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1906 consolida su día con música callejera y conciertos a ambos lados del Atlántico

La jornada culmina un ciclo con más de 40 conciertos en 12 ciudades que reunieron propuestas de jazz, soul y flamenco

En 2006, el ingeniero de sonido estadounidense Mark Johnson comenzó un proyecto que consistía en grabar a músicos callejeros de diferentes países tocando la canción Stand by me, de Benjamin Earl Nelson. Viajó por más de 10 países con su equipo y consiguió involucrar a más de 30 guitarristas, bajistas, cantantes y saxofonistas que se ganaban la vida con sus melodías en las aceras. Uno de aquellos músicos fue el holandés Clarence Bekker, que por entonces vivía en Rotterdam. La canción se publicó en la plataforma de vídeos Youtube y fue un éxito, más de 112 millones de reproducciones hasta el momento.

El pasado martes, junto a la Fnac de Preciados, a eso de las 19.06 Bekker volvió a sacar su guitarra y colocar su gorra en el suelo. Junto a otros músicos, que se iban turnando, ofreció un concierto a todo aquel que quisiera detenerse a escucharle. En pocos minutos una multitud tenía la calle cortada y coreaban el famoso estribillo de Stand by me, primero en inglés y luego en español. Como estamos en la era digital, casi todos grabaron el concierto con sus teléfonos en una acción que recordaba a la que protagonizó el grupo irlandés U2 en el metro de Nueva York con el presentador Jimmy Fallon.

Que esto ocurriese el pasado martes no fue casualidad. Desde hace tres años, cada 19 de junio, la marca de cerveza 1906 celebra su día con un evento mundial en el que invita a diferentes músicos a tocar en algunos locales o en este caso, en la calle. La jornada es también el cierre del ciclo musical que organiza la familia de cervezas 1906 y que volverá en otoño. Esta vez, en su undécima edición y durante tres meses, el jazz, el soul y el flamenco han sonado en más de 40 conciertos repartidos en 12 ciudades diferentes. Y mientras Callao vibraba con el compositor holandés, a la misma hora en Sao Paulo se celebraba una fiesta con autores locales en la Estação Rio Verde. La elección de los artistas no fue baladí, ya que todos tienen un punto en común, su visión acerca de lo que es para ellos la pasión por la música: un arte que no tiene sentido si no se disfruta en compañía.

Para Bekker, la pasión "es estar con gente, interaccionar con ellos". Se dio cuenta en su pueblo natal, Witten (Holanda): "La música entró cuando yo era un niño, estaba en un pueblo donde no había ningún negro y sentía un poquito de soledad". Su única compañía por entonces eran las canciones de Michael Jackson, Prince o James Brown que sonaban en la radio. Ya desde chico supo que quería viajar por el mundo y llevar sus melodías a cualquier rincón del planeta. Primero lo hizo en los Países Bajos, con su antiguo grupo Swinging Soul Machine, con quien consiguió reconocimiento gracias a la canción Spooky's Day Off y más tarde en las calles de Barcelona. En la Ciudad Condal compartió escenario con varios grupos locales y recuerda, con una sonrisa en el rostro, alguna que otra escapada de la policía como artista callejero.

Otro de los escenarios en los que 1906 celebró su día fue el café Berlín. Allí, por la noche, se reunieron el saxofonista Antonio Lizana y su banda de fusión de jazz y flamenco y más tarde Francisco Gabas, conocido como Dj Panko. Para Lizana, la pasión "es un hambre que no puedes controlar y que buenamente tratas de saciarlo con lo que tienes a mano. En la música es cuando nos reunimos en una sobremesa y nos ponemos a hacer compás". El músico de Chiclana vive solo en una granja con dos perros y dieciséis gallinas. Aunque es su padre quien se ocupa de los animales, porque la mayor parte del tiempo lo pasa tocando su instrumento o viajando de un bolo a otro.

Allí, en la localidad gaditana, ha formado una vida que gira en torno a la música, pasión que vive desde los ocho años, cuando escuchaba los vinilos de su padre. Desde entonces supo que solo quería hacer cosas relacionadas con este arte. "Al principio pensaron que podía llevar los estudios y la música a la vez, pero con 16 años les dije que no iba a presentarme a la selectividad y se lo tomaron bien. Esa conversación se tuvo solo una vez y después me fui a hacer el grado superior de música".

El estilo de Lizana es libre y creativo, se mueve en un entorno muy especializado en el que por ahora solo se acerca a minorías, así que su caché es reducido. Pero para el músico gaditano esto no es un problema, porque no vive la música como un negocio, sino como una forma de divertirse . "A veces te das cuenta de que estás sacrificando tu vida para ir tirando, entonces piensas: prefiero no tener esta forma de vida de viajar tanto y cuidar la música solo en ambientes de amigos o en situaciones que a mi me interesan. Sé que de otra forma las fuentes de ingresos pudieran ser otras y tendría dos pisos y además me daría para comer", explica.

Después de su actuación, que incluyó improvisaciones con artistas invitados como Amparo Sánchez (Amparanoia), Josemi Carmona y María Toro, fue el turno de Dj. Panko, un viejo conocido de la escena musical de Barcelona. Para Panko, la pasión es "ese sentimiento por el cual lo dejarías todo". Afirma estar casado con la música y que es esta quien lleva el timón de su relación. "Después de 40 años tocando hay que llevar esa pasión sin que te trastoque los sentidos, porque cuando eres joven la música te sacude y con el tiempo aprendes a controlarla y transmitirla a los demás, que es lo más bonito que hay".

Al igual que Lizana y Bekker, Panko supo que quería dedicarse a tocar desde muy pequeño. "De repente un día vino el maestro de música y me hizo dirigir el coro. Fue a hablar con mis padres para que me metieran en un conservatorio pero mi familia no tenía dinero, así que aprendí de forma autodidacta porque era un código que entendía. Las matemáticas u otras asignaturas del colegio no las comprendía, pero lo que es la música se me daba bien, por ejemplo, escuchaba blues y me sonaba a chino, pero conocía el código, lo mismo me pasaba con la música hindú".

Cuando te dedicas a la música de forma profesional, con el tiempo puede llegar un día en el que confundas tu pasión con una profesión como cualquier otra y sientas que la magia de antaño quedó en aquellos momentos en los que tocabas con tus amigos. No es el caso de ninguno de estos tres músicos que saben que aunque también tienen que ganarse la vida, esta tiene que ser algo más. Para Panko, "es un sentimiento que los humanos tenemos dentro, que viene de algo muy ancestral, y que hace vibrar las palabras". Las conversaciones nos dicen cosas, están llenas de significados; pero los sonidos son ambiguos y se expresan por vibraciones, ya sea en un estilo u otro.

Esta noticia, patrocinada por 1906, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

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