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UNIVERSOS PARALELOS
Columna
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El salvavidas español

España es el mejor refugio temporal para superestrellas en horas bajas, según Bruce Springsteen

Diego A. Manrique
Bruce Springsteen, en su concierto del estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, del 21 de mayo de 2016.
Bruce Springsteen, en su concierto del estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, del 21 de mayo de 2016.REDFERNS

La pasada semana, nos enteramos del curioso consejo de Bruce Springsteen a Win Butler. El grupo de Butler, Arcade Fire, fue vapuleado tras lanzar su último trabajo, Everything now, y parece haber pinchado en su más reciente gira por Estados Unidos. Springsteen sugiere que aguanten el tirón y se trabajen el mercado español.

Habla por experiencia propia. La popularidad de Bruce en su país ha oscilado, afectada por sus posturas políticas y algunos discos intrínsecamente minoritarios. En España, sin embargo, sus ventas han sido constantes y, según la leyenda, en algunos lanzamientos ha despachado comparativamente más copias que en Estados Unidos. Tampoco ha bajado su atracción en taquilla, donde ha impuesto condiciones onerosas (el artista se lleva hasta un 98% de los beneficios).

Según Springsteen, España puede ser un refugio durante los diez años que calcula necesarios para que cambie la opinión crítica. Mientras eso ocurre, añade, pueden disfrutar de la gastronomía española y tocar ante masas generosas y entregadas. Una vez superada la travesía del desierto, podrás volver a Estados Unidos, a disfrutar del hecho de que la veleta nuevamente haya girado en tu favor.

En los medios locales, la reflexión de Springsteen ha sido celebrada como un piropo a España. Hemos visto reportajes donde, con el añadido de imágenes de Madonna o Bon Jovi ataviados con camisetas de equipos de fútbol españoles, han desembocado en la conclusión previsible: somos la repera, el mejor público del mundo.

Mick Jagger con The Rolling Stones en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, el 7 de julio de 1982.
Mick Jagger con The Rolling Stones en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, el 7 de julio de 1982.RICARDO MARTÍN

Hay otra posible interpretación. Lo que Bruce parece sugerir implícitamente es que el público español resulta fácil de seducir: se queda con la primera impresión y ya no modifica su valoración aunque saques discos tan torpes como, por ejemplo, The Seeger Sessions. Aquí decidimos que Bruce era el “americano bueno”, Gary Cooper con guitarra Fender, y da lo mismo que en las últimas décadas se haya convertido en una máquina recaudatoria ajustada al último centavo por su temible representante, Jon Landau.

Supongo que hay detrás nuestro problema de autoestima, nuestra histórica necesidad de atesorar la mínima migaja de amor lanzada por cualquier figura foránea. De ahí la proliferación de esos libros donde se cuenta minuciosamente lo ocurrido durante las visitas a España de Madonna, U2, Springsteen o los Rolling Stones.

Libros afanosos que pretenden convencernos de que aquí dieron los mejores conciertos de su carrera, que su relación con España es más profunda de la que tienen con otros países. Y no. No siempre. Piensen en Keith Richards. Ya saben, el guitarrista de los Rolling Stones ha coprotagonizado famosos conciertos en el Vicente Calderón.

Y hay miles de fans que juran que Richards tuvo una epifanía la primera vez que tocó junto al Manzanares. Sin embargo, Keith no recuerda como un concierto apoteósico el celebrado allí en 1982, cuando su salida coincidió con una tromba de agua: "No tocas bien cuando el escenario está inundado". Aparte, Richards cree, bendito sea, que el antiguo estadio del Atlético de Madrid se llamaba The Cauldron (en castellano, "la caldera"). Lo explica así: "Es un recinto empinado, el sol pega tan duro que aquello se pone como una sartén, algo infernal". Sí, Keith: la caldera de Pedro Botero.

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