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FERIA DE ABRIL
Crónica
Texto informativo con interpretación

No hay perdón para Padilla

La presidencia le negó injustamente una oreja y se la concedió a El Fandi

Juan José Padilla da un pase en la corrida de esta noche en La Maestranza.
Juan José Padilla da un pase en la corrida de esta noche en La Maestranza.JORGE GUERRERO (AFP)
Antonio Lorca

Fuente Ymbro/Padilla, El Cid, El Fandi

Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, bravos y manejables en líneas general; dificultosos tercero, cuarto y quinto, y destacaron primero, segundo y sexto.
Juan José Padilla: estocada trasera (petición mayoritaria y vuelta); estocada (silencio).
El Cid: dos pinchazos y estocada (silencio); media estocada y dos descabellos (silencio).
El Fandi: estocada (silencio); estocada (oreja).
Plaza de la Maestranza. Duodécima corrida de la Feria de Abril. 20 de abril. Tres cuartos de plaza.

Juan José Padilla tuvo la osadía de salir por la Puerta del Príncipe en la feria de 2016 y todavía hay algunos que no se lo han perdonado. Incluso el presidente de aquella tarde ha debido de sufrir su mijita de guasa por contribuir con su decisión a aquel sonado y merecido triunfo.

Pues el presidente de 2018 no pareció dispuesto a aguantar bromitas irónicas y tiró por la calle de en medio: le negó la oreja del primer toro, que mayoritariamente solicitó la plaza, de tal modo que ya no había opción a una salida a hombros.

Pues, muy mal, señor presidente Fernández Rey. Grave error el cometido contra Padilla por varias razones. La primera, porque los tendidos se convirtieron en un mar de pañuelos; la segunda, porque su actuación fue entonada, que quiere decir que hizo lo que sabe y lo hizo bien. Vamos, que todo el mundo no puede ser heredero de la inspiración artística. Padilla recibió al toro de rodillas en los medios con una garbosa larga cambiada, capotazo que repitió después en el tercio; y veroniqueó con estilo.

Clavó banderillas con facilidad y con su escaso clasicismo habitual brindó a la concurrencia y se dispuso a muletear a un toro que pronto descubrió su alta calidad. De rodillas, pegado a tablas, y con pases por alto inició Padilla su labor. Ya en pie el lidiador, el toro repitió incansable las embestidas, con noble codicia, humillación, movilidad y prontitud. Y el torero lo acompañó de la mejor manera, solvente, pero carente de empaque. Sonó la música y las notas del pasodoble no suavizaron la tosquedad de las maneras del jerezano. Toreó Padilla con ambas manos, despegado y al hilo del pitón, y prefirió inclinarse por un circular antes que continuar con el toreo fundamental. Dicho lo cual, hay que añadir que estuvo en su línea: hecho un jabato, entregado y pundonoroso, y que mató de una estocada hasta la empuñadura que cayó trasera. Hizo méritos suficientes para pasear la oreja, pero el presidente —que ya se equivocó la tarde de Núñez del Cuvillo al no conceder la vuelta al ruedo al toro Encendido—, volvió a errar gravemente. La bronca fue gorda y merecida, pero a Padilla le robaron una oreja y eso quedará para la historia. El torero tuvo pocas opciones con el cuarto, parado y dificultoso, y el presidente respiró con tranquilidad.

¡Ay, si esa faena la protagoniza un torero del artisteo andante, tan moderno como fraudulento…!

Otro toro de categoría se encontró El Fandi en sexto lugar (el tercero tenía guasa y lo pasaportó con rapidez) y lo aprovechó a su manera de principio a fin. Se lució en dos quites, por faroles y zapopinas; espectacular y acertado en banderillas, y variado en la muleta ante un toro noble, con ritmo, nobleza, alegre y buen son. El granadino lo esperó de rodillas en el centro y el animal acudió raudo a la llamada, lo toreo, después, por ambas manos, y destacó más la clase del toro que la hondura del torero. Y acabó con unos airosos ayudados por alto antes de cobrar una buena estocada. En este caso, el presidente no lo dudó y sacó con justicia el pañuelo blanco.

El Cid quiso, pero se quedó a medias. Su primero, complicado, exigía un torero con más confianza y menos precauciones, y el quinto fue deslucido y parado. Se lució, eso sí, a la verónica en sus dos toros.

¿Y la corrida? No fue fácil, bravucona en el caballo, alegre en banderillas y variada en la muleta. Todos tuvieron picante, motivo para que las figuras no quieran ver estos toros ni en pintura. Así es…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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