El cantautor accidental
Es un retrato a varias voces en torno a un creador al que las circunstancias dejan en fuera de campo de los testimonios en presente
Es difícil saber lo que hubiese sido este documental si la realidad no le hubiera puesto un inoportuno –y aparatoso- palo en las ruedas: el infarto y la larga convalecencia de su protagonista, con dilatado estado de coma entre un punto y otro. Buen testimonio de la flexibilidad de reflejos de su responsable, Gaizka Urresti, y de su comprensión del género como discurso abierto a la injerencia del azar es que este Aute retrato se haya hecho realidad: solo que no es, como el título sugiere, un autorretrato, sino un retrato a varias voces en torno a un creador al que las circunstancias dejan en fuera de campo de los testimonios en presente. Y, también, un trabajo que levanta acta de esa condición inmanejable de lo real: algunas de las voces convocadas ya no están entre nosotros.
AUTE RETRATO
Dirección: Gaizka Urresti.
Género: documental. España, 2019.
Duración: 98 minutos.
Aute retrato abusa de los bustos parlantes, brilla en el manejo de un variado y rico material de archivo y comete el, a consideración de este crítico, mayúsculo error de no conceder un mayor protagonismo a las canciones de este cantautor accidental, que llegó a la expresión poética de la mano de la pintura y a los escenarios a golpe de insistencia externa. Luis Eduardo Aute es, en el fondo, muchos autes, pero Urresti subraya que, debajo de todos ellos, pervive el niño asomado al asombro del mundo.
El documental recuerda detalles de la carrera del cantautor que hasta el incondicional podría haber olvidado: su participación en el proyecto Forgesound, que convirtió en canción el universo de Forges; su buena mano para la canción satírica; su incursión en la ficción televisiva con Ceesepe en cabeza de reparto… Aute retrato registra, asimismo, gestos reveladores y valiosos –su palpable placer en sus últimos encuentros con el público como recitador-, evoca la insólita dicha de encontrar en la industria discográfica a pasionales amantes de la música –ahí aparece Gonzalo García Pelayo- y deja en el aire alguna pregunta inquietante -¿por qué a los cantautores de la Transición parece incomodarles tanto la coyuntural politización de sus temas?-. El resultado puede hacer converso al que no era fan.
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