa de Kabardia-Balkaria supera por poco los 865.000 habitantes. Y su capital, Nalchik, reúne a más de 250.000 vecinos. A medio camino entre el mar Negro y el mar Caspio, al norte de la cordillera del Cáucaso, parece terreno de nadie. En Nalchik se ha criado -que no nacido- un premio Nobel de Física. Poco más. Hasta la llegada de Kantemir Balagov. Con tan solo 28 años, el director ya ha proyectado sus dos primeras películas en la sección Una cierta mirada del festival de Cannes, y en ambas ocasiones se ha llevado premio. Es el niño prodigio cinematográfico del Cáucaso, y la mayor celebridad de Kabardia-Balkaria. Por teléfono, el pasado lunes, el cineasta contaba: "Yo no pienso mucho en esas cosas, o si soy joven y voy rápido. No filmo por filmar, busco temas de los que tenga algo que decir, sentimientos que quiera transmitir. Esa presión, ese estado de excitación por mi carrera me rodea, pero no sale de mí".

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Balagov nació en una familia de clase media, sin ninguna relación con el cine. Y él, más allá de que rodó con amigos una serie con capítulos de 10 minutos para Internet, no se sentía atraído por este arte. Hasta que se apuntó en la Universidad a un taller de cine impartido por Alexander Sokurov, León de Oro en Venecia con Fausto, director de prestigio. Y la vida de Balagov cambió radicalmente. Convertido hoy en cineasta estrella, estrena en España Una gran mujer, la historia de dos chicas que luchan por reconstruir sus vidas en el Leningrado de 1945, completamente arrasado tras la Segunda Guerra Mundial. Como en su primer largo, Demasiado cerca (Tesnota), el director insiste en radiografiar la violencia contra las mujeres. Ahora ha cambiado de época y de lugar. "Sonará extraño, pero el retrato de esa violencia me está sirviendo como autoconocimiento. Me siento cómodo en este universo femenino, exploro mis fronteras a través de esos personajes", asegura. Y ahonda: "No quiero asociar violencia a mujer, sino que he vivido siempre rodeado de mujeres, con mi madre y mi hermana, y en ese marco vivo abrigado".

En la base del guion está, entre otros libros, La guerra no tiene rostro de mujer, de la nobel Svetlana Alexiévich. "Me influyeron varios autores, pero la mirada femenina del conflicto bélico que muestra Alexiévich despertó mi interés, ya que ahonda en los sacrificios de generaciones de mujeres. Recuerdo que lo leí en las clases de Sokurov, y me impresionó mucho". Una gran mujer se desarrolla en un sitio concreto, Leningrado, y una época concreta, 1945, y sin embargo Balagov dota de cierta atemporalidad a su película. Como ejemplo, casi no se ven símbolos comunistas o de exaltación soviética: "Para mí el cine es un instrumento al servicio de la inmortalidad, y como los dirigentes políticos de esa etapa no me generan ninguna simpatía decidí no inmortalizarlos en mis imágenes". El director tampoco siente que hayan cambiado las cosas hoy. "Los dirigentes políticos actuales no me hacen feliz, es cierto".

"Creo en la dramaturgia del color, y de ahí el rojo y el verde. El rojo simboliza el trauma, el dolor, los hechos corrosivos; el verde apunta a la esperanza"

Del rodaje recuerda que hicieron numerosos ensayos y un preshoot (especie de película borrador) "para ajustar la posición de la cámara". A Balagov le interesa mucho el trabajo cromático, se esfuerza en que cada película se mueva dentro de unos pocos colores. "Creo en la dramaturgia del color, y de ahí el rojo y el verde. El rojo simboliza el trauma, el dolor, los hechos corrosivos; el verde apunta a la esperanza". En las emociones, Balagov apuesta por los grises, no hay héroes ni villanos, aunque sí una lucha soterrada por el control emocional: "Las dos protagonistas se quieren y se comen, se retroalimentan. Sokurov siempre me insistía en su taller que lo importante es entender a los personajes y justificarlos". ¿Aún pide consejo a Sokurov? "No como hace dos años con mi primer filme, pero de forma espiritual sigue ahí. Ha sido mi maestro y mi mentor".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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