Calurosas vacas flacas
Ya es tradición que en verano la cartelera cinematográfica chochee, disminuya su pasión y aplace los estrenos de interés para la temporada de otoño
Ya es tradición que en verano la cartelera cinematográfica chochee, disminuya su pasión y aplace los estrenos de interés para la temporada de otoño. No digamos nada si además coincide con un mundial de fútbol, como está ocurriendo ahora mismo, cuando el fútbol lo impregna todo y se contagia como una epidemia. No se salva de ella el programa Historia de nuestro cine, que esta semana se ha programado en torno al rey de los deportes como principal protagonista, y ello a pesar de que el cine español no ha prestado al fútbol mayor atención a lo largo de su historia, ni tan siquiera en películas hechas en coproducción.
Sobre el cine en coproducción precisamente pondrá este programa su foco la semana que viene, expresamente sobre películas hechas en Europa, aunque prácticamente ninguna de las programadas sea de gran nivel. Quizás puedan librarse de esa aseveración, aunque sin echar las campanas al vuelo, El efecto mariposa, de Fernando Colomo, y En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerín, porque las otras dos –Pasión en el mar, de Arturo Ruiz Castillo, y Paco el seguro, de Didier Haudephin– son fácilmente olvidables, aun cuando la segunda sea con un Alfredo Landa que anticipa el personaje flemático y taciturno de los Crack de José Luis Garci. Es la servidumbre que tiene este interesantísimo programa, el que no lo tiene nada sencillo para encontrar cinco obras maestras cada semana; pero sí consigue depararnos muchas sorpresas y obras de inusitada calidad, como se viene demostrando. Es grande esta Historia de nuestro cine, que viene manteniendo el pulso incluso a menudo con películas en blanco y negro, tan denostadas en la tele de nuestros días (un desafío que no han podido superar otros programas, Cine de barrio, por ejemplo) u otras películas, cuyo atractivo no siempre es evidente. Aun cuando no es nada raro que los gerifaltes de las cadenas de televisión se vean en la tesitura de trabajar con mentes cuadriculadas, el que Historia de nuestro cine siga en pie es un ejemplo de audacia y talento. De ahí que sea algo decepcionante, aun en época de verano y con fútbol hasta en la sopa, que este valioso espacio se haya dejado arrastrar por la corriente sin oponer resistencia, cuando aún quedan tantas y tan buenas películas españolas por descubrir, en blanco y negro o en color.
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