Gaudí, un personaje incómodo para la ficción
La publicación de una nueva novela sobre el arquitecto invita a revisar cómo la literatura y el cine lo han tratado
“Los novelas sobre Gaudí las tengo en la parte alta de la biblioteca, para no consultarlas, porque lo que hacen es confundirte, mezclar la realidad y la ficción. No quiero gastar mi tiempo en algo que no aporta nada nuevo. Es como cuando los diseñadores gráficos explican a Gaudí mezclando del dragón del Park Güell y la columna de la Casa Batlló y todo pierde escala y sentido”. Lluís Gueilburt lleva más de 30 años investigando a Antoni Gaudí y cuenta con una biblioteca con más de 400 libros sobre él, entre ellos una docena de novelas sobre el creador. Siempre crítico con el uso que se ha hecho del arquitecto y de su obra, reivindica la necesidad de una fundación, como la que existe con Dalí, Miró o Tàpies, que investigue y vele por su legado. “Para el Año Gaudí, me pidieron que hiciera un guion para una película y me sugirieron cosas como que correteara de pequeño por las playas cercanas a Reus; algo ridículo porque cuando tenía siete años, no caminaba. Quieren hacer novelas y películas llenas de misterios y de secretos sobre Gaudí, pero su secreto está en las cosas que no se han investigad: sus cartas, documentos y trabajo”. Y termina, “Gaudí no da para novelas ni películas porque su vida no es divertida”.
Sólo existexen una docena de novelas y dos films que hablan
Y es que, pese a su fama, el peso de su figura resulta incómodo para la literatura y el cine, que lo han mirado de reojo centrándose en su obra que aparece como decorado de lujo para narrar y filmar otras historias. Desde Barcelona, perla del Mediterráneo rodada por Cabot Film en 1912 hasta Vicky, Cristina, Barcelona, de Woody Allen en 2008.
Pese a eso, ayer se puso a la venta Yo Gaudí (Galaxia Gutenberg, en catalán y castellano), una novela escrita por Xavier Güell, tataranieto del mecenas Eusebi Güell, en la que hace hablar al arquitecto para repasar, en forma de carta, su vida, su obra y su pensamiento y desvelar algunos de los misterios que siempre lo han rodeado, como su lugar de nacimiento o si era masón o no.
La novela de Güell es la última de una pequeña lista de apenas una docena de títulos en los que Gaudí ha pasado a ser un personaje de ficción, envuelto casi siempre en misterios, intrigas e incluso asesinatos. Entre los títulos, uno firmado por otra descendiente del mecenas, Carme Güell que escribió Gaudí y el conde de Güell. El artista y el mecenas (Martínez Roca, 2001), Ana María Férrin, Gaudí. De piedra y fuego (Jaraquemada, 2001), Juanjo Navarro Arisa, Gaudí, el arquitecto de Dios (Planeta, 2002), Esteban Martín y Andreu Carranza, La clave Gaudí (Plaza & Janés, 2007), Mario Lacruz, Gaudí, la novela de una vida (Funambulista, 2010), Andrés Vidal, El sueño de la ciudad (Planeta, 2012) y Aro Sáinz de la Maza, El asesino de La Pedrera (RBA, 2012), Lluc Oliveras, El método Gaudí (Ediciones B, 2013) y Teresa Roig El arquitecto de sueños (Columna / Roca Editorial, 2014).
López Vázquez hizo de Gaudí el 1974, pero la película no se estrenó nunca
En todas son fundamentales los datos de las también escasas biografías de Gaudí: la de Josep Francesc Ràfols (1928), Joan Bassegoda Nonell (1989) y Josep Maria Tarragona (1999 y 2016).
En el mundo del cine la suerte ha sido parecida y pese a la categoría y fama del personaje son pocas las películas que ha protagonizado. De hecho, no cuenta con un biopic moderno y solo existen dos largometrajes que repasan su vida: Gaudí, de José María Argemí, rodada en 1960 y Antoni Gaudí, una visión inacabada, de John Alaimo, protagonizada, de forma sorprendente en 1974, por José Luis López Vázquez. La película que repasa las últimas 24 horas de Gaudí no se estrenó nunca por problema con la productora y las cintas fueron embargadas y se perdieron hasta que se encontraron en 2009.
En 1988 Manuel Huerga también se atrevió con el personaje y estrenó su Gaudí. Según ha explicado el realizador tuvo que replantear su proyecto después de comprobar que “Gaudí no existía. No había ni una sola imagen de él paseando ni de sus obras en construcción”. Por lo que decidió inventárselo y crear un falso documental rodado en blanco y negro. “Sólo así pude verme con ánimos de acercarme a la insulsa vida del genial arquitecto”. Existe también algún cortometraje, como Güell i Gaudí, un projecte comú realizado con motivo del Año Gaudí en 2002 por Joan Riedweg, con Ramon Madaula y Abel Folk y un buen número de documentales. Todos se mueven entre dos visiones que se repiten, como en la literatura, siempre: la exaltación de su religiosidad y el paso de una juventud anticlerical cercana al anarquismo que mutó en la madurez en una vida de penitencia, pobreza y trabajo obsesivo.
Gaudí también ha sido tratado en el mundo del dibujo animado y el cómic. Ha sido compañero de aventuras de Las Tres bessones y Los Lunnis y en 2018 se publicó El Fantasma de Gaudí (Dibbuks), un thriller firmado por El Torres y Jesús A. Iglesias, en el que el fantasma del arquitecto ayuda a desvelar quien es el asesino que mutila a personas en sus edificios.
Xavier Güell: “Me hace llorar lo que pasa en la Sagrada Familia”
Desde pequeño convivió con los muebles que creó Antoni Gaudí para su familia y su padre y su abuelo no paraban de hablar y contar historias del arquitecto. "Siempre ha sido un mito para nosotros. En Japón nos conocen gracias a él". Era lógico que Xavier Güell (Barcelona, 1956), tataranieto de Eusebi Güell, el gran amigo y mecenas del arquitecto, acabara escribiendo Yo Gaudí (Galaxia Gutenberg) una novela sobre este personaje, tan desconocido como mundialmente conocidas son sus obras.
Güell utiliza el recurso del manuscrito encontrado, que siempre da verosimilitud, a partir de encontrar 21 cartas escritas por Gaudí en los casi dos meses de 1911 que duró su convalecencia en Puigcerdà por fiebres de Malta. Las cartas, dirigidas a su joven amigo Alfonso Trias, aparecen tras descubrirlas uno de sus albaceas, el doctor Pere Santaló, en un cajón secreto que Gaudí tenía en la Sagrada Familia, después de morir atropellado por un tranvía en 1926.
Güell presenta y defiende su trabajo tan apasionadamente como Gaudí tuvo que defender el suyo. En un momento dado los ojos se le llenan de lágrimas y explica: “Me hace llorar lo que pasa en la Sagrada Familia, cómo se ha desnaturalizado su trabajo” y añade: “Pero Gaudí fue el responsable. Es de los pocos actos mezquinos e insolidarios que tuvo, por que Gaudí le había dicho a Josep Maria Jujol que él continuaría el trabajo, ya que era el más dotado de todos sus discípulos, pero en el último momento cambió de opinión”. Preguntado si existe algún documento que confirme este punto: “Estoy convencido de ello, trabajo con la intuición. Interpreto, pero siendo respetuoso y riguroso con los hechos y las personas”.
Babelia
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