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Feria de la Magdalena

Roca Rey, suma y siguen los triunfos

Corrida anovillada de Juan Pedro Domecq; El Fandi, popular, y académico Manzanares

Roca Rey y El Fandi, a hombros en Castellón.
Roca Rey y El Fandi, a hombros en Castellón.Mateo

De corrida de toros salió por hechuras, cara y demás, una preciosa novillada de Juan Pedro Domecq. Con ella el tercio de varas ni existió, ni se le esperó, por lo que cualquier parecido con una corrida de toros fue pura coincidencia. Mas todo eso no importó al triunfalista público que se dio cita en la plaza, pues todo pareció bueno, bonito y hasta seguramente barato.

La fiesta no paró desde el primer toro, al que El Fandi trató con amor filial en cuanto apareció por los chiqueros. Allí que se fue el granadino para recibirlo a porta gayola, pero el de Juan Pedro no había sido avisado del trance y optó por salir barbeando tablas dejando en evidencia una situación que prometía emoción. Pero una vez a favor de querencia, en el centro del ruedo, El Fandi pudo dar su anhelada larga cambiada. A partir de entonces ya todo vino rodado en la tarde. Se descorchó el champán del triunfalismo y todo valió. En este toro Fandi hizo en banderillas una demostración rotunda de físico, y con la muleta, a toro moribundo, siguió por el mismo camino. Algún natural suelto, de poco calado ante tan tullido animal. Repitió espectáculo en el cuarto y esta vez pudo dar la larga cambiada prevista. En banderillas Fandi volvió a ser un portento. Y muleta en mano una excesiva teatralidad, con continuos guiños al tendido, la faena fue un escaparate de toreo popular. Y la gente, encantada.

La contínua fiesta fue más completa con Roca Rey en escena, Variado, imaginativo, original con aquel tercero de escasa presencia. Si con el capote ya lo toreó a gusto, de entrada con ceñidas chicuelinas y en un quite de frente por detrás muy ajustado, con la muleta se produjo la explosión esperada y deseada. Empezó de rodillas y terminó con la gente en pie. En medio, llegaron mucho a la gente los muletazos en trenza, cambiado, arrucina y el remate de un airoso natural. Y la locura, claro. Contaron también naturales sueltos, templados. Un Roca Rey que jugó a placer. Y a favor de corriente.

DOMECQ / EL FANDI, MANZANARES, REY

Toros de Juan Pedro Domecq, de escasa presencia y fuerzas. Nobles y obedientes en la muleta, con un quinto de mucha transmisión.

El Fandi: estocada trasera (oreja); más de media trasera y desprendida _aviso_ (oreja).

José María Manzanares: dos pinchazos y estocada (saludos); estocada _aviso_ (oreja).

Roca Rey: estocada desprendida (dos orejas); estocada desprendida (oreja).

Plaza de Castellón, 29 de marzo. 3ª corrida de la Feria de La Magdalena. Lleno.

El sexto le dio un susto al hacer un quite combinado de chicuelinas y tafalleras, al salir volteado en la revolera de remate. El amor propio le hizo repetir trance y como la jugada salió redonda, la gente bramó. Sin embargo, el torillo puso sus pegas en la muleta. Poco calado tuvieron las series sobre ambas manos, con esfuerzo del torero y poca entrega del animal. Pero la cosa cambió cuando sacó recursos de cercanías y se puso muy cerca de los pitones. Fue cuando la gente reaccionó y una vez más enloqueció.

El primero de Manzanares era tan poquita cosa que nada de lo que intentó el torero llegó a gente tan predispuesta a dar por bueno todo. Tenía buen son el torete, pero tan escaso de todo que nada digno pasó. El quinto fue el toro con mayor motor con diferencia de todos. Toro con hambre de muleta, a la que fue en ida y vuelta con enorme transmisión. Lo mejor de Manzanares con ese toro fue el toreo en redondo sobre la derecha, muy expresivo. Por el otro pitón ya no fue lo mismo, pues el toro más remiso no tomó la muleta con tanta hambre, y Manzanares tampoco se encontró cómodo.

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