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Columna
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Lo rural

La serie ‘Represalias’ incluye todo el muestrario, o casi todo, de la maldad humana

Ángel S. Harguindey

¿Qué ocurriría si en una miniserie de cuatro capítulos sus guionistas se confabularan para entremezclar un suceso como el de Puerto Hurraco con un melodrama en el que las emociones reinasen? Pues, probable e inconscientemente, el resultado podría ser Represalias, un producto de Netflix en alianza con la BBC.

Pocas veces en tan pocos capítulos una serie puede incluir tantos sentimientos y sucesos tremendos. No falta de nada: asesinatos, infidelidades, drogadictos, violadores, chantajes, incestos... todo el muestrario, o casi todo, de la maldad humana, enmarcada, eso sí, en los bucólicos paisajes de las Lowlands escocesas con Edimburgo como referencia.

Hace años, Luis Landero quiso hacer unos reportajes sobre los terribles sucesos de Puerto Hurraco, una masacre en un domingo de agosto de 1990 en un pequeño pueblo de Badajoz. No llegó a hacerlos, para lamento de sus seguidores. Carlos Saura sí realizó un largometraje inspirado en el tema, El séptimo día. Cualquiera de los dos conoce la intensidad sentimental y las pasiones que puede despertar la soledad rural, pero también cualquiera de ellos habría tenido más comedimiento para narrar una historia en la que la acumulación puede desembocar en una exageración esperpéntica que solo la contemplación de los valles idílicos logra atemperar.

La serie creada y escrita por Jack y Harry Williams arranca con cierta sobriedad: el asesinato de una joven pareja recién llegada de su luna de miel. Sus conmocionadas familias y sus vecinos esconden más secretos de los que cabe imaginar. Por su parte, la inspectora encargada de resolver los asesinatos tampoco tiene una actitud irreprochable. En resumen: lo que comenzó siendo un thriller esperanzador se convierte en un cúmulo de atrocidades, con lo que el drama rural se reconvierte en especie de falla valenciana por el desmedido afán de incluir toda la miseria humana, o casi toda, en cuatro horas.

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