Muere a los 82 años Purita Campos, la dibujante de ‘Esther y su mundo’
La ilustradora barcelonesa trabajó durante décadas para la editorial Bruguera
Dice la ineludible Wikipedia que Purita Campos es, “probablemente, la autora más famosa del cómic español”. Se equivoca: tachen con absoluta seguridad ese adverbio con el que comienza la frase. Purificación Campos Sánchez, Purita Campos, ha sido y será la autora más famosa del cómic español. Y añadan también que la más querida: la noticia de su muerte es un mazazo inmenso para una generación de lectoras (y lectores que en aquella época nunca lo reconocieron) que creció y se formó en los años 70 alrededor de sus dibujos y de series icónicas como Esther y su mundo.
Creada como Patty’s World para el mercado británico junto al guionista Philip Douglas a principios de los setenta, la serie llegó a España en 1974 a las páginas de la revista Lily con nombre cambiado, pero idéntico espíritu combativo, contagiando libertad y aire fresco a esa sociedad tardofranquista y arrasando con cientos de miles de ejemplares semanales. No andaba muy lejos de la realidad en su pregón Javier Pérez Andujar cuando dijo que eran “las historias más leídas de nuestro mundo”: Esther o Patty eran una expresión de libertad adolescente que tuvo éxito allá donde se publicó, prolongándose sus aventuras durante casi veinte años, ahí es nada. Pero su triunfo no debía ser inesperado, porque Purita se había formado en la cantera de la Escuela Bruguera, primero en las revistas femeninas como Dalia, Sissi o Blanca, para pasar después a la famosa Can-Can, coincidiendo con genios como Conti, Vázquez, Raf o Cifré que marcaron la historia del cómic en España.
Su estilo de dibujo naturalista, con influencias de Jesús Blasco o Hugo Pratt, era perfecto para aportar modernidad a su personaje, convirtiéndose pronto en el símbolo de una generación de jóvenes lectoras, que nunca olvidaron a su heroína. De hecho, cuando ya entrado el siglo XXI la editorial Glénat recuperó en cuidados volúmenes recopilatorios Esther y su mundo siguiendo su política de recuperación de clásicos del cómic patrio, el fenómeno volvió a estallar con una fuerza inusitada que se tradujo en ventas estratosféricas. No fue solo una confirmación del poder incuestionable de la nostalgia -que sin duda lo era-, sino que también fue el inicio claro de un movimiento de reivindicación de la autoría femenina en el cómic español.
Con el apoyo de la recién creada Asociación de Autoras de Cómic, Purita Campos se convirtió en referente y símbolo de una generación ocultada de autoras que trabajó desde agencias y editoriales durante décadas en este país, doblemente negadas por ser mujeres y trabajar dibujando ese arte de segunda llamado historieta. Fue la punta de lanza de la reivindación de las Nuria Pompeia, Trini Tinturé, Rosa Galcerán o Isabel Bas, que iluminaron el cómic español en los años 60 y 70 sin que casi nadie lo supiera. Purita se reconocía como una combativa trabajadora del lápiz que hablaba con energía y defendía su obra con decisión, pero también a su profesión y a sus compañeras, con la misma pasión con la que volvió a coger los lápices para dar nueva vida a su personaje, esta vez junto al guionista Carlos Portela, en Las nuevas aventuras de Esther, haciéndola crecer hasta los 35 años y enfrentándola a los mismos problemas que compartían con aquellas que habían sido sus lectoras y creando otro éxito apabullante. Medalla al Mérito de las Bellas Artes 2009 y Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona 2013, Purita Campos recibió en vida un reconocimiento necesario y el cariño de un público que le agradeció haber creado un mundo en el que se reconocían.
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