Cuando Sherlock Holmes derrotó a Conan Doyle
Dos nuevos libros recuerdan la relación del escritor escocés con un personaje más poderoso que su creador
Sherlock Holmes nació porque un médico escocés de cabecera, que no ganaba casi ni para encender el gas, tenía la consulta siempre vacía. Aquel doctor se llamaba Arthur Conan Doyle y había encontrado un modelo para su detective en uno de sus profesores de la Facultad, Joseph Bell. Pocos personajes han tenido un impacto tan tremendo en la sociedad que les vio nacer como Holmes y pocos han logrado prolongar su sombra de forma tan profunda sobre el futuro. De hecho, cuando su autor, que quería seguir otros caminos literarios, tuvo la peregrina idea de matarlo en las cataratas de Reichenbach, no le quedó más remedio que resucitarlo al poco tiempo ante la furia de sus lectores. El propio Conan Doyle escribe en un artículo recuperado ahora dentro del volumen que recoge sus textos de no ficción, Mis libros. Ensayos sobre lectura y escritura: “Que Sherlock Holmes es para mucha gente cualquier cosa menos un personaje de ficción lo demuestran todas las cartas que he recibido dirigidas a él y en las que formulan peticiones”. Un banco situado en la famosa dirección de 221B Baker Street, que no existía en la época en que fue creado el personaje porque la calle era más corta, tuvo que contratar a alguien para responder todas las misivas dirigidas al detective.
El periodista estadounidense Michael Sims reconstruye en su estupendo libro Arthur y Sherlock la creación del detective y de su compañero John Watson en 1887. El surgimiento de un personaje tan perdurable siempre tiene un componente casual, incluso en su nombre —pensó en llamarlo Sherrington Hope—, aunque también tiene algo de inevitable. Sims revela la fascinación de Conan Doyle por su viejo profesor de medicina, que impresionaba a sus alumnos con su capacidad deductiva, pero su personaje también refleja la época que le tocó vivir, el enorme interés por la ciencia que estaba cambiando por completo el mundo durante la Revolución Industrial, así como la invención de la novela policiaca por parte de Poe, entre otros autores. El triunfo de Sherlock Holmes también refleja el profundo cambio que ha vivido el mundo editorial en un siglo y medio: el personaje sólo cuajó cuando comenzó a ser editado por la revista Strand, no en los libros (se trata del equivalente decimonónico de las series).
Al final, el estudio de Sims representa una reflexión sobre el poder y el misterio de los personajes de ficción. Conan Doyle fue, sin duda alguna, un escritor de enorme talento, pero siempre inferior al de su mayor creación. De hecho, el autor del detective más listo del mundo llegó a creer en las hadas. No es extraño que, en un momento dado, decidiese matarlo para seguir adelante. Su derrota demuestra hasta qué punto su personaje fue siempre mucho más importante que él.
Arthur y Sherlock. Conan Doyle y la creación de Holmes. Michael Sims. Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona. Alpha Decay, 2018. 375 páginas. 24,90 euros
Mis libros. Ensayos sobre lectura y escritura. Arthur Conan Doyle Traducción de Jon Bilbao. Páginas de Espuma, 2017. 304 páginas. 25 euros
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