La mujer futura
La película se enmarca en el contexto actual de reivindicación de figuras femeninas, cuya importancia se relativizó por su proximidad a relevantes personajes masculinos

LOU ANDREAS-SALOMÉ
Dirección: Cordula Kablitz-Post.
Intérpretes: Nicole Heesters, Katharina Lorenz, Alexander Scheer, Julius Feldmeier.
Género: drama. Alemania, 2016.
Duración: 113 minutos.
Entre las dos encarnaciones cinematográficas más completas de la figura de la escritora y psicoanalista Lou Andreas-Salomé median cuarenta años de distancia, con los cambios de sensibilidad y focalización que ello implica. Cuando, en 1977, Liliana Cavani dirige Más allá del bien y del mal, título paradigmático de su poética equidistante entre lo culterano y lo sensacionalista, lo que le interesa es la fundación de una nueva moral: el supuesto ménage à trois que unió a Andreas-Salomé con Friedrich Nietzsche y Paul Rée encontraba su correspondencia con un discurso capaz de entreverar ideas filosóficas e imágenes de impacto, empeñadas en pulverizar tabúes de representación. A pesar de sus escenas de cruising decimonónico y danza homoerótica y de la recordada set-piece que, tras mostrar a Andreas-Salomé orinando en un florero, desvelaba todas las tensiones sexuales del trío, la película de Cavani proponía una idea valiosa: entender al personaje como plausible encarnación del superhombre nietzscheano.
La Lou Andreas-Salomé de Cordula Kablitz-Post se enmarca en el contemporáneo contexto de la reivindicación militante de figuras femeninas cuya importancia se ha visto relativizada por su proximidad a relevantes personajes masculinos. Aquí, no solo Nietzsche y Rée, sino también Rilke y Freud funcionan solo en tanto que oraciones subordinadas a ese vector de desafío y modernidad que fue la autora de Friedrich Nietzsche in seinen Werke. En su primer largometraje de ficción, Kablitz-Post coloca a una madura Andreas-Salomé en el centro de la reconstrucción de su propia vida, mientras el fuego nazi intentaba reducir a cenizas la cultura judía. Con discutibles recursos estilísticos –esas feas postales tridimensionalizadas- y propósito didáctico, la película parece confirmar, no obstante, que Andreas-Salomé sigue condenada a que, antes que en sus ideas, el énfasis se ponga en lo que le sucedía –o lo que decidía- de cintura para abajo.