Oda al sueño experimental
El filme está compuesto por cinco misivas al hombre que, de la mano de Warhol, se convirtió en el director de cabecera de la Factory
Desde su mismo cartel, que recuerda a la portada firmada por la fotógrafa Toni Frissell para el disco de jazz Undercurrent, de Bill Evans y Jim Hall, esta película apela al mundo onírico. Ahí, como en Sueños que el dinero puede comprar, la película de los años cuarenta que Hans Ritcher firmó junto a algunos de los grandes surrealistas, la realidad y el ensueño nacen para confundirse.
LETTERS TO PAUL MORRISEY
Dirección: Armand Rovira y Saida Benzal (cuarto episodio).
Género: experimental. España, 2018.
Duración: 78 minutos.
Letters to Paul Morrisey está compuesta por cinco misivas al hombre que, de la mano de Warhol, se convirtió en el director de cabecera de la Factory. Una oda al underground, rodada en blanco y negro en 16 milímetros, que va mudando de piel con la ayuda de piezas e imágenes audiovisuales de archivo: retales del fabuloso universo del cine experimental que van dotando a este filme de personalidad propia.
Las cartas no son iguales ni en forma ni en contenido. Tampoco en su resultado final. Destaca la breve nota sobre la adicción a los opiáceos a través de la voz en off de Joe Dallesandro, el bello muso de Morrisey, al pie de una pista de skate; el erotismo de una vampira; la extraña enfermedad auditiva que sufre una joven japonesa que se mira en François Hardy o algunos fragmentos de la carta de una olvidada actriz de Chelsea Girls, la mítica película de Warhol. Poco importa el exceso de referencias, el filme de Rovira y Benzal supera su halo de nostalgia para abrir una ventana de memoria y esperanza en un medio cada vez más acomodado a las leyes del mercado.
Babelia
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