Protesta por la representación de una obra de Jan Fabre en Girona
El intento de boicot contra el creador belga, acusado de vejaciones y sexismo, no logra detener la función
Aturem Jan Fabre (“Paremos a Jan Fabre”). Bajo esta consigna, que circula por las redes sociales desde hace dos semanas, un grupo anónimo convocó ayer una concentración frente al Teatre de Salt, en Girona, para intentar boicotear la representación del espectáculo de danza The Generosity of Dorcas, dirigido por el creador belga Jan Fabre, acusado el pasado septiembre de trato vejatorio y sexismo por 20 extrabajadores de su compañía Troubleyn. Unos 40 espectadores devolvieron sus entradas, de un aforo de cerca de 300 butacas.
A una hora del comienzo de la función había congregadas una quincena de manifestantes, en su mayoría mujeres de colectivos feministas y anticapitalistas, con carteles con el lema: “Jan Fabre abusa de sus trabajadoras”. “Nuestro objetivo es informar a los espectadores de los abusos sufridos por los empleados de la compañía e intentar que la sala se quede lo más vacía posible”, explicó Júlia Boixader, una de las convocantes. El espectáculo se desarrolló sin incidencias y fue ovacionado al final por los asistentes en una sala casi llena. A la salida, las manifestantes despedían al público con carteles donde podía leerse: “Si has asistido, eres cómplice”.
El bailarín italiano Matteo Sedda, miembro de Troubleyn desde hace cinco años y único intérprete de The Generosity of Dorcas, declaró antes del inicio de la representación que respetaba la protesta, pero también pidió respeto a su trabajo: “En la compañía estamos viviendo un momento muy difícil, pero espero que me dejen bailar. Soy un bailarín y vengo aquí a bailar. Las cosas no son blancas ni negras, yo estoy en los grises. Trabajar con Fabre es muy duro, pero también muy bello, está siempre ahí para educarte”.
En un comunicado hecho público antes de su llegada a Girona, Sedda afirma que nunca ha visto a Fabre “como un agresor, un sexista, un racista o alguien que humille deliberadamente a las personas. Tuvimos un debate interno [en la compañía] sobre qué es posible y qué no lo es, cuáles son los límites y cómo podemos garantizar, entre todos, un trabajo donde sentirse seguro y respetado. Escogimos, juntos, un nuevo futuro porque creemos en nuestro trabajo artístico”.
La función fue contratada por el festival Temporada Alta de Girona el pasado 20 junio, cuando aún no había trascendido la acusación. En septiembre se hizo pública la denuncia, que describía varios episodios de humillaciones y abuso de poder y surgieron voces que pedían (en redes sociales y medios de comunicación) la cancelación de las representaciones de la compañía de Fabre programadas en España en los próximos meses: la de ayer en Salt, dos en el Teatro Central de Sevilla en abril, tres en el Pavón de Madrid en mayo y una (la famosa performance de 24 horas Monte Olimpo) en el Lliure de Barcelona en junio. La respuesta de los programadores fue que no tomarían ninguna decisión hasta que terminara la investigación de la Fiscalía de Amberes.
Pero la justicia no se ha pronunciado aún y el problema le ha caído encima a Temporada Alta. Además, en Cataluña, el ambiente está más caldeado por la polémica surgida en torno a Lluís Pasqual, quien dimitió en septiembre como director del teatro Lliure de Barcelona, arrollado por la denuncia de despotismo de una actriz en Facebook. La función ha coincidido con la celebración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. “Tuvimos muchas dudas, por supuesto, lo fácil habría sido quitarnos el problema inmediatamente y anular; pero finalmente pensamos que era más justo esperar a que la justicia concluya si es culpable o no. Como la investigación no ha terminado aún, lo que hemos hecho es dar la posibilidad a los espectadores de devolver su entrada y recuperar su dinero”, explicó ayer el director de Temporada Alta, Salvador Sunyer.
Un robot en el escenario
The generosity of Dorcas es el broche de oro de una semana dedicada por entero al teatro contemporáneo en el festival Temporada Alta. La pieza, un solo de danza interpretado por el bailarín Matteo Sedda y música original de Dag Taeldeman, se inspira en el personaje bíbilico de Dorcas, una seguidora de Jesucristo a quien San Pedro resucitó de entre los muertos y convirtió en la primera mujer discípula. En un escenario en el que llueven agujas con los colores del arcoiris, Sedda realiza una performance muy espiritual en la que transita de la masculinidad a la feminidad y a otros géneros. Como todos los trabajos de Fabre, este también juega con la extenuación del intérprete. "Es gracias a la fatiga como se llega a la verdad y a la belleza del movimiento", explica Sedda.
Un trabajo de gran intensidad, muy aplaudido en su gira internacional y esperado con ganas en España. Con tambores sonando constantemente, el ritmo se vuelve cada vez más rápido para transportar al bailarín a una especie de éxtasis físico y mental.
Otro espectáculo muy esperado era The Uncanny Valley, del colectivo alemán Rimini Protokoll, programado desde el viernes hasta este domingo. Una pieza sorprendente y perturbadora protagonizada por un robot de aspecto totalmente humano con la cara de una persona real, el escritor Thomas Melle, que no aparece en escena sino en vídeos proyectados.
A lo largo de la función el robot va contando su biografía (la de Melle) como si fuera la suya propia en un relato salpicado de proyecciones en las que se ven fotografías de cuando era niño o joven y vídeos que recogen otros episodios de su vida, lo que provoca una gran extrañeza. Es lo que persigue este trabajo: que el espectador experimente por sí mismo la sensación que el robotista japonés bautizó como "valle inquietante" (uncanny valley en inglés, de ahí el título del espectáculo), que se produce cuando una máquina que pretende imitar a la perfección a un humano hace un gesto, aunque sea solo un parpadeo, que se percibe como artificial. ¿Es mejor que los robots se parezcan lo más posible a los humanos o que dejen claro que son máquinas?
El viernes fue muy aplaudido Là, un bellísimo espectáculo de la compañía Baró d'Evel protagonizado por un hombre, una mujer y un cuervo, que ya emocionó en su estreno en el Lliure de Barcelona en septiembre.
Babelia
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