El rejoneador Leonardo Hernández, el mejor de una tarde triunfalista

Con cierta sosería, pero un son muy cálido, salió el toro que abrió el festejo de rejoneo. Con la clase típica de su procedencia murubeña. Con un toro tan pastueño, el portugués Rui Fernandes anduvo cómodo. Diríase incluso que más cómodo de lo recomendable. Una vez rota la morosidad de los primeros compases, Fernandes se destapó con dos rejoncillos muy discretos. Mejoró la cosa en banderillas, al menos fue más vistosa. Aunque abusó de los palos, seis clavó con suerte dispar, y dos de las cortas. Más conectó con el tendido en los alardes fuera del encuentro con el toro que en la propia lidia o clavando. Mató sin puntilla al buen Bohórquez y se le pidió por mayoría la oreja.

Parado y apagado resultó el cuarto, al que costaba mucho mover. Rui Fernandes también le anduvo cómodo, aunque la emoción brillara por su ausencia. No hubo en toda la lidia momentos vibrantes, pero como estuvo acertado con el rejón de muerte la gente obligó a la presidencia a conceder la oreja.

Nunca estuvo por la labor el segundo de la tarde. Flojo de condición y también manso, renunció a una lucha de poder a poder. A favor de querencia siempre, Leonardo Hernández dispuso la lidia. Como norma habitual, lo mejor llegó en banderillas. Muy metido con el toro, llegando más de la cuenta para poder reunir. Las dos cortas que cerraron repertorio fueron al violín y muy celebradas por la gente. También hubo premio, a pesar del feo bajonazo que recetó en primera instancia.

La faena más completa y agradecida fue la de Leonardo Hernández al quinto. Sin concesiones fáciles, centrado, muy seguro, con excelente monta y dominio de los terrenos, no decayó en ningún momento su labor. A la hora de clavar, buena ejecución y certero con buena reunión. Brilló también más en banderillas, con tres cortas para cerrar el tercio en la suerte del violín. Con la gente más volcada que en toda la tarde, mató a la primera y la fiesta se alargó durante una vuelta al ruedo con doble premio y acompañado por el mayoral de Bohórquez.

Con muchos pies saltó el tercero de la tarde, que obligó a Lea Vicens a recorrer el ruedo con rapidez endiablada. Discreta en el único rejón, todo lo dejó para banderillas. Muchos palos clavados, de muy desigual colocación y de ejecución ligera. Siempre mejor fuera de la reunión y con cierto temple a la hora de mantener al toro a la distancia recomendable. Pocos alardes también, buen dominio de la escena, pero a la hora de clavar cada palo en un sitio. Un certero rejonazo, aunque trasero, bastó para que la gente pidiera a gritos un trofeo. Ante el buen sexto recorrió mucha plaza, clavó distanciada y no con mucho acierto. También todo muy rápido, pero el acierto a la hora de matar sirvió para un fin de festejo más triunfalista que triunfal.