La vida del ‘dj’ no siempre es una fiesta
Giras interminables, la gran promoción y noches sin fin condicionan la música electrónica, que ha perdido este año a estrellas como Hardwell, retirado, y Avicii, que se suicidó
“Una montaña rusa que nunca se detiene”. Con estas palabras definió el dj y productor holandés Hardwell su vida como superestrella de la música electrónica tras anunciar hace unos días que dejaba los escenarios con tan solo 30 años. “Demasiada presión”, añadió en su comunicado el considerado por muchos como uno de los mejores djs del último lustro. Fue un mazazo para las fiestas de medio planeta, pero nada comparado con el suicidio de Avicii el pasado abril. Su muerte conmocionó a todos, aunque el dj de 28 años también había abandonado antes su trabajo a causa de la ansiedad, el agotamiento y el alcoholismo.
“La gente tiene la imagen de que estamos siempre divirtiéndonos. Es verdad que es una parte importante de nuestra vida y es increíble hacer lo que te apasiona, pero en este trabajo nunca paras”, afirma David Guetta, que el pasado miércoles presentó en Madrid su nuevo disco, 7, mientras no para de hacer giras por el mundo. El dj francés, uno de los más famosos y multimillonarios, asegura que la muerte de Avicii, del que era amigo y con el que compartió escenario, fue “una llamada de atención a todos nosotros”. “Lo hemos sentido muy fuerte. Yo he cambiado mi vida y va a influir en muchos artistas”, explica. Lo mismo opina Markus Schulz, otra estrella de la electrónica que también ha pasado por Madrid para la presentación del nuevo sello Cat Music Spain: “Me encuentro con muchos djs, productores e incluso fans que me dicen: 'Me encantaría tu trabajo'. Mi respuesta es: 'Cuidado con lo que deseas'. Cuando alcanzas un determinado nivel en esta industria, la demanda de tu agenda puede ser abrumadora muy rápidamente”.
Repleto de festivales y clubes en todos los continentes, el negocio de la música electrónica puede ser voraz. Las estrellas del dance y el techno superan los 150 conciertos por año, una cifra que duplica las actuaciones que dan bandas o artistas del pop y el rock más comerciales durante una gira. “Hoy estoy en Madrid, ayer estaba en París, todo el rato haciendo promoción. Pero el lunes estaba pinchando en el hotel Ushuaia y el jueves en Pachá [ambos en Ibiza], el fin de semana en Oriente Próximo… Y también estoy trabajando en un remix para las Navidades. Hago todo al mismo tiempo. Es demasiada presión. No te deja nada para ti. Todo es para otra persona. Este trabajo no te da vida personal y eso es duro”, confiesa Guetta. “No somos máquinas", sostiene la valenciana Ley Dj, que explica que el nivel logístico para mover a un grupo o músico es mucho mayor que el de un pinchadiscos y, por tanto, los calendarios de los djs están más cargados y son “mucho más locos”.
La dj reconoce también que el mundo de la electrónica es “muy competitivo” y todos viven con “el miedo de descolgarse de las tendencias”. Eso hace que no se frene el tren de los conciertos, hasta el punto de que ya puede haber tantas sesiones nocturnas como diurnas. Pero también altera el calendario discográfico: sin tener tanto en cuenta el tradicional concepto de disco, la electrónica es más enfermiza ante la necesidad de novedades en forma de sencillos a lo largo del año. En palabras de Hardwell cuando anunció su retirada: “Esta presión deja muy poca energía, amor, creatividad y atención para una vida como persona normal”.
En el documental Avicii: True Stories, el propio músico reconocía que estaba “harto de las sesiones”. Desesperado y enfermo de una pancreatitis, el dj sueco se quitó de en medio lesionándose en el cuello y las muñecas con el cristal de una botella rota. Fue un trágico fin a una vida sin control, en la que combatía la ansiedad con drogas. El conocido cóctel letal de sexo, drogas y rock and roll es sustituido por sexo, drogas y techno o house. “A Avicii lo mató lo mismo que a Kurt Cobain", dice Fernando Fuentes, director de la agencia de comunicación de música electrónica Jaguay y autor del libro Warm-up! Un vistazo a la prensa musical electrónica en España. “Nada cambia, solo el ritmo y las sustancias. La vida de un dj puede convertirse fácilmente en una fiesta sin fin, pero nunca debe de ser así. Él es parte esencial y clave en la efervescente liturgia del clubbing, pero debe saber diferenciar hasta dónde llega su papel y cuando empieza el de la persona, y que es tan vulnerable antes los vicios y las tentaciones. Si no sabe discernir entre una cosa y la otra, tiene un gran problema y muchas papeletas para acabar mal”, añade. El dj español Brunetto confiesa que, antes que acabar mal y agotado de la noche, decidió dejar de pinchar. “Es un mundo estrasante. Me quité hace siete años de pinchar porque cansa”.
María Palacín, profesora del Máster de Autoliderazgo de la Universidad de Barcelona, señala que en la electrónica, como en cualquier ámbito donde hay éxito a edad muy joven, se necesita una disciplina: “El mundo deportivo, donde también hay fama y dinero sin tener por ello herramientas emocionales para saber gestionarlo, es un entorno más disciplinado. En este mundo artístico no pasa: se desarrolla principalmente por la noche y no existen límites. Viven sin poner los pies en el suelo”. O, como decía Hardwell, en “una montaña rusa que nunca se detiene”.
La ola de la manipulación
La imagen del dj siempre está asociada a la fiesta y a esa persona que con su música hace bailar a todo el mundo, pero también hay soledad en este entorno. Como afirma Ley DJ: "Llega un momento en que ya no te interesa tanto sociabilizar y el latir de las salas. La noche es trabajo y pierdes el gusanillo por la fiesta. Te ves muy solo en ese ambiente y, a diferencia de un grupo, estás solo con la responsabilidad de hacerlo bien en el escenario".
Como en otros entornos musicales o del cine o el deporte, donde las estrellas están rodeadas de representantes, promotores y todo tipo de agencias de management, esta soledad también puede perjudicar en la toma de decisiones y en el control del artista sobre su carrera y sobre sí mismo. María Palacín, profesora del Máster de Autoliderazgo de la Universidad de Barcelona, lo llama estar en "la ola de la manipulación". El dj se ve encima de la ola, pero no la domina. Está sobre ella, moviéndose, pero puede acabar arrastrándole. "No es dueño de su vida. Es un conflicto personal al que se enfrentan aquellos que tienen mucho éxito: sentirte el amo del mundo no garantiza controlar tu vida".
Fue lo que le sucedió a la superestrella Avicii. "Drogas duras a saco, dinero fácil y a mansalva y una joven cabeza mal amueblada... Si, además, su entorno más cercano, estrecho e íntimo —familia, amigos, ayudantes, managers— en vez de bajarle de vez en cuando, desde la nube a la cruda realidad, hacen lo contrario: actuar como palmeros, más interesados en que la gallina siga poniendo huevos de oro, en vez de cuidarlo y guiarlo, la cosa empeora, se acelera y, salvo milagros, suele acabar fatal", dice Fernando Fuentes, experto en música electrónica.
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