Elegancia intergeneracional
Michael Franks rejuvenece en labios de Sidran; gana en nervio, suena más crudo y directo
Poca gente recuerda a Michael Franks. Y entre quienes lo conservan en la memoria, algunos le catalogan (torpemente) como un cantante meloso, ultrarromántico, blandurrio. Por eso, es una bendición inesperada el alumbramiento de un disco de homenaje como Cool School: The Music of Michael Franks. Y una sorpresa manifiesta que la reivindicación corra a cargo de Leo Sidran, un hombre 32 años más joven que él y con un bagaje mucho más ecléctico. En realidad, las diferencias entre el oficiante y el destinatario del tributo solo han servido para enriquecer el resultado, por lo comprobado este fin de semana en el estreno del Café Central de Madrid. Franks rejuvenece en labios de Sidran; gana en nervio, suena más crudo y directo, menos atildado. Pero la soberana elegancia del repertorio es la misma. La escuela de "lo cool", a lo que se ve, admite un alumnado intergeneracional.
Leo (Wisconsin, 1976) aún está interiorizando las canciones de su inopinado ídolo californiano y por ahora no se atreve a prescindir del atril con las letras, pero incluso imita el peculiar timbre aterciopelado de Franks en la canción The Cool School, o borda junto a Leo Minax una versión deliciosa de Antonio’s Song. El hijo de Ben Sidran aprovechó para alternar los estrenos con algunos ejemplos de su repertorio propio: contagioso en Jamboree, extraordinario en el caso de Let Me Down Easy, que entronca con A.J. Croce, Jesse Harris y demás cancionistas de alta escuela. Ventajas de la sabiduría versátil: Sidran compuso para Steve Miller siendo un pipiolo y demostró instinto pop con la banda Joy & The Boy. Su querencia por Franks representa ahora otra brillante línea insólita en su currículo.
Babelia
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