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El cuento soñado de Love of Lesbian

Tras llenar cinco días en Madrid, la banda catalana llega al Teatre Condal de Barcelona para rematar su gira más íntima, ‘Espejos y Espejismos’

De izquierda a derecha: Ricky Falkner, Dani Ferrer, Jordi Roig, Santi Balmes, Julián Saldarriaga, Guillem Albà y Oriol Bonet.
De izquierda a derecha: Ricky Falkner, Dani Ferrer, Jordi Roig, Santi Balmes, Julián Saldarriaga, Guillem Albà y Oriol Bonet.

Como si se tratase de un evento más del programa de fiestas de San Isidro, los catalanes Love of Lesbian aterrizaron en el Teatro Español para ofrecer, del 14 al 19 de mayo, el que probablemente es el espectáculo más especial de su carrera. Espejos y espejismos es la nueva propuesta de la banda, un concierto teatralizado que viaja por la memoria de Santi Balmes, Julián Saldarriaga y compañía, un homenaje a sus más de 20 años de trayectoria. Coincide, además, con el décimo aniversario de 1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna) (2009, Music Bus/Warner), el disco que los catapultó y transformó en una de las agrupaciones más importantes e influyentes de España.

Espejos y Espejismos echará el cierre con una traca final de diez conciertos (del 28 de mayo al 9 de junio) en el Teatre Condal de Barcelona, su casa. Han sido más de seis meses en los que la banda ha llenado los teatros de Gijón, Valladolid, Santiago o Málaga. Las entradas de Madrid se agotaron en pocas semanas, lo que certifica la especial complicidad con el público de la capital. Su triunfo destaca por la premisa del espectáculo: muy alejado de esos conciertos festivaleros a los que tan acostumbrados nos tienen. El propio Balmes bromeaba con su abundante presencia en los carteles de los macroeventos y avisaba a los “pagafantas”: “Hoy lo vais a tener complicado si solo os sabéis los hits. Lo siento”.

Se trata de la actuación más intimista y personal de la banda. El fondo radica en un viaje hacia el recuerdo y los sueños, a cómo han evolucionado y todas las cosas que han pasado por el camino, también a las que nunca ocurrieron. La idea ya planeaba sobre sus cabezas desde mucho antes de que miles de personas corearan sus estribillos. Si Espejos y Espejismos no ha nacido antes probablemente sea porque los caminos de Love of Lesbian todavía no habían coincidido con los del artista y escenógrafo Guillem Albà, quien consigue captar con inusitada maestría el imaginario que rodea a la banda y a sus canciones, y darle forma a través de objetos como cajas de madera vacías, sombras chinas, títeres, una bolsa enorme inflable e incluso un zepelín gigante. Albà y su equipo hacen magia.

Balmes, con mirada penetrante hacia el público que pasa buena parte del espectáculo bajo una luz tenue, prepara de entrada a su audiencia para un viaje distinto. Lo que Love of Lesbian hace en esta gira es contar un cuento, algo que está en la raíz creativa del grupo. No es casualidad que su líder lleve ya cinco libros publicados. El relato comienza con Nada, en un escenario que recrea un almacén repleto de recuerdos, y termina en una azotea estrellada que bien podría ser la de la emotiva Domingo astromántico o de Oniria e Insomnia. Balmes habla con su público, le mira a los ojos e incluso le replica. Se escuchan algunos clásicos y otros que no lo son tanto: Cuestiones de familia, Carta a todas tus catástrofes, Planeador, o Los días no vividos. Canción a canción va despejándose el escenario. Para Love of Lesbian, revisar la memoria es una terapia con la que limpiar las emociones.

En el concierto del 18 de mayo el Teatro Español vive uno de los momentos más emotivos con la aparición casual de uno símbolos de la unión entre la banda y sus fans. A ritmo de Segundo Asalto —el único gran hit de una velada en la que no están Club de fans de John Boy, Allí donde solíamos gritar o Incendios de nieve—, casi desnuda de instrumentos, Balmes asalta —valga la redundancia— desde el patio de butacas a Marina Francisco, la imagen de la portada y de todos los videoclips del 1999, que no solo marcó la vida de los músicos, sino también la de muchos de los allí presentes. Todo el patio de butacas corea la canción con cuidado de no levantar demasiado la voz. Luego rompe en aplausos.

La gira acaba en Barcelona, donde aún hay entradas. Madrid era la penúltima parada: “Hemos hecho todo lo que hay que hacer en San Isidro”. Alguien grita desde la platea: “¿Y el chotis?”. Balmes sonríe: “Bueno, todo menos el chotis”.

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