Largo viaje sin salir de casa
Tradición y modernidad en continua pugna, aunque entrelazadas como los dedos de dos personas que se aman, que saben mirarse a los ojos y comprender lo que hay dentro
INVITACIÓN DE BODA
Dirección: Annemarie Jacir.
Intérpretes: Mohammad Bakri, Saleh Bakri, Maria Zreik, Lama Tatour.
Género: drama. Palestina, 2017.
Duración: 96 minutos.
Nazaret, la ciudad de Israel con mayor población árabe, es el escenario perfecto para una película de carretera en la que los personajes avanzan en lo moral mientras no dejan de dar vueltas en lo físico. Los conflictos internos, de familia, entre un padre y un hijo que reparten invitaciones de boda, entregadas en mano, sin mediación, como manda la tradición palestina, ejercen de metonimia ideal de los conflictos externos, los que surgen entre las diferentes tradiciones de la ciudad, en lo político, en lo religioso, en lo social.
En su tercer largometraje, Annemarie Jacir, palestina de Belén, ha compuesto con Invitación de vida una road movie clásica en la que no es necesario salir de la ciudad para que se cumplan sus esencias. Como mandan los cánones del subgénero, cada encuentro, cada visita a amigos y familiares, muestra una microhistoria personal, un modelo de relación entre iguales y entre diferentes, un prototipo de los conflictivos vínculos en una ciudad diversa, trascendiendo de este modo desde lo particular hasta lo universal.
Jacir, que ha dado un gran salto de calidad desde su ópera prima, La sal de este mar (2008), también estrenada en España, logra una película fascinante ambientada durante buena parte de su metraje en el interior de un coche. Un reducto donde padre e hijo reflexionan sobre la oportunidad de marcharse y la necesidad de quedarse en una ciudad que nunca los acogió, pero que también es suya. Tradición y modernidad, en continua pugna, aunque entrelazadas como los dedos de dos personas que se aman, que saben mirarse a los ojos y comprender lo que hay dentro. Una fuerza del cariño comandada por dos actores excelentes, Mohammad y Saleh Bakri, padre e hijo en la vida real, forjadores de una bella calma entre el nervio de una ciudad (im)posible.
Sin las desorientaciones de verosimilitud de La sal de este mar, historia de amor que ya se centraba en el mismo subtexto —la colisión entre el que aspira a respirar fuera del conflicto-palestino israelí y el que aún cree que se pueden cambiar las cosas desde dentro—, Invitación de boda, drama con apuntes de comedia premiado en Locarno y Mar del Plata, es una de esas películas para vivir, aprender y soñar. De apariencia sencilla y mensaje complejo, que se escucha y se huele, y que se mantiene firme sobre una línea de corte humanista, tan necesaria en estos tiempos de constante desequilibrio.
Babelia
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