África en bicicleta y con cine
En verano de 2015 Isabel Segura y Carmelo López emprendieron una aventura que llevaban tiempo planeando un viaje que les supuso dos años, 216 proyecciones y 18.000 kilómetros
En verano de 2015 Isabel Segura y Carmelo López emprendieron una aventura que llevaban mucho tiempo planeando. Durante más de dos años recorrieron África en bicicleta proyectando películas mediante un sistema que se accionaba gracias al pedaleo de los espectadores y que les permitía organizar sesiones de cine incluso en lugares en los que no había electricidad. Salieron de Madrid y durante meses viajaron por África de norte a sur hasta llegar a Madagascar. Recorrieron 18.000 kilómetros, hicieron más de 200 proyecciones en centros culturales, sedes de ONG, hospitales… También en aldeas en las que su llegada suponía un gran acontecimiento.
Durante su viaje, Isabel y Carmelo grabaron sus vivencias con tres pequeñas cámaras. Fueron filmando paisajes, encuentros a lo largo de la ruta, rostros de espectadores que veían cine por primera vez… Un diario en imágenes que, además de registrar lo que iban encontrando en el camino, suponía también un espacio en el que expresar sus inquietudes y emociones: instantes de felicidad y disfrute, pero también momentos de duda que a veces les llevaban a plantearse si en realidad el proyecto tenía sentido.
Con ese material TCM ha producido el documental África en Cinecicleta, que se estrena esta noche en el canal y que estará disponible en lo servicios bajo demanda de las plataformas de televisión de pago.
“En nuestros viajes en bicicleta anteriores habíamos recibido mucho de la gente que nos encontrábamos en el camino”, dice Carmelo López. “Nos planteamos este proyecto como una forma de dar algo a cambio. Ofrecer cine a cambio de hospitalidad”.
“Una de nuestras fuentes de inspiración fueron las Misiones Pedagógicas, que en los años treinta llevaron cultura y cine a lugares muy remotos de España”, añade Isabel Segura. “La idea que rondaba en nuestra cabeza antes de emprender el viaje es que tal vez, gracias a Cinecicleta, podríamos llevar el cine a lugares a los que nunca había llegado antes”.
“En 2015 conocimos su proyecto a través de una noticia en EL PAÍS”, dice el periodista Juan Zavala, que ha dirigido el documental. “Nos pareció muy interesante y muy cinematográfico y les llamamos para conocernos. Su entusiasmo era contagioso. Como Carmelo era ya muy aficionado a la fotografía, les propusimos que filmaran su aventura con tres pequeñas cámaras. Durante los dos años que duró el viaje, Isabel y Carmelo aprovechaban cualquier oportunidad para enviarnos un disco duro con el material. Enseguida nos dimos cuenta de que había videos que eran auténticas perlas y, lo más importante, que Isa y Carmelo tenían una mirada propia tanto respecto al entorno como respecto a sí mismos”.
El viaje de Cinecicleta arrancó un mes de julio en Madrid. A lo largo del verano, Isabel y Carmelo recorrieron España organizando proyecciones al aire libre hasta que, a finales de octubre, cruzaron el Estrecho. “Teníamos más o menos una planificación previa pero estábamos muy abiertos a lo que pudiera surgir en el camino. Teníamos muy claro que íbamos a tener que improvisar”, dice Isabel.
Pedalada a pedalada, proyección a proyección, la ruta les llevó por Marruecos, Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal, Guinea, Mali, Burkina Faso y Togo. África les fue ofreciendo paisajes y encuentros inolvidables, gracias a la hospitalidad con la que les recibían en todos esos países. El viaje se iba alargando en el tiempo. En Togo decidieron tomar un vuelo hasta Nairobi. Durante los últimos meses de viaje, recorrieron Kenia, Tanzania y Mozambique, desde donde volaron a Madagascar. Fueron un total de dos años y un mes, 216 proyecciones y 18.000 kilómetros de recorrido en bicicleta.
“La intención, desde el principio era simplemente ofrecer un rato de entretenimiento”, dicen refiriéndose a las películas que ofrecían. Con esta filosofía, el repertorio cinematográfico de Cinecicleta se iba adaptando, en cada caso, a los gustos del público. En las zonas rurales triunfaba el cine mudo, con Charles Chaplin a la cabeza, y comedias muy visuales como las de Jacques Tati. En otras ocasiones, y de la mano de organizaciones culturales y ONG, ofrecían sesiones con títulos como Cayuco o Binta y la gran idea, de Javier Fesser, que daban pie a debates posteriores sobre temas como la emigración o la educación. En la cartelera de Cinecicleta había también hueco para el cine local con las películas que les cedían directores a los que conocían a lo largo del viaje, y gracias a un trabajo previo de contactos que habían iniciado meses atrás. Un año antes de emprender la aventura, Isabel y Carmelo habían acudido al Fespaco, Festival Panafricano de Cine y Televisión de Ouagadougou, para ver películas y conocer cineastas. Más de un año después, volvieron a la capital de Burkina Faso, pero esta vez en bicicleta.
Isabel y Carmelo terminaron su aventura en Madagascar el verano de 2017, pero su viaje dejó un gran recuerdo en aquellos sitios por los que pasaron. Poco después de volver a Madrid, una pareja que había recorrido Senegal en bici les envió un mensaje. Contaban que, a menudo, cuando les veían llegar, los habitantes de las aldeas les preguntaban si ellos también iban a proyectar películas.
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