Heras-Casado convierte Granada en una fiesta de música y danza
El director de orquesta programa una panoplia de propuestas entrecruzadas para la nueva cita creativa de su ciudad natal
Cuando Pablo Heras-Casado era adolescente empapelaba las calles de Granada con los carteles de sus conciertos junto a la Capella Exaudi y La Cantoría. Tenía 17 años, había sido niño del coro en el colegio y soñaba con dedicarse a la música antigua. Hoy quizás alguien con esas mismas aspiraciones quiera parecerse al hombre maduro, con 41 cumplidos, que sigue pegado a las paredes de su ciudad. Pero ahora como responsable del Festival de Música y Danza de Granada, que dirige y que comienza este fin de semana con él al frente de la orquesta Les Siecles.
Aceptó el reto sin dudarlo. Salió de Granada con la carrera de Historia del Arte a medio terminar, coqueteos con el teatro y la música dentro. Todos esos esbozos conforman hoy el alma de un director versátil, que comenzó alternando los repertorios más ancestrales y la música de vanguardia para desembocar en un intérprete inquieto y reflexivo, con carrera consolidada a nivel internacional, como una de las cabezas visibles de su asombrosa generación en España.
Pero de todo lo que ha ido labrando, desde su aprendizaje junto a maestros como Harry Christophers, Pierre Boulez o Gerard Mortier a la titularidad de orquestas como la Saint Luke’s, en Nueva York, o su etapa como principal director invitado en el Teatro Real, quizás el nuevo puesto es lo que más le pesa: “Es mi ciudad, tengo una responsabilidad muy grande con ella”, asegura. Y con otras muchas cosas: “Con nuestro patrimonio musical, por ejemplo. Con distinguir y dar entidad propia a un acontecimiento de décadas que últimamente había quedado algo desdibujado. Mi ambición es dotarle de discurso y ampliar su proyección internacional”.
“Cada año se estrenará una obra de encargo inspirada en La Alhambra. Ha sido siempre un hecho artístico, representa historia viva de lo que somos”
Por eso, Heras-Casado aspira a darle entidad exclusiva: “Que lo que se lance desde aquí sea la primera vez que se programa. Busco ofrecer algo más sofisticado y complejo, crear vínculos entre estilos, repertorios, épocas”. Falla y Debussy, Glinka, Rimski-Korsakov, Stravinski, Albéniz, Gaspar Sanz, Santiago de Murcia, Lully, Marin Marais, Couperin… Flamenco, barroco, renacimiento, romanticismo sinfónico; el baile de Blanca Li, el Ballet de Flandes y la Compañía Nacional de Danza, el tronco de los Habichuela, un hermanamiento de cante y milonga entre Rocío Márquez y Jorge Drexler, el viaje al repertorio más lejano que pilotará Forma Antiqva. La Alhambra, con sus vericuetos y escenarios, el Corral del Carbón, el Teatro Isabel la Católica, el Auditorio Manuel de Falla, espacios y propuestas al aire o bajo techo, un mes de música, danza, conferencias, itinerarios y embrujos.
Los vínculos históricos, una reivindicación de identidades abiertas y seculares. “No tiene sentido ejecutar por ejecutar, somos herederos de un patrimonio cultural enorme y debemos trasladarlo con enfoques ricos y diversos a las distintas generaciones”. Es lo que ha hecho toda su vida, cuando además de pegar carteles y escribir los programas de sus más tempranos conciertos, interpretaba por las iglesias de Granada madrigales, cantatas y tedeums.
Entre lo que ofrezca ahora, ha decidido prestar mucha atención al lazo con Francia. “¿Qué vio Debussy en la postal que Falla le envió de la Puerta del Vino para dedicarle uno de sus preludios pianísticos? ¿Cómo fue capaz de captar su esencia sin viajar nunca aquí?”. Preguntas que quedarán con respuesta en el recital que Pierre-Laurent Aimard ofrecerá el martes 27, por ejemplo, con el programa de líneas transversales que lo unen a otros como Ginastera, Turina, Ravel o Rodolfo Halffter, a cargo del Cuarteto Quiroga. O en el concierto de apertura de Heras-Casado frente a Les Siecles, con programa dedicado por enero al compositor en su centenario.
Y enriqueciendo el legado que puede proporcionar La Alhambra: “Cada año se estrenará una obra de encargo inspirada en este lugar único. Ha sido siempre un hecho artístico, representa historia viva de lo que somos”, asegura el director. Este año comienza la entrega con una obra de José María Sánchez-Verdú, Memoria del rojo, que será interpretada el día 6 de julio junto a la Orquesta Ciudad de Granada.
Sin olvidar el vínculo ruso que explorarán, sobre todo, Valeri Gergiev y su orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo. “Siempre explorando esa relación con Granada o España y las diferentes culturas”, comenta Heras-Casado. En ese sentido, traen un programa de Glinka y la Sheherezade de Rimski-Korsakov, que cobrará vuelo en el Palacio de Carlos V de La Alhambra.
Babelia
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