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Javier Ruibal: “Hasta que no desobecedes, no creces”

El artista estrena ‘Paraísos mejores’, un disco en el que cuenta con la colaboración de Juan Luis Guerra, Chico César, Fetén Fetén y Glazz

Javier Ruibal, en el Café Gijón en Madrid.
Javier Ruibal, en el Café Gijón en Madrid.JULIÁN ROJAS

Si le preguntasen a Javier Ruibal (Cádiz, 1955) qué es lo que le queda por hacer tras 36 años de carrera, diría casi sin pensar que todo. Si le volviesen a preguntar, caería en la cuenta de su gran tema pendiente: trabajar con Paco de Lucía. “Fue la persona que más me indujo a encajar la música de mi tierra con las músicas que yo tenía como vocación”, confiesa. Ahora, con una mezcla madura, con convencimiento y un discurso que recorre desde lo más íntimo hasta lo más trascendental, el cantautor vuelve con Paraísos mejores, un disco de estudio en el que ha contado con la colaboración de Juan Luis Guerra, Chico César, Fetén Fetén y Glazz.

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“Me vino bien comenzar con más edad que la media de artistas emergentes en ese momento”, sostiene Ruibal que con 27 años quiso dejar de estudiar Medicina para perseguir su verdadera vocación y sanar, pero de otra forma: “Mi primera palabra, mi primer verso eran más sostenibles, venían de un convencimiento y no de una tentativa como artista”. En aquel momento y aunque, según señala, al Estado y al sistema en el que se basa esta sociedad no le interesa “que te salgas del tiesto”, él quiso desoír los consejos de sus padres para que tuviera una formación universitaria. “Hasta que no desobedeces por primera vez, no te das cuenta de que es la manera que tenemos de crecer”, sostiene.

Y desde ese convencimiento, el autor no solo ha dedicado su carrera a hacer música, sino a componer sobre las injusticias y estigmas que él consideraba necesario señalar. Por ello, y sin alejarse de este característico estilo de canción protesta, Ruibal ahonda en este nuevo disco en la entrega de algunas mujeres a lo cotidiano y lo poco que se les reconoce su trabajo con La mujer manjar; mientras que en Black Star Line habla de la inmigración y lo complicado que es vivir dignamente en un continente sometido y saqueado; además de exponer su opinión sobre lo cerrado que es el mundo del flamenco con La geisha gitana donde se oye “Ahora nacen los flamencos donde les da la gana”.

El flamenco y su pureza ha sido algo muy debatido en estos tiempos con la polémica de Rosalía,  acusada de apropiación cultural por querer hacer flamenco pero proceder de un pueblo de Barcelona y ser paya. Ruibal, que siempre ha pedido mucho respeto para el flamenco y que nunca ha creído ser digno de reconocerse como tal, admite que “en otro tiempo hubiera opinado diferente sobre ella”, pero que ahora cree que canta muy bien y que “supone una puerta abierta al flamenco para la gente que no lo conozca”. “Yo creo que cuanto menos puros, seremos más bellos. El problema es que en el mundo del flamenco hay mucho ego y decir que si no es gitana no puede hacer flamenco es tener pobreza de miras”, sostiene.

Para el artista hay dos factores que no han favorecido al flamenco. Por un lado, “hay una especie de oscurantismo”, de que “o has nacido en un sitio muy concreto de España y te crías y te formas desde niño, o no eres flamenco”. Además, hay una tradición muy férrea “y las cosas son así porque siempre se han hecho así” y no se pueden hacer de manera diferente. “Yo creo en la libertad individual, pero también en el respeto y consideración hacia la tradición. Cuando estas dos cosas confluyen, un artista no puede ser malo”, explica.

El cantautor, que fue galardonado en 2017 con el Premio Nacional de las Músicas Actuales, dio este año un concierto en el teatro Circo Price de Madrid en el que quiso rodearse solo de artistas mujeres, como Eva Amaral, Estrella Morente o Rozalén bajo el lema “Presente Femenino”. “Lo hice porque el pasado masculino ha dejado unas secuelas terribles de abusos, faltas de respeto, de maltrato y de ensañamiento hasta incluso la muerte”, reflexiona Ruibal y añade: “Creo que es hora de que los que formamos parte del patriarcado, levantemos una mano y digamos: ‘yo quiero salirme de esta nefasta costumbre”.

En un año en el que las mujeres se han levantado contra el machismo y los abusos en todos los ámbitos de la cultura, el artista cree que la vida de las mujeres “ha estado condicionada por muchos impedimentos” solo por su condición. “Artísticamente, veo que, sobre todo en las músicas que están relacionadas con el espectáculo, hay un componente erótico que solo se les exige a ellas”, señala. Lejos de pensar que igual son ellas mismas quienes eligen el tipo de artistas que quieren ser y hacen uso con total libertad de su cuerpo, cree que “han sido inducidas a ello y que no es un acto de voluntad absoluta”. “Hay un abuso de la cosificación de la mujer en la música y creo que ellas no se han parado a pensar qué significa toda esa gestualidad”, remata.

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