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La película de la semana | Viudas
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El signo de los tiempos

El espectáculo funciona, aunque no me apasione

Viola Davis y Elizabeth Debicki, en 'Viudas'.
Carlos Boyero

Llamarse Steve McQueen y no ser aquel que fue idolatrado (sospecho que también deseado) por varias generaciones de espectadores, el tipo más cool, la suprema imagen de la seducción masculina, junto a Brando y Newman, imagino que supone una carga muy pesada, que sería objeto de bromas crueles en los colegios, exige mucha seguridad en uno mismo para soportar la malvada comparación. El director Steve McQueen nos demostró en Shame que era tan inteligente como perturbador. Cuánto miedo y piedad inspiraba aquel pornógrafo compulsivo y turbio, recurriendo obsesivamente al onanismo y al sexo acelerado con putas, chaperos y desconocidas, huidizo e impotente con mujeres que le atraen y podrían ofrecerle amor; un urbanita que está más solo que la una, perdido en su infierno. Mi fascinación ante esa película sombría desapareció en la siguiente, 12 años de esclavitud. Acabé saturado de la acumulación de torturas de todo tipo que practican los esclavistas sobre sus desamparados siervos. Por supuesto que la realidad debió de ser igual o peor, pero en la pantalla sonaba a repetitivo, demasiado obvio, panfletario, un enardecimiento facilón, pero muy adecuado para la era de Obama. Le cayeron tres Oscar, incluido el de mejor película. Normal.

Viudas

Dirección: Steve McQueen.
Intérpretes: Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki, Liam Neeson, Colin Farrell, Cynthia Erivo, Robert Duvall.
Género: thriller. EE UU, 2018.
Duración: 129 minutos.

La última de este señor se titula Viudas. Veo el titular de una entrevista que le hacen en la edición de papel de un periódico. Dice así: “Lo normal y sano es que una película sea feminista”. Y alucino, bendigo mi capacidad para seguir escandalizándome ante la idiotez, el oportunismo, la corrección política. También mi asco y mi terror hacia los profesionales de la censura y de la inquisición, esas ancestrales y abyectas damas. Vuelven a gozar de esplendor, en su nombre se puede cometer cualquier fechoría, cualquier estupidez, cualquier perversión. Como ponerle certificado de legitimidad al arte en función de su machismo y de su feminismo. Y me asalta un escalofrío pensando en tantas obras maestras del pasado que serían irrealizables ahora, con sentencia de mazmorra o de destierro. Intento olvidarme, como siempre, de mi simpatía o mi rechazo hacia el creador, cuando veo su última película. Viudas transcurre bien, está rodada con profesionalidad, tiene cierto encanto y la olvido rápido. Hollywood, siempre tan mercenario, cínico y práctico, ha descubierto un filón para obtener la bendición institucional, moral y comercial de los nuevos tiempos. Las angustiadas protagonistas de esta película no son wonderwomen, han vivido a la sombra de sus gansteriles parejas, que acaban de palmarla en un atraco fallido. Llenas de miedo y de inexperiencia, pero también de determinación, van a intentar recuperar ese botín que consideran suyo, en la lúcida y antigua convicción de que las penas con pan son menos.

Funcionan las escenas intimistas, la acción y el diseño de personajes. El espectáculo funciona, aunque no me apasione. La protagoniza Viola Davis, una actriz muy poderosa (qué lujo en La duda ver actuar juntas a esta señora, Meryl Streep, Amy Adams y el inolvidable y eternamente llorado Philip Seymour Hoffman), pero con permanente mal rollo en su expresión. No me la imagino haciendo comedia. Sus, para mí, desconocidas compañeras dan el tipo, son vulnerables y aprenden a ser fuertes. Sus acompañantes masculinos (Liam Neeson, Robert Duvall, Colin Firth) son intérpretes distinguidos, pero saben que aquí no pintan nada. Sospecho que puede nacer un nuevo género, que la pistola, la metralleta y el cuchillo van a cambiar de manos.

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