_
_
_
_
UNIVERSOS PARALELOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Quitando el polvo a la escoba

Elmore James fue un cantante explosivo y un guitarrista de alta intensidad. En su tiempo, pasó desapercibido

Elmore James actuando con el saxofonista J. T. Brown en una imagen sin datar.
Elmore James actuando con el saxofonista J. T. Brown en una imagen sin datar.
Diego A. Manrique

Lo peor es levantar el campamento. Cuando se termina un espacio de radio, suelen quedarse programas que no llegaste a grabar. Eso se traduce en montoncitos huérfanos de discos, junto con algún libro y revistas pertinentes. La perspectiva de desmontarlos puede paralizarte: cada pila representa horas de trabajo. Días, cuando se trata de alguien con una discografía tan puñetera como la de Elmore James.

Elmore tuvo una vida breve y desdichada: nació allá por 1918 en las profundidades de Misisipi y murió en Chicago en 1963, con 45 años. Pertenecía a la generación de Muddy Waters, la de aquellos bluesmen rurales que viajaron a la gran ciudad y se electrificaron. A su modo: algunas de las escasas fotos de Elmore le muestran tocando sin púa una guitarra acústica con pastilla; con la mano izquierda raspaba las cuerdas con un tubo metálico o un cuello de botella, lo que se conocía como slide.

Al menos, esa es la teoría. Su admirador Ry Cooder ha intentado reproducir su feroz sonido con un método similar y dice que no, que de ninguna manera: o tenía poderes sobrenaturales o bien usaba otra guitarra para grabar (y es cierto, hay fotos en las que aferra una Silvertone eléctrica). Otra posibilidad es que Elmore, un manitas en cuestiones electrónicas, customizara su equipo. El principal testigo, su primo y acompañante Homesick James, podía contar una cosa y la contraria, antes de terminar atribuyéndose todos los méritos del difunto. Y no hay filmaciones de Elmore James en acción.

Lo que nos asombra es que un estilista de semejante nivel nunca saliera del anonimato del gueto. Tenía mala salud, es verdad, aparte de escaquearse cuando podía. Sin embargo, ahora mismo se encuentran toneladas de álbumes con su nombre (y portadas de diseño atractivo) pero en sus 12 años de profesional no llegó a grabar ni un solo elepé: era artista que se expresaba en discos de dos canciones, primero pizarras de 78 rpm y luego sencillos de 45 rpm. Ocurrió que su primer tema editado, una actualización de Robert Johnson titulada Dust My Broom, fue un éxito en 1951. Se solía atribuir un sentido erótico a lo de “quitarle el polvo a mi escoba” pero la expresión se refería a largarse de un lugar a toda prisa.

Una de las muchas antologías de Elmore James.
Una de las muchas antologías de Elmore James.

Elmore sacó discos en una docena de sellos y, por imposiciones o por comodidad, siempre terminaba registrando variaciones de Dust My Broom con títulos diversos. Lo que no significa que esa fuera su única baza: su voz vehemente funcionaba en temas lentos, sus instrumentales estaban pensados para hacer bailar, hasta se acercaba al jazz o a los ritmos afocubanos.

En realidad, aunque grabó muchos temas ajenos, también firmó piezas memorables: Bleeding Heart, Shake Your Moneymaker, Hawaiian Boogie o The Sky is Crying, que fueron recreadas en los años sesenta y setenta por gente del rock. Pero evitemos esos asuntos, que terminan reduciendo a los bluesmen a la categoría de proveedores de repertorio para músicos millonarios.

El problema de montar un programa con discos de Elmore James es precisamente su abundancia. Dado que se grababa con la banda tocando en directo, encuentras muchas tomas del mismo tema, ocasionalmente evolucionadas hasta convertirse casi en una canción diferente. También varía la calidad sonora: Elmore pasó por estudios de Jackson, Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Nueva Orleans. A veces lo hacía en condiciones clandestinas: no estaba al día con el Sindicato de Músicos.

Finalmente, decido dejar juntos sus discos y los libros que tratan de su obra. Los uso ahora para escribir sobre un creador tan áspero como abrumador. Elmore James, señoras y caballeros.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_