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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mayor equipo de Vengadores jamás escrito

Jonathan Hickman envolvió al equipo de Marvel en una etapa de vida, muerte y filosofía

Portada de 'Los Vengadores' de Hickman.
Portada de 'Los Vengadores' de Hickman.Marvel
Eneko Ruiz Jiménez

El guionista Jonathan Hickman (Carolina del Sur, 1972) no se anda con chiquitas. Lo suyo no son las etapas cortas, rápidas, autocontenidas y fáciles de seguir. Su etapa en Vengadores es la mejor muestra. Cuando llegó a los héroes más poderosos de la tierra, el creador de Los Proyectos Manhattan lo hizo sabiendo que esta era la serie más importante de Marvel. Era consciente de la grandeza que eso debería conllevar. Aterrizó cargado de ideas revolucionarias, mapas, esquemas imposibles y un plan a muy largo plazo. En sus páginas se definían, al fin y al cabo, los mimbres de la mitología moderna. Se sentía Homero. Antes de que le dieran el visto bueno, el guionista ya tenía un ambicioso proyecto de más de 60 números. No sabía trabajar de otro modo. Durante ocho años (2004 a 2012), el creador de mitos había sido Brian Michael Bendis, más callejero y centrado en personajes. El ADN de Hickman no podía ser más opuesto. El centro de su narración, épica y filosófica, no serían las vidas de los superhéroes, sino la gran trama río, el espectáculo y las preguntas éticas universales. El escritor buscaba convertir la colección más importante del universo Marvel en epicentro, en una Biblia donde hallar el sentido de la vida y responder las grandes cuestiones, a fuego lento. Como objetivo de una colección de licra y tortazos, no está mal.

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Imaginaos el Big Bang. Ahí empieza todo. “Hubo una nada. Seguida de todo”. Ahora imaginad el final del universo. Allí acabará todo. “Todo muere”. Así fraguó Hickman esta etapa que no se se deja achicar por el tiempo y el espacio. Todo lo contrario. Viaja del principio al final de la existencia en cuestión de viñetas. Dos colecciones opuestas dedicadas a los héroes más poderosos que representante tanto la vida como la muerte. Vengadores es luz, optimismo, lucha, futuro y vida. El Mundo Vengadores. Mientras, Nuevos Vengadores, dedicado al grupo secreto de Illuminati (una cábala de los héroes más inteligentes de Marvel) pese a heredar el nombre de la serie de héroes callejeros de Bendis, sería muerte y pesimismo. Allí se lanzan los conflictos morales de difícil respuesta. El bien y el mal queda en entredicho. Dos filosofías: la de Tony Stark y la de Steve Rogers. Ambas encajarían, sin embargo, como un reloj suizo en el engranaje del ying yang de un autor obsesionado por el orden y la planificación. Y así estarán ordenadas en los tomos en los que ahora los recopila Panini. Los saltos se notarán en el tono de sus historias y en los dibujantes, que pasan de los brillantes Jerome Opeña y Steve Epting a otros de relleno, pero nunca en sus tramas, que se complementan y conversan durante toda la etapa.

La trama río gigantesca estructurada por Hickman —no lo más asequible para nuevos lectores, aunque aquí tienen origen elementos de Vengadores: Infinity War— hereda argumentos incluso de sus recomendables etapas en Guerreros Secretos (ahí está Eden Fesi) y la brillante de Los Cuatro Fantásticos (pocos han definido mejor la relación entre Míster Fantástico y el Dr. Muerte, que seguirá desarrollándose aquí). Pero el argumento, fácil de comparar con la crisis que cambió el universo DC y sus 52 tierras, construye una serie de Vengadores pura y dura. Quizás la que más en años. Y no porque en ella salgan sus principales miembros, sino por su gusto por la grandeza, el uso de la historia del equipo y su querencia por aportar protagonistas tan memorables y profundos como los más famosos. Siguiendo las enseñanzas de Stan Lee, aquí quienes cuentan no son los más conocidos. Esos ya tienen sus series. La lucha moral entre el Capitán América e Iron Man refleja a la perfección los polos que Hickman quiere enfrentar, aunque el alma está en los conflictos personales entre la nobleza de Pantera Negra (con más aristas y carisma que en tiempo) y el cinismo de Namor; o en el origen truncado de personajes de nuevo cuño (pero todos con una larga historia en Marvel) como Hyperion, Capitán Universo y Pegadora, así como de las criaturas celestiales menos heroicas: la imponente Cisne Negro y criaturas celestiales como Ex-Nihilo y Los Constructores. De todos se irán conociendo detalles a cuentagotas. Incluso veteranos como Bala de Cañón y Mancha Solar dejan de ser relegados a nuevos mutantes para erigirse en vengadores respetados.

“Nada volverá a ser igual”. Si llevas tiempo leyendo cómics Marvel, seguro que lo has tenido que escuchar en numerosas ocasiones. Pocos tópicos se repiten más. Todos nos lo creímos las 20 primeras veces, pero, a medida que el universo fue creciendo y su fama expandiéndose, cada vez era más difícil esperar que algo fuera a cambiar de verdad. La empresa se jugaba demasiado. Los resucitados siempre volvían, los rivales se reunían y los villanos acababan derrotados. Pero cuando hay un cambio del timón real, pese a las quejas de los que se negaban a romper el status quo, es un placer. Por eso es tan satisfactorio cuando la frase no es un truco de márketing, sino algo palpable. Ese es el caso del cómic que tienes entre manos. Los universos paralelos están a punto de chocar, de vivir su propia crisis en tierras infinitas existencialista. Marvel todavía podrá echar hoy atrás los cambios argumentales sucedidos durante Los Vengadores de Hickman, pero son detalles. La épica y mitología construida en estas páginas jamás serán igualadas. Para el lector “nada volvería a ser igual”.

Que el espectáculo de proporciones bíblicas no destiña los medidos detalles. Es verdad que al contrario que la etapa de Bendis, y la tónica narrativa moderna, esta no es una serie que prime personajes frente a trama (un movimiento valiente que no convencerá a muchos), pero la personalidad del enorme grupo de héroes se desarrolla en detalles casi imperceptibles, en diálogos bien calculados y en discursos y esquemas que se repiten reiteradamente. Pese a que Hickman se apoye en Shi'ars, dimensiones paralelas ya conocidas de la larga continuidad Marvel, héroes secundarios de la biblioteca de sus miles de personajes y continuidad llegada de cualquier rincón de la historia (incluido el contemporáneo, con Spiderman poseído por Doctor Octopus), al final del día el conflicto es más simple de lo que parece. Aunque premie a los más experimentados, su historia es apta también para nuevos lectores. Aquí los conceptos relevantes son los que todos entendemos, con los que sabe lidiar Marvel cuando está en forma: ¿quién debe morir?¿vale más la vida de unos pocos?¿Qué es el bien y el mal?¿quién debe blandir el poder? ¿A dónde vamos? Paciencia. Todo encajará.

Este texto es una adaptación del prólogo del tomo de Panini Vengadores, de Jonathan Hickman.

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Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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