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Crítica | La boda de mi ex
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buena reacción química

Una lúcida miniatura elevada por la perfecta relación entre dos actores: Keanu Reeves y Winona Ryder

Keanu Reeves y Winona Ryder, en 'La boda de mi ex'.
Keanu Reeves y Winona Ryder, en 'La boda de mi ex'.

Al revisar Melodías de Broadway 1955 (1953) de Vincente Minnelli, una estrategia formal se impone al placer nostálgico: la capacidad de Fred Astaire para estilizar gestos cotidianos logra que algunos de los números musicales de la película se hayan iniciado mucho antes de que al espectador le resulte evidente. Ocurre, sobre todo, en la danza nocturna en Central Park entre el actor y Cyd Charisse. Es fascinante apreciar cómo Astaire y Charisse ya estaban bailando mucho antes de bailar: en la coreografía de sus gestos mínimos, en su paseo en calesa, en su deambular casual por el parque… Salvando todas las distancias, en La boda de mi ex, segundo largometraje de un Victor Levin que ya dio una impronta europea y sofisticada a la comedia romántica en su ópera prima De 5 a 7 (2014), Winona Ryder y Keanu Reeves empiezan, por llamarlo de algún modo, a bailar desde el minuto 1, cuando aún no resulta evidente que lo que estamos contemplando es un sinuoso juego de seducción y cuando todavía no ha quedado de manifiesto cuál es el juego de síntesis narrativa que propone el cineasta.

LA BODA DE MI EX

Dirección: Victor Levin.

Intérpretes: Winona Ryder, Keanu Reeves.

Género: comedia. Estados Unidos, 2018.

Duración: 87 minutos.

Una discusión ante la puerta de embarque de un vuelo local abre la película: dos personajes con fobia social discuten antes de descubrir que se dirigen a un destino común, la boda de la expareja sentimental de ella, que no es otro que el hermanastro de él. A Levin solo le interesa la tensa dialéctica entre estos dos sujetos que acabarán encontrándose en una misma visión, desafecta, del mundo: el resto de personajes solo serán presencias a fondo de plano, aunque unos diálogos afilados y sin temor al alambicamiento serán capaces de evocar todo un anómalo entorno familiar. El resultado es una lúcida miniatura elevada por la perfecta química entre los dos actores.

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