Mala Rodríguez: “Las nuevas raperas son como las hijas que no he parío”
La jerezana dice sentirse más poderosa que nunca a sus 40 años de edad y 20 de carrera y se confiesa "sobrecogida" al recibir el Premio Nacional de las Nuevas Músicas
Sucede algo curioso con María, Mala, Rodríguez. Al principio, choca su aparente distancia de diva de lo suyo. De aquí no saco nada ni a sacacorchos, te dices, viendo el nutrido y variopinto séquito de colaboradores que la asisten en la entrevista celebrada en la sede de su discográfica. Falsa alarma. En cuanto nos sentamos frente a frente, Mala no hace honor a su nombre de guerra. Tampoco es que quiera caerte simpática ni venderte su disco. Pero demuestra genuino interés por la conversación y se involucra hasta el punto de preguntar ella misma. Al final, te vas pensando que a santo de qué tanta corte. Se basta y se sobra.
¿De dónde le viene el aplomo?
De mi madre. Una mujer que se hizo a ella misma, me tuvo a los 17 y me ha criado sola. Nunca me puso freno y siempre me ha escuchado. Los padres están siempre tratando de manipular o hiperproteger o juzgar a los hijos. Ella me dejó ser yo, caer y levantarme.
¿Hará lo mismo con su hija?
Uf, tiene tres años y estoy por darla en adopción. Es ingobernable e imposible. Pero yo creo que eso está bien, porque los hijos no son nuestros, son de la vida.
Pues ahora se llevan las hipermadres.
Yo soy más bien la antimadre.
¿Por qué compone y canta?
'Dame bien'
Así, sin anestesia, se titula el nuevo tema de María, Mala, Rodríguez (Jerez de la Frontera, Cádiz, 40 años). La rapera, Premio Nacional de las Nuevas Músicas, lleva rimando letras feministas desde 2000, antes de que a otras se les cayeran los dientes de leche. Chula y tierna a la vez, no es ni de lejos tan mala como se pinta.
Porque lo necesito, porque si no me pongo mal, gorda, triste. La felicidad que me da escribir es tan grande que cuando no lo hago, o no estoy inspirada y no escribo algo bueno de verdad, el mundo no tiene sentido. Es deprimente.
Pelín hiperexigente, ¿no?
Mucho, al extremo, mal. Pero cada una es como es. Hay a quien le gusta tener la casa muy limpia.
¿Es tan intensita desde cría?
Sí. Desde los 4 o 6 años escribo cositas, me inventaba canciones. Y desde los 15 o 16 llevo rapeando. El rap me volvió loca porque mi motivación es contar cosas y esto es poesía con ritmo, cantar y contar, lo que más me puede flipar.
¿El español rima bien? Yo rimo en andaluz. Otros raperos de Sevilla trataban de forzar su lengua para que se les entendiera, con esa falta de autoestima de pensar que tienes que neutralizarte para ser aceptado. Pero yo dije, por mi coño yo hablo así y así rapeo, y eso fue lo que me hizo diferenciarme.
'Dame bien', titula su disco ¿Le gusta mandar siempre?
Sí. Yo soy quien mando hasta cuando pido que me manden.
“Yo marco el minuto”, escribía ya en 2000. ¿Cree que su rap feminista llegó antes de tiempo?
No diría eso, pero me sentí desubicada mucho tiempo. Me sentía incómoda hablando de sexo. En mi casa nunca me habían juzgado, pero no sabía que el mundo era diferente. Estaba claro que no iba a sonar en la radio, porque no era el momento. Hoy, sí. Hoy suena y está todo perfecto, aunque los pollaviejas no lo entiendan.
¿No se quieren enterar?
Ni se enteran ni lo van a entender. Hasta que no se mueran no va a haber un cambio total, porque si tú te has educado en unos estándares y unos valores, es muy difícil que cambies. No tengo ninguna acritud por ellos y no me como ninguna bronca con alguien que no me va a entender. Por eso me fascina que la mujer esté tan preguntona, tan decidida a hablar, sin tanta vergüenza y se esté educando en otros valores.
Chándal, corsé y liguero, bailarinas detrás en plan jefaza... ¿No le dan ganas de decirles a las nuevas raperas “eso ya lo hice”?
No, fíjate, lo que me da es alegría de verlas y oírlas. Digo, míralas, son las hijas que no he parío.
¿El perreo no es machista?
El perreo es lo más divertido que hay musicalmente ahora mismo. La mujer se está apropiando de códigos que antes solo eran masculinos, y eso es fantástico.
Hay quien le afea que ahora sea tan hedonista en sus letras.
Es que yo también estoy así. Pletórica. A los 40 me siento más poderosa que nunca. Me estoy disfrutando a mí misma muchísimo.
Qué envidia, hija de mi vida.
Sí, pero ya me tocaba, eh.
¿Las ha pasado canutas?
Bueno. No lo he tenido muy fácil. Entonces, ahora, qué cabrones, ¿quieren verme en un puto basurero, o qué? No, eso ya lo he pasado. Tengo que seguir creciendo, viendo, observando.
¿Es tan chula como parece?
Sí. Hoy es una puta movida lo de tener que ser majo. Me molesta. Igual soy un poco más borde que otros, no me muero por agradar, soy de otra manera, tengo otros tiempos, pero quienes me conocen tienen una buena opinión de mí, y si no, pregunta.
Le han dado un premio superinstitucional. ¿Sorprendida?
Muchísimo, porque no había tenido muestras de amor aquí en mucho tiempo. Ahora me ha tocado reencontrarme con España y he sentido un abrazo, una comunión. Pensaba que no había tenido éxito, que lo que a mí me rompía no llegaba al corazón, que no me estaban entendiendo, y resulta que me habían entendido y yo no lo sabía. Estoy sobrecogida.
Pues de mala tiene poco.
Hoy todas son malas, pero yo soy La Mala, y eso es importante matizarlo.
Babelia
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