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Crítica | La hija de un ladrón
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Huérfanos

Ópera prima de Belén Funes, el filme, con una admirable interpretación de Greta Fernández, bebe del mejor cine social europeo

Elsa Fernández-Santos
Eduard Fernández y Greta Fernández, en 'La hija de un ladrón'.
Eduard Fernández y Greta Fernández, en 'La hija de un ladrón'.

La hija de un ladrón se sostiene sobre su sobrecogedora secuencia final. El peso de ese instante recae (como el de toda esta dura y delicada película) en la pureza del rostro desconsolado de Greta Fernández, actriz que recibió la Concha de Plata en el último festival de San Sebastián por su admirable interpretación. Hasta ese momento, el espectador vive un viaje a lomos de la precariedad laboral y vital de una niña-madre en el cinturón castigado de una gran ciudad española. El lugar podría ser cualquiera, pero es Barcelona, y la protagonista, la hija de una magrebí ausente de la que no sabemos nada y de un no menos ausente padre español recién salido de la cárcel. La protagonista sobrevive sin red aunque se define de forma casi obsesiva como “una persona normal”.

LA HIJA DE UN LADRÓN

Dirección: Belén Funes.

Intérpretes: Greta Fernández, Eduard Fernández, Àlex Monner.

Género: drama, España, 2019.

Duración: 90 minutos.

Ópera prima de Belén Funes, La hija de un ladrón bebe del mejor cine social europeo (y en especial de la áspera escuela inaugurada a finales de los años noventa por los hermanos Dardenne) para construir un drama austero que no juega a la sordidez porque no lo necesita. La violencia no es explícita porque es constante, y Funes rechaza subrayar el dolor de un personaje que no tiene de nada pero lo da todo. Como cuando amorosa le corta las uñas a su bebé con sus propios dientes; cuando baña y habla a su hermano pequeño, cuando organiza su primera comunión o cuando se ducha desnuda con su bebé en brazos.

La mayor parte del tiempo la cámara se sitúa detrás del personaje principal, pisándole los talones mientras recorre las calles desde su casa de acogida a sus precarios trabajos. Su pelo mal teñido, sus trenzas y coletas nos guían en su muda rutina. La dualidad del personaje es física: la fortaleza y determinación de la nuca y la espalda frente a la vulnerabilidad del rostro de niña solitaria. La hija del ladrón es una película con personajes que no entienden de palabras, que se expresan y viven como pueden. Tiene sentido que la actriz y la directora pidiesen a Eduard Fernández, padre de Greta Fernández, interpretar a su progenitor también en la ficción. No es solo porque sea un gran actor, es que bastan sus rasgos comunes para hacer aún más evidente el doloroso estado de orfandad que cuenta esta notable película.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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