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50 años en el trono de King Crimson

Robert Fripp, creador de uno de los grupos más influyentes del rock, presenta en Londres las reediciones, la gira y el documental para celebrar el medio siglo de vida de la banda

De izquierda a derecha, John Wetton, David Cross, Robert Fripp y Bill Bruford de King Crimson en 1974.
De izquierda a derecha, John Wetton, David Cross, Robert Fripp y Bill Bruford de King Crimson en 1974.Michael Ochs Archives (EL PAÍS)

Son las 10.30 de la mañana en Londres y Robert Fripp (Dorset, Reino Unido, 1946) aparece con traje azul, corbata y un discurso perfectamente orquestado ante una treintena de periodistas de todo el mundo y sus más cercanos colaboradores. No es para menos: se celebra el 50º aniversario de King Crimson, la gran obra de su vida, compendio de rock cósmico, psicodelia, jazz y electrónica, que ha traído de cabeza a varias generaciones desde su fundación a finales de los años sesenta. “Mi intención es presentar a la banda a oídos vírgenes, que vengan a ver nuestro directo. No importa si les gusta o no, solo quiero que vivan la experiencia”, explica sobre una gira mundial que arranca en mayo en el Royal Albert Hall.

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Fripp cierra los ojos teatralmente al hablar. Lo hace para referirse a su idea de que el legado de King Crimson permanezca. Para él, la única forma posible es conectar con los jóvenes y el directo es la clave. En España, el grupo tocará tres noches seguidas dentro del Doctor Music Festival, que se celebrará entre el 11 y el 14 de julio en el Circuito de Barcelona, en Montmeló. “Por las mañanas paseo por mi jardín y cada día, cada instante, el jardín es diferente y cambia. Nunca hay dos conciertos iguales de King Crimson”, explica.

Durante más de una hora, y utilizando como punto de partida su idea de que la vida humana es un desorden estructurado, Fripp, hombre severo y de analítica obsesiva, realizó un recorrido por los conceptos básicos de una banda de rock: sonido, músicos, audiencia y narrativa, construida con los tres ingredientes anteriores durante el paso del tiempo. Nombres como Brian Eno, Talking Heads, Charlie Parker o Duke Ellington aparecieron durante la charla. También algún comentario sobre la industria, a la que despachó con gesto despectivo y sin palabra alguna debido a su disputa de más de 20 años con Universal Music por los derechos de canciones y el reparto de beneficios.

Pero el sábado era un día de fiesta y de celebración, a pesar del Brexit interruptus —la única referencia política de Robert Fripp será la elocuente frase “Inglaterra es muy british”—. King Crimson arranca este 50º aniversario publicando una caja de seis discos de vinilo del periodo entre 1972 y 1974. Luego, vendrá Heaven & Earth, otra caja de 24 discos grabados entre 1997 y 2018. “No volveremos a grabar ningún álbum de estudio”, dijo Fripp de manera tajante. “Los mejores registros del grupo han sido siempre en directo”. Además, y a través del sello que Fripp creó en 1992, Discipline Global Mobile, cada semana los fans podrán escuchar en streaming 50 rarezas. Y a final de año se estrenará un documental dirigido por Toby Amies.

El grupo se ha caracterizado, además de por largos parones, por un perpetuo cambio en sus filas —más de dos decenas de músicos han sido parte de la corte del rey carmesí—. De la banda actual —ocho músicos en total—, la noticia es que, en palabras de Fripp, es la primera de King Crimson capacitada para tocar canciones de todas las épocas. Ahí están el mítico bajista Tony Levin, miembro desde 1981 y cuyo nombre aparece en discos de John Lennon, David Bowie o Paul Simon; los saxofonistas Theo Travis, de Soft Machine, y Mel Collins, que fue miembro de King Crimson entres 1970 y 1972; o Gavin Harrison, de Porcupine Tree. Ninguna mujer en una banda que muchas han visto siempre muy masculina… en varios aspectos. “Estoy de acuerdo”, admitió Fripp con una risa. “Pero se trata de algo arbitrario. Ha dado la casualidad que nunca ha habido una mujer en el momento y circunstancias adecuados. Para esta gira quisimos contar con Maria Barbieri, pero finalmente no pudo ser”.

¿Y de dónde vino el sonido inmersivo, complejo y en cierto modo elitista de King Crimson? “La pregunta no es cómo crear la música, sino cómo conseguir conectar con esa música que está ahí. El músico no crea la música; la música crea al músico pero el músico tiene que estar disponible para la música con las adecuadas habilidades”.

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