Una maravillosa mentira
El conjunto se convierte en una descacharrante comedia metalingüística, de una enorme complejidad siendo particularmente sencilla
El término corte es el gran protagonista de una de las películas más estimulantes del cine reciente: en el sentido de acción y efecto del verbo cortar; en el del filo con el que se taja algo, por ejemplo, una cabeza desmembrada de su cuello; y también en el más puro sentido cinematográfico, con la técnica de edición para cambiar de plano, y con el de la habitual voz del director para culminar una toma cualquiera en un rodaje. One Cut Of The Dead, tercer largometraje del japonés Sinichiro Ueda, es, como también se ha dicho insistentemente de Érase una vez en Hollywood, una carta de amor al cine. A su fase de realización y al acto de filmar y, como consecuencia, a la celebración delante de una pantalla por parte del público. A sus risas y a su asombro. Ueda ha compuesto una deslumbrante comedia de terror.
ONE CUT OF THE DEAD
Dirección: Sinichiro Ueda.
Intérpretes: Takayuki Hamatso, Yuzuki Akiyama, Arumi Shuhama, Iroshi Ichihara.
Género: comedia. Japón, 2017.
Duración: 96 minutos.
Que el cine es una gran y maravillosa mentira ya lo sabíamos. Pero hasta ahora no nos lo habían puesto delante de los ojos con esa gracia. Ueda divide en dos partes su película, extraña e inclasificable a pesar de haber sido definida con reiteración como “el Zombies party japonés”. En la primera, sin corte alguno y en un plano secuencia imborrable para la memoria, se narra el relato del rodaje de una película de bajo presupuesto de muertos vivientes que se vuelve contra sí misma cuando los reanimados reales parecen empezar a asaltar a los de ficción en su día de trabajo fílmico.
En la segunda, tras 35 minutos de espectacular continuidad sin cortes, se entra en el terreno de una especie de Así se hizo…, que trasciende la propia explicación del oficio del cine y de la construcción narrativa para aterrizar en un terreno mucho más sugestivo: el del alborozo, la sorpresa y la gloriosa desmitificación.
El conjunto se convierte así en una descacharrante comedia metalingüística, de una enorme complejidad siendo particularmente sencilla, donde lo en apariencia ridículo adquiere la condición de sublime, como una versión cafre del elevado cinema vérite. Una filigrana narrativa con la que el espectador, entre carcajadas, puede hacer el ejercicio mental de sumar la cámara que realmente filma a las diversas cámaras de ficción que se alinean a lo largo del encuadre, englobando así un espectacular fuera de campo en su mirada interior. One Cut Of The Dead, con su originalidad, emana amor al oficio del cine, y con su modestia, hace honor al lema de su director en la ficción representada: “Rápido y barato, pero presentable”.
Babelia
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