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EL CORREO DEL ZAR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En la Fuente de la eterna juventud

En San Agustín, Florida, se puede visitar el legendario manantial de Ponce de León, y beber de él

Jacinto Antón
Figura de Juan Ponce de Leon junto al cartel que anuncia la Fuente de la eterna juventud.
Figura de Juan Ponce de Leon junto al cartel que anuncia la Fuente de la eterna juventud. J. Á.

Aprovechando un viaje de trabajo he visitado la Fuente de la eterna juventud. Y he bebido. De momento no me noto nada, pero también es verdad que estoy con jet lag. Igual es progresivo y empieza porque se te vayan las canas, como si te pusieras just for men.

Supe de la legendaria fuente por primera vez de niño leyendo la biografía de Juan Ponce de León en un libro de la colección Araluce. En la portada, que reproducía una lámina del interior, se veía al célebre conquistador y descubridor de La Florida en una playa espada en mano y con la rodilla atravesada por una larguísima flecha: la herida que puso fin a su carrera y le mató. Se cuenta que Ponce de León llegó a las costas de Florida en busca de la mítica fuente para rejuvenecerse él o enviado por el viejo rey Fernando, a la sazón no muy católico y recién casado con una mujer 35 años más joven, que ya es motivo para revigorizarte. En realidad, Ponce andaba en pos de nuevas tierras que explotar para la corona y para sí mismo. El caso es que, buscando la isla mítica de Bimini, pasó con su flota de tres barcos Cabo Cañaveral (que aún no estaba en funcionamiento) y arribó a una zona cercana a lo que hoy es San Agustín en la que desembarcó en 1513, denominando a aquel lugar Florida, tanto por su esplendor vegetal como por la fecha, la Pascua florida.

Parece que lo de ir en busca de la fuente de marras, que Ponce no menciona en ninguno de sus escritos, en los que en cambio habla mucho del sin duda más aburrido cultivo de la yuca, es algo que le atribuyeron luego para desprestigiarlo, haciéndole quedar como un visionario fantasioso, un tonto, vamos. El cronista Hernando de Escalante Fontaneda (sic), que pasó 17 años cautivo de los indios, lo que al parecer no le quitó el sentido del humor, apunta que “es cosa de risa” que el conquistador buscara en Florida el flujo reparador y se dedicara, dice, a beber en cada fuente y a bañarse en cada río. Esto último no es muy recomendable dada la abundancia de caimanes.

El manantial de la Fuente de la eterna juventud.
El manantial de la Fuente de la eterna juventud.J. Á.

Más de 500 años después, sin flota y sin tantas expectativas (excepto la de ver, precisamente, caimanes), llegaba yo el otro día a San Agustín, a dos horas al norte de Orlando, para enterarme, con el natural regocijo, de que en las afueras de la bonita ciudad, la primera construida por europeos en lo que hoy es EE UU, se encontraba la Fuente de la Juventud, y era visitable, de 9 a 18 horas. Acudí al lugar, en Magnolia Avenue, sin perder tiempo y pensando que a ver si por escéptico me iba a quedar yo sin recuperar el cuerpo serrano de cuando estudiaba pantomima, por ejemplo. El que me hicieran un descuento por mi edad en las taquillas, rebajándome la entrada de 15 a 14 dólares, supuso un buen baño de realismo.

The Fountain of Youth Archeological Park es como una especie de parque temático considerado junto con la Alligator Farm la atracción más antigua de Florida (1904), precediendo con mucho Disney World. Entre los atractivos que ofrece figuran la reconstrucción de un pueblo de los indios timucua y de la primera misión de Florida, Nombre de Dios (1587), así como que cada día disparan un viejo cañón español y varios mosquetes para espanto de los pelícanos.

Yo corrí hacia el emplazamiento de la fuente, aunque luego lo pensé mejor y reduje el paso, no fueran a pensar que no necesitaba tomar las aguas. La fuente en sí, que se encuentra en una especie de cueva, está entre dos dioramas con conquistadores e indios de forma que parece que te has metido en el set de una película de Indiana Jones. Sobre una repisa hay un oxidado casco que parece el del mismísimo Ponce y en una vitrina una serie de artefactos hallados en las excavaciones de alrededor. Se suministran unos vasitos de plástico –similares a los que se emplean para dar la medicación en los centros de día- y con ellos puedes beber de la fuente que brota en tres chorritos entre unas misteriosas luces azules.

Entrada al recinto de la Fuente de la eterna juventud.
Entrada al recinto de la Fuente de la eterna juventud.J. Á.

El agua está desagradablemente tibia y tiene un sabor sulfuroso, desde luego no es Agua de Viladrau. Pero en fin, todo sea por rejuvenecer. Hay quien la bebe con fruición y esperanza y quien se lo toma a cachondeo. Al ser día laborable y temporada turística baja no tardé en quedarme solo en el manantial aprovechando para beber largos tragos, uno incluso con el casco de Ponce puesto. Espero no haber abusado y despertarme un día en párvulos o teniendo que volver a pasar la selectividad.

Para dar ambiente, en un muro cuelga una pintura en la que se ve a un Ponce anciano (y eso que murió a los 47 años) observando con mirada libidinosa a través de la espesa maleza a un grupo de jóvenes indias desnudas que se bañan (innecesariamente, desde mi punto de vista) en la fuente. Esperé un buen rato, pero las indias no aparecieron. Quien sí lo hizo fue un guardia al que no solo no le extrañó que llevara puesto el casco de Ponce sino que accedió a tomarme una foto de recuerdo. Me explicó que la Fuente de la Juventud recibe 175.000 visitantes al año pero que no sabría decir cuántos de ellos rejuvenecen efectivamente porque no los vuelve a ver o quizá no los reconoce. Para mí que el tipo había bebido otro elixir de la vida de mayor graduación y estaba de guasa.

El rastro del manantial puede seguirse, me informó, hasta 1868, cuando el florista H. H. Williams adquirió el terreno para cultivar frutos y flores y cavó para desenterrar un pozo artesiano que había quedado sepultado por un terremoto. En 1868, Williams abrió el parque al público, pero este no se convirtió en atracción turística hasta 1900 cuando Luella Day McConnell (aka Diamond Lil) compró la propiedad y promovió la zona como la del desembarco de Ponce de León, añadiendo con gran sentido del negocio lo de la Fuente de la Juventud.

De vuelta, y mientras me palpaba a ver qué, recordé que según Piratas del Caribe 4, en mareas extrañas -con este tema cualquier fuente (!) es buena-, para beber con resultados del manantial mágico es necesario hacerlo en un cáliz de plata en el que se ha depositado una lágrima de sirena. Tenía que regresar. Aunque San Agustín está extrañamente lleno de reproducciones de sirenas, cuesta encontrar una de verdad. Nadie dijo que rejuvenecer fuera ser fácil.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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