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Muere a los 68 años Mambrino, la empatía y el humor del crucigrama

José Luis Herencia fue crucigramista de EL PAÍS desde 2002 y elaboró otros muchos pasatiempos, algunos de invención propia

José Luis Herencia Robles, 'Mambrino'.
José Luis Herencia Robles, 'Mambrino'.

José Luis Herencia Robles, Mambrino, autor del crucigrama diario de EL PAÍS desde el 1 de mayo de 2002 y de otros muchos juegos en este periódico, ha muerto este miércoles en Madrid a los 68 años. Deja como legado una legión de seguidores y miles de pasatiempos hechos con un estilo personalísimo en el que conjugaba su gran erudición, un inteligente sentido del humor y una cálida empatía con los lectores, a los que convirtió en cómplices de sus acertijos y juegos de palabras.

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El primer crucigrama del maestro Mambrino

Nació en Madrid en 1951. Era el mayor de tres hermanos cuyo padre murió cuando él tenía tres años. Desde muy pequeño sintió una vocación especial por el arte y la literatura. A los seis años resolvía con inexplicable facilidad los crucigramas de Ocón de Oro en el diario Abc. Esa afición, innata, discurrió en paralelo a su vida. José Luis era un chico del barrio de las Letras que participó en los movimientos que cambiaron la España de entonces, pero de una manera existencial o más bien colateral. Las peleas de pandillas de mods y rockers, la muerte de Carrero, que le pilló en la mili y en cuyo entierro hubo de desfilar, los movimientos en la universidad cuando estudiaba para aparejador, sus estudios de cinematografía y la Movida. Todo aquello lo vivió y disfrutó con intensidad, pero siempre trabajando en sus pasatiempos.

Tras casarse con Araceli Vivanco, su compañera desde la juventud, se trasladó a Colmenar Viejo, donde ha vivido junto a ella desde entonces. De una manera azarosa comenzó a colaborar en Crucigramas Yayo, que publicaba unas pequeñas revistas de bolsillo. Entonces su nombre, aunque realizaba todos los pasatiempos, crucis, sopas... ni aparecía en la cabecera. Poco tiempo después se convierte en Mambrino y crea su propio estilo como crucigramista, basado en la imaginación, en el juego de ideas y palabras, partiendo de planteamientos como pequeños jeroglíficos que hay que destilar para llegar a la respuesta. Su facilidad para casar palabras era increíble. Y le gustaba ponerlo y ponérselo difícil. Casar palabras con grupos de consonantes seguidas, elegir un tema, por ejemplo, futbolistas del Real Madrid, su equipo del alma, del que conseguía incluir 8 o 10 sin mayor problema.

Mambrino tomó el testigo de su maestro Tíbor Reves del Rez, Peko, primer crucigramista de EL PAÍS, su periódico querido, haciendo el cruci diario y luego el blanco, el empire, el ajilimójilis y otros que se había inventado. Se sentía feliz cuando personas como Vicente del Bosque, a quien admiraba, se declaraban aficionados a sus juegos. Y le dolía cuando recibía alguna crítica en una carta al director, porque era extremadamente cuidadoso con las definiciones y sobre todo con no herir sensibilidades. Dos horas de lectura del ejemplar diario de EL PAÍS marcaban el inicio de su jornada.

En los últimos tiempos, y a medida que la edad le fue robando la intensidad emotiva y relacional, los crucigramas se convirtieron en el centro de su vida. A ellos, entre cigarrillo y cigarrillo, dedicaba casi todo su tiempo. Sabía que tenía aficionados de todas las edades, personas a las que no conocía, pero a las que sentía al otro lado y a las que entregaba todo su ingenio. Quizá la vida, desde que nacemos hasta el final, es una forma de pasatiempo. Y en eso Mambrino, Pepe Herencia, era un auténtico maestro.

Fernando Herencia es hermano de Mambrino.

Una leyenda

TARKUS

En el mundo de los crucigramas, Mambrino ha sido una leyenda. Para mí todo un referente y un artista de gran talento, imaginación y cultura. Desde que en los primeros años de la pasada década tomara el testigo del inolvidable Peko —el gran Tibor Reves— su ingenio no ha parado de sorprenderme. Apasionado de la literatura, la actualidad y los juegos de palabras, el trabajo de Mambrino en las páginas de EL PAIS ha sido en estos años una exhibibición de creatividad, humor e inteligencia, esas raras cualidades que distinguen a los mejores crucigramistas. Con su fallecimiento, la profesión ve irse a un magnífico creador en el noble oficio de cruzar y definir palabras. Compartir durante este tiempo las páginas de este periódico con Mambrino ha representado para mí, además de una fuente de diversión e inspiración, un enorme orgullo. ¡Hasta siempre, maestro!

Eduardo Delgado, Tarkus, elaborará el crucigrama diario de EL PAÍS a partir del 1 de julio. EL PAÍS seguirá publicando hasta el 30 de junio los pasatiempos de Mambrino, a partir del material inédito que dejó preparado antes de fallecer.

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