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Francia y España, hermanadas por el teatro

Pascal Rambert escribe y dirige en paralelo una misma obra en dos idiomas para dos parejas de actrices

Rocío García
Pascal Rambert, entre Irene Escolar (izquierda) y Bárbara Lennie, en la sala de ensayos de El Pavón Teatro Kamikaze.
Pascal Rambert, entre Irene Escolar (izquierda) y Bárbara Lennie, en la sala de ensayos de El Pavón Teatro Kamikaze.Carlos Rosillo.
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Un ‘blockbuster’ teatral con estreno paralelo en París y Sevilla

Un mismo texto en dos idiomas concebido específicamente para dos parejas de actrices. Esta es la nueva aventura en la que se ha embarcado esta temporada Pascal Rambert (Niza, 1962), en una experiencia teatral inusual que hermana a Francia y España. El dramaturgo galo ha escrito y dirigido en paralelo en ambos países la obra Hermanas, una pelea devastadora entre dos hermanas, para representar las dos versiones casi de forma simultánea: la francesa se presentó en el teatro Bouffes du Nord de París el 23 de noviembre, con Audrey Bonnet y Marina Hands como protagonistas, mientras que la española se estrena este viernes en el Central de Sevilla (hasta el domingo), protagonizada por Bárbara Lennie e Irene Escolar, antes de hacer temporada en enero en el Pavón Kamikaze de Madrid. El autor prepara ya, además, una tercera versión en Portugal.

“Han sido cuatro cuerpos y cuatro voces las que han nutrido la escritura de esta obra”, aseguraba Rambert la semana pasada a este periódico en un sala de ensayos del Pavón Kamikaze, del que es artista asociado y donde ya dirigió en temporadas anteriores La clausura del amor y Ensayo. Fue precisamente La clausura del amor, protagonizada por Israel Elejalde y Bárbara Lennie, el germen de esta nueva obra, pues fue entonces cuando el dramaturgo concibió la idea de escribir una pieza específica para Lennie. La actriz española le pidió tener como compañera en el escenario a Irene Escolar y así nació Hermanas. Pero el proyecto no se quedó ahí, pues enseguida Lambert pensó en otras dos actrices francesas para hacer una versión paralela en París y ya empezó a escribir teniendo en la mente a todas ellas.

Siempre en el banquillo

Pascal Rambert, que con 16 años creó su primera compañía teatral, ha reflexionado mucho sobre el nacimiento de su pasión por la escritura y ha llegado a la conclusión de que nació gracias a su nefasto juego en el fútbol. "En el instituto,siempre estaba en el banquillo porque se me daba fatal el juego. Era demasiado lento, yo soñaba y cuando uno sueña no puede jugar al fútbol. Así es que siempre acababa en el banquillo". Fue alli donde empezó a aprender a escuchar a todos aquellos que rodeaban el banquillo y a vislumbrar el poder y el impacto que tiene el lenguaje y la palabra. "El teatro es sobre todo saber escuchar".

El autor, ojos penetrantes, pelo alborotado y gafas negras, confiesa que no hubiera sido capaz de escribir Hermanas sin pensar en alguien. “Dependo del cuerpo de las actrices, de su potencia vocal, de su energía y su capacidad para viajar muy lejos. Necesito intépretes que vayan muy lejos conmigo. El teatro que me interesa es el que tiene efectos sobre los cuerpos, quiero ver el efecto que provocan las palabras, cómo te pueden llegar a destruir”, explica Rambert, turbado por las conmociones que se han vivido ya en el teatro de París. “No tengo dificultades para escribir. Escribo desde los 16 años y ya tengo 56. Lo hago todos los días, todas las mañanas, todas las noches. Cuanto más lo hago, más ganas tengo. No puedo imaginarme parar. Mi vida está ligada a mi trabajo y por eso mi trabajo terminará cuando deje de vivir”, asegura Rambert, un resistente, un hombre de una energía desbordante que tiene su agenda profesional cubierta hasta el 2022.

Es el teatro de Pascal Rambert, premio de Teatro de la Academia de Francia, directo y seco. Puñetazos de palabras que duelen. Un teatro que no finge, que no bromea. Un escenario donde los actores encuentran su energía vital y se convierten en coautores de un espectáculo sobre el poder del lenguaje. Sobre un escenario con cuarenta sillas de plástico de vivos colores, se asiste a toda una hazaña dramatúrgica, a una batalla dialéctica y dolorosa, llena de rencores, odios, resentimientos, rivalidad y frustración, en la que las actrices se llaman por su nombre verdadero. “¿Te das cuenta lo que hemos llegado? A que la palabra hermanas rasgue los labios, los corte”, dice Bárbara en una de las frases de la obra. “¿Pueden unas hermanas desearse mutuamente la muerte? Sí, somos ese tipo de hermanas”, asegura en otro momento de la función Irene.

Uno no sale indemne de Hermanas. Ni de su lectura, sin puntos ni comas, y aún menos de su representación. “Cuando acaba la función [en París] dedico mucho tiempo a responder a todos los mensajes y correos electrónicos que recibo de los espectadores. Nunca había vivido esto. Desde joven me opuse al teatro burgués y lucho cada día por ello. Lo que pasa con La clausura del amor o ahora con Hermanas supone una gran victoria para mí. Supone la demostración de que este teatro es posible, un teatro en el que el ser humano no puede fingir, un lugar donde no se bromea y para eso hay que tener aguante y resistencia”.

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