Fallece el cazador de imágenes Eugeni Forcano
El fotógrafo, que recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2012, entre otros reconocimientos, tenía 92 años
Los grandes mueren en días grandes. Le ocurrió a Josep Pla que falleció tal día como ayer de 1981 y a Joan Miró un día de Sant Esteve de 1983. También le ha ha ocurrido a Eugeni Forcano. En la madrugada de este lunes, festividad de Sant Jordi, un día en el que todo el mundo celebra el día del libro y de los escritores, sus imágenes se colaron de una forma luctuosa para anunciar que había fallecido a los 92 años de edad en su Canet de Mar natal.
“Son magníficas, insuperables. No necesitan en absoluto el menor comentario, porque son tan directas, contienen una dosis de expresividad tan elevada, producen un impacto en el observador tan puntiagudo, que no hay necesidad de poner una nota explicativa cualquiera a pie de página”. Así definió Josep Pla las imágenes que había realizado Forcano en 1960 y a las que tenía que añadir un comentario para publicarlas en la revista Destino. De este escritor realizó unas magistrales fotografías en las que el humo de su inseparable pitillo escribía formas geométricas en el aire mientras le cubrían parte de su rostro.
Forcano, de formación autodidacta, comenzó a trabajar en 1960 para Destino, después de ganar un concurso que convocaba esta influyente revista y tras llamarlo para trabajar el propio Pla y Néstor Luján. Con Destino colaboró hasta 1974 y firmó muchas de sus portadas. Libre de formación, Forcano no se adscribió a ningún grupo ni generación ya que supo encontrar su propia línea de trabajo. “No me he relacionado porque no tenía tiempo, tenía que pencar y no podía ir a Boccacio, como otros. Me entregaba a mi trabajo porque lo hacía con mucha pasión”, explicó en 2012.
Forcano era un hombre entrañable, de conversación rápida, sobre todo cuando explicaba su trabajo, con el que era evidente que disfrutaba y mucho. Recordaba cada una de las circunstancias en las que hizo sus imágenes, las esquinas y las plazas y las personas que aparecen en sus fotos, aunque haya pasado más de medio siglo. Simpático, coqueto, atractivo y pulcro; lucía siempre un pequeño bigote perfectamente pulido y un chaleco brillante de flores que le daban un aspecto eternamente jovial. Sus fotografías tienen la belleza de la anticipación, la capacidad de atrapar un instante preciso sin que las personas se percaten de la presencia del fotógrafo, como si hubiera congelado la vida en el tiempo.
Lo conseguía con su cámara Rollei de visor superior que le permitían captar situaciones sin despertar suspicacias. Por su visor pasaron monjas con tocados imposibles, policías de uniformes, turistas ataviados a la última, curas con enormes sotanas, niños jugando en las calles, adultos en múltiples actividades cotidianas, que parecen no percatarse de la presencia de alguien extraño que les interrumpe; además de elementos del paisaje urbano como coches, tiendas, fiestas.
Máximos galardones
Forcano obtuvo en vida los máximos galardones a los que puede aspirar un fotógrafo español: era poseedor del Ciutat de Barcelona en los años 1963 y 1976, la Medalla de Oro al Mérito Artístico en 2009 y en 2012 el Nacional de Fotografía que concede el Ministerio de Cultura. Cuando recibió el premio le gustaba contar cómo pensaba que uno de los telegramas de felicitación era de su amigo Juan Carlos, pero descubrió que se trataba del rey emérito cuando vio que el nombre de su mujer era Sofía y eso no le cuadraba.
En 2005 el Palau de la Virreina le dedicó una antológica por toda su obra; en 2010 en Barcelona expuso 130 imágenes en las que esta ciudad era la protagonista y hasta el 20 de mayo puede verse en el Palau Solterra que la Fundación Vila Casas tiene en Torroella de Montgrí la exposición La vida atrapada al vol (La vida atrapada al vuelo) con una selección de sus fotografías y sus trabajos experimentales. Serán las últimas fotografías expuestas en vida de este enorme Forcano, pero siempre quedarán sus fotografías publicadas en libros y revistas y su eterna jovialidad.
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