De la tos tísica colectiva al culo de los maestros: cómo desmontar el rito de un concierto
El tenor José Manuel Zapata y Paco Mir, de Tricicle, destrozan los clichés de la música clásica junto a la Orquesta de Extremadura en el Teatro Real
La mejor terapia para una orquesta es reírse de sí misma. Más cuando atraviesa sus tensiones, como la Nacional de España (ONE). Pero puede que se olvidaran de ellas cuando el año pasado le encargaron a José Manuel Zapata un reto iconoclasta. Desde entonces, el tenor granadino lleva tiempo sometiendo a terapia a otras formaciones y este martes le toca a la Orquesta de Extremadura en el Teatro Real. Juntos pondrán en pie –o por los suelos- su espectáculo Concierto para Zapata y Orquesta. Lo ha montado junto a Paco Mir, de Tricicle. Consiste en echar por tierra clichés y hacer de paso un homenaje a Danny Kaye, que destrozó el rito junto a Zubin Mehta y otros directores. Esa es la intención de este “showncierto”, como él lo llama. Aquí va un repaso al repertorio.
Tos tísica colectiva, teléfonos y otras disonancias. Ocurre a lo largo de todo el año. Pero este mes de diciembre andamos en temporada alta. Entre noviembre y febrero, con los virus sobre todo y después con un repunte en primavera por las alergias, las toses invaden las salas de concierto, desconcentran a los músicos y hacen perder los nervios a solistas y directores. A eso hay que añadir el desenvoltorio –siempre interminable y tras rebuscar en bolsos y abrigos- de un caramelo para atacar la garganta y, de paso, la paciencia de quien anda al lado: “La tos tísica colectiva y el remedio del caramelo suenan a veces como una mascletá valenciana en mitad de la sala”, comenta Zapata. Punto y aparte son los teléfonos. Algunos intérpretes han parado y abroncado al público por no apagarlo a tiempo. “Lo peor, ya, es cuando algunos hasta contestan y se ponen a hablar con la mujer, el marido o los hijos…”.
La entrada del maestro… Y su culo. Tal como la vivimos hoy, un concierto es una ceremonia básicamente construida en el siglo XIX. “Pero si lo examinas con cuidado, consiste en una reunión donde el director entra por la puerta, saluda al capataz –el concertino- y empieza a trabajar”. A partir de ahí, el jefe de todo el tinglado da la espalda al público: “El noventa por ciento de las veces le vemos sobre todo el culo. Por eso, en el espectáculo dirijo la marcha triunfal de Aída cara al público y con ayuda de éste”. Hay que echar mano del respetable a falta de coro: “Por los recortes”, asegura Zapata.
“La tos tísica colectiva y el remedio del caramelo suenan a veces como una mascletá valenciana en mitad de la sala”, asegura Zapata
Tres tipos de directores. En el Concierto para Zapata y Orquesta el tenor divide en tres a los directores. Hunde los clichés, pero tampoco el humor sería igual de efectivo sin recurrir a arquetipos. “Tenemos al director español, al italiano y al americano yanqui”, anuncia. “El primero va pidiendo perdón, siempre comedido, el segundo está siempre encantado de conocerse y el último entra con las animadoras”.
From Bach to Radiohead. No es este espectáculo del lunes con la ONE el único en que Zapata analiza su mundo con humor. Aquí utiliza a Rossini, Beethoven, Mozart o Verdi, entre otros, pero prepara ahora otro titulado From Bach to Radiohead, en el que desentraña los hilos clásicos que han influido en Iron Maiden, Bjork o Paco de Lucía. Uno más que unir a los que antes ha montado en esa clave, como Barrockeros, Tango mano a mano o El hombre que se llamaba Amadeus. Su faceta de cómico y divulgador va de la mano con la de cantante: “Aunque ahora he encontrado mejor lo que yo quería ser frente a lo que algunos quería que fuera”.
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