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In Memoriam
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Robert Venturi, un arquitecto inclusivo conocido como el primer posmoderno

Cuando la mayoría de sus colegas defendía la consistencia y la contención formal, él abogaba por la diversidad

Robert Venturi, en abril de 1991, en Filadelfia.
Robert Venturi, en abril de 1991, en Filadelfia. GEORGE WIDMAN (AP)
Anatxu Zabalbeascoa

Cuando la mayoría de los arquitectos modernos defendía la consistencia y la contención formal, Robert Venturi (Filadelfia, 1925-2018) abogaba por la diversidad. Esto sucedía en los años sesenta, una década después de que el arquitecto obtuviese el Premio de Roma y regresase, tras dos años en la Academia Americana de esa ciudad, convencido de que merecía la pena soportar el desorden para conseguir vitalidad. Lo había aprendido observando la arquitectura barroca: lo cóncavo y lo convexo en Bernini y en Borromini. Pero manifestarse contra la pureza monolítica moderna y declararse defensor de la ambigüedad para salvaguardar la riqueza expresiva era rebelarse contra una profesión que, por entonces, creía mayoritaria y acríticamente en el Dios de la pureza moderna.

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Venturi falleció el miércoles en Filadelfia, en la casa que compartía con su socia y esposa, la arquitecta sudafricana Denise Scott Brown. Ambos han sido cultos cosmopolitas, muy observadores y progresistas. Por eso han vivido más fascinados por tratar de comprender que preocupados por intentar demostrar nada.

Naturalmente, fue esa sed de entendimiento, y el conocimiento de los ciclos de la historia —Venturi se graduó en Bellas Artes Summa Cum Laude— lo que le permitió dejar esas dudas como legado en el puñado de clarividentes ensayos que firmó, casi todos al alimón con Scott Brown. Con todo, no han sido solo avispados teóricos. Esa búsqueda de una arquitectura culta pero cotidiana los llevó a arriesgar y a tratar de encontrarla no solo en teorías escritas sino, fundamentalmente ,en los singulares edificios que construyeron.

Esas obras, como su cuestionable y memorable a la vez ampliación de la National Gallery de Londres, buscaban defender la ambigüedad, el respeto por el contexto y el diálogo con lo existente. Pero todo eso es difícil resumirlo en un adjetivo. Así es que sus trabajos —que trataban de poner al día los ornamentos clásicos— fueron catalogados de postmodernos. Y Venturi pasó a la historia como el autor del primer edificio postmoderno —la casa Vanna Venturi (el estereotipo de una vivienda, con rasgos inútiles pero simbólicos) que hizo para su madre en Filadelfia—. Nunca aceptó ese título. Se definía como inclusivo y estaba en contra de cualquier reduccionismo. Lo había advertido en Complejidad y contradicción en la arquitectura (1967),un hito que ha tardado décadas en ser comprendido.

Venturi y Scott Brown eran compañeros en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Pennsylvania. Él había empezado a poner en duda cualquier dogma trabajando para el inspirado organicista Eero Saarinen, había ahondado esa indecisión diseñando con Louis Kahn y se había convencido de que la incertidumbre debía sostener su ideología en los dos años que pasó en Roma. Compartía ideario con Scott Brown, que —según contó en una entrevista en El País Semanal— le guardaba asiento en la sala de profesores. Por eso, si en su primer ensayodefendió la convivencia de estilos y escalas diversas —el codo con codo de la calle mayor de las ciudades italianas—, en los escritos que firmarían juntos dejaron claro que no había una solución única y advirtieron de que la sencillez podía resultar empobrecedora.

Para 1967 eran inseparables. Socios y esposos. Después él se fue a dar clases a Yale y ella viajó hasta Los Ángeles (UCLA). En la costa Oeste, Scott Brown descubrió Las Vegas. “Tienes que venir a ver esto”, allí estaba la convivencia, la complejidad y la contradicción. Venturi la encontró en el barroco y en los italianos de la postguerra: Luigi Moretti y Ernesto Nathan Rogers. Scott Brown dio con ella en el Strip de la ciudad de los casinos. Lo contaron en otro libro antológico: Aprendiendo de Las Vegas (1972).

1991 marcó el máximo reconocimiento en la trayectoria de Venturi. Culminó con Scott Brown el Museo de Arte de Seattle y la ampliación de la National Gallery de Londres. También recogió ese año el Premio Pritzker. Scott Brown no fue a la ceremonia. Él tardó unos años en reclamar públicamente compartir el galardón con ella (2014). No lo consiguió, pero en 2016 el American Institute of Architects les concedió su medalla de oro. A los dos. Por fin. Juntos.

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