Ribadavia: un Aviñón a la gallega
Mostra Internacional de Teatro, que se celebra estos días en un castillo medieval, transforma la capital de la comarca del Ribeiro en un hervidero de artistas
Es una alegre tarde de domingo en Ribadavia. Estamos justo en la mitad de julio, pleno verano, pero en este frondoso valle gallego el calor no asfixia y las terrazas de las tabernas de la Plaza Mayor están repletas de clientes. La gran afluencia tiene que ver, claro, con el hecho de que se juega la final del Mundial de Rusia y los dueños de las fondas han colocado grandes pantallas de televisión frente a las mesas para ofrecer la retransmisión del partido a sus parroquianos. Pero no todo el jolgorio se debe al fútbol: en Ribadavia estos días hay más interés por el arte que por el deporte rey.
Se celebra la 34ª edición de la Mostra Internacional de Teatro, uno de los festivales de artes escénicas más veteranos y singulares de España, que cada verano transforma esta pequeña localidad de 5.000 habitantes en una especie de miniatura de Aviñón. Aquí no hay un impresionante palacio gótico con un escenario dentro como en la ciudad francesa, pero sí un castillo medieval con mucho encanto que alberga un auditorio al aire libre rodeado de viñedos (esto es la capital de la comarca del Ribeiro). Y el ambiente es parecido: teatreros, turistas, programadores, gestores culturales y la crème de la cultura gallega se apiñan con gusto en las bodegas del coqueto barrio judío del pueblo para comer pulpo y catar el famoso vino de la zona.
El domingo pasado, mientras los clientes de las terrazas de la Plaza Mayor seguían con fervor el partido del Mundial, pocos se dieron cuenta de que pasaba por allí uno de los grandes nombres del teatro europeo, el italiano Pippo Delbono, acompañado de varios miembros de su singular compañía. Entre ellos destacaba Bobó, 82 años, paso lento pero risueño: nadie hubiera pensado que esa misma noche ese hombre saldría a un escenario. Delbono se veía contento. Por la mañana se había relajado en unas termas cercanas y aún tenía tiempo de pasear antes de su actuación en su espectáculo La gioia, previsto para las 11 de la noche en el castillo. El teatro necesita oscuridad y en Galicia anochece muy tarde en esta época.
Este es el ambiente que se respira en Ribadavia estos días. La Mostra se inauguró el sábado pasado con la recuperación de un hito del teatro gallego, Commedia, un xoguete para Goldoni, de Cándido Pazó, que precisamente se estrenó en Ribadavia en 1993 y que se mantuvo después varias temporadas de gira por España. Su recuperación veinticinco años más tarde en el mismo escenario tiene que ver con la propia idiosincrasia de este festival, pues su impulso primigenio fue siempre el apoyo a la cultura gallega. Hagamos un poco de historia: esto no nació del impulso de ninguna institución, sino de la resistencia de un grupo de artistas que se agruparon en Ribadavia para desarrollar un repertorio teatral en lengua gallega en pleno franquismo. Ellos organizaron en 1973 la primera Mostra de Teatro en Galego, con escasos medios pero con tal acogida que el certamen se repitió después cada verano hasta 1980. En 1983, ya en democracia, el Gobierno de Galicia recogió el legado y convirtió el certamen regional en un festival internacional.
En los últimos días han actuado también en el castillo de Ribadavia una nutrida representación de creadores de Galicia y colectivos importantes de la escena española como Micomicón y Kamikaze, además de compañías extranjeras de gran proyección: Marianella Morena, uruguaya que empieza a hacerse un hueco en la escena internacional, y los mexicanos Los Colochos, cuya versión del Macbeth de Shakespeare a lo Juan Rulfo se ha convertido en un fenómeno teatral: lleva ya cinco años de gira mundial. Para este fin de semana, como clausura del festival el domingo, se ha reservado otra guinda: The Table, de los británicos Blind Summit Theatre, un multipremiado espectáculo de marionetas para adultos.
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