¿Y si una piloto de caza queda embarazada?
Isabelle Stoffel interpreta ‘En tierra’, la obra de George Brant que aborda la discriminación en el ejército
Entre el desierto de Nevada (EE UU) y el de Afganistán hay una diferencia nada desdeñable para una mujer que cierto día decidió hacerse piloto de caza: la adrenalina. La desolación del paisaje de Creech, donde cada mañana ficha para dirigir ataques por drones en una guerra a distancia, no cuadra con su audacia, su pericia, su instinto asesino o su toma de decisiones a bordo de un F-16. La diferencia entre ambos puestos es un embarazo. “Y una disimulada discriminación muy real”, afirma Isabelle Stoffel. Es la actriz que le da vida con su monólogo En tierra (Grounded), de George Brant, adaptada por ella y codirigida por Sigfrid Monleón. La obra se estrena hoy en Madrid en el festival Ellas Crean en Conde Duque.
El personaje carece de nombre. Como cada uno de los daños colaterales asumibles. Pero sí, en este caso, cara. Y uniforme. La adrenalina, el deseo de acción la empujaron a cielo abierto. Pero un hijo inesperado la confinó entre las paredes de una estación de mando militar donde también podía asumir el mando de una nave. Sólo que con el horizonte del techo. Así se lucha en las guerras modernas. “Por riguroso turno laboral. Ahora se va a combatir por control remoto y cada noche vuelves a cenar a casa”, asegura Stoffel junto a Sigfid Monleón, que ha codirigido el montaje.
Encontró el texto en el Fringe de Edimburgo de 2013. Allí escenificó La rendición, de Toni Bentley. Entonces se presentó con 8.000 condones para atraer al público hacia una obra que era un canto a la sodomía como revelación mística. “También En tierra habla de una revelación, pero son dos personajes que no tienen apenas nada que ver”, asegura Stoffel.
Una alcanza el cielo por sumisión. La piloto lo toma por asalto. El éxito internacional del monólogo ha dado lugar a una versión en Broadway, protagonizada por Anne Hathaway, que llevará ella misma al cine. Pero es que también pasará a adaptarse como ópera en el Metropolitan. “Aborda un conflicto muy actual e interesante. Habla de gente entrenada para matar, sin remordimiento, con toda la frialdad deshumanizada del mundo que, por una cuestión de piel, por un cambio en su cuerpo, llega a plantearse conflictos morales muy pertinentes”.
Muestra también esas estrategias militares sofisticadas que se ventilan en series como Homeland. “Es curioso que sea la ficción la que nos cuente tan bien todas esas realidades ocultas. Asuntos que se llevan a cabo con nuestros impuestos sin que tengamos posibilidad de control”, afirma la actriz.
“En la obra, saltan las cuestiones éticas, pero también de género en la piel de un personaje consciente de descolocar en sus reacciones a los hombres"
Oscuras cadenas de mando que responden a órdenes sin caras, ni nombres. Un engendro tecnológico perfecto donde la cadena de mando se diluye. “Saltan las cuestiones éticas, pero también de género en la piel de un personaje consciente de descolocar en sus reacciones a los hombres. Y la tecnología… ¿Quién pilota a distancia los drones? A veces son veinteañeros expertos en videojuegos. Es una práctica que utilizan ya 82 países, España incluida”.
Stoffel ha preparado su personaje a base de testimonios directos: “Mujeres que están en el ejército, pilotos profesionales y de drones…”. También con lecturas como por ejemplo La guerra de los drones(Anagrama), de Medea Benjamin. En ese libro me impactaron algunos testimonios como los de Dennis Blair, militar y miembro de la CIA retirado. Cuestionaba estrategias. por ejemplo, Blair calculaba que había unos 4.000 miembros de Al Qaeda en todo el mundo hacia 2011. Si la mayor parte del presupuesto anual de su departamento, que era de 80.000 millones de dólares, se destinaba a cazarlos, eso daba 20 millones de dólares por terrorista y año"
No sólo piensa abordar la obra en castellano para representarla por España en los próximos meses. También prepara ella misma una versión en alemán. El escenario es sencillo. Juega con tres elementos muy sensoriales: “Luz, humo, sonido”, comenta Monleón. Sensaciones que van del cielo abierto a la prisión. “Recibe la noticia de su embarazo como un castigo. La posterga, la convierte en alguien débil y discriminada por la estructura, no por decisión de nadie concreto. Es algo mucho peor”, afirma Stoffel.
La atracción que sintió por ella fue instantánea. “Al ver la obra sentí esa envidia sana de querer estar ahí encima”. Por oposición: “Precisamente lo que me atrajo es que no tenía nada que ver conmigo. Aquella mujer me pareció algo así como un macho alfa en busca de batalla. Yo soy todo lo contrario”.
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